Energía que duele:
impacto ambiental de las represas sobre el Santa Cruz Ambientalistas,
investigadores y pobladores se oponen a la construcción de dos grandes obras hidroeléctricas
sobre el único río de origen glaciar que llega al océano Atlántico Por Loreley
Gaffoglio Las represas que están a punto
de comenzar a construirse sobre el río Santa Cruz podrían ponerlo en riesgo;
advierten que es necesario un estudio serio de sus potenciales consecuencias.
EL CALAFATE.- Pocas veces un río patagónico ha sido eje de
tan agrias disputas como el Santa Cruz, envuelto en una ríspida controversia
ambiental que promete dirimirse en la Corte Suprema. Ese sinuoso curso hídrico
de 385 km, que nace en el Lago Argentino, alimenta su cauce por el deshielo de
los ventisqueros del Parque Nacional Los Glaciares y serpentea por la meseta
hasta volcar sus aguas turquesas en el Atlántico, prontodesaparecerá del mapa. En
lo que promete ser la mayor obra hidroeléctrica después de Yacyretá, el
gobierno nacional dispuso la construcción de dos grandes represas que, en seis
años, cuando se terminen, producirán el 10 por ciento de la energía que hoy consume
el país. En el siglo XIX, los naturalistas remontaron el río Santa Cruz a la
sirga para descifrar sus meandros misteriosos, indagar en sus orígenes
glaciares y describir su fauna
Su emplazamiento, según objetan distintos grupos opositores
al proyecto, no sólo podría afectar el desenvolvimiento natural de tres
glaciares patagónicos, entre ellos el Perito Moreno, declarado Patrimonio de la
Humanidad por la Unesco. También modificará una geografía virgen, testimonio de
las últimas glaciaciones, impregnada de yacimientos arqueológicos y convertida
en acervo histórico a partir de las exploraciones que allí emprendieron Charles
Darwin, Robert Fitz Roy y el perito Francisco P. Moreno. En el siglo XIX, los
naturalistas remontaron el río Santa Cruz a la sirga para descifrar sus
meandros misteriosos, indagar en sus orígenes glaciares y describir su fauna:
tropillas de guanacos, ñandúes, zorros, pumas, cóndores y más de 130 especies
de aves, que Darwin y el perito Moreno documentaron.
A un costo de US$ 4700 millones, financiados por China,las
represas Néstor Kirchner (RNK), en la estancia Cóndor Cliff, y Jorge Cepernic
(RJC), en La Barrancosa, comenzarán a construirse en enero, cuando el gigante
asiático gire al país el primer tramo crediticio. Antes, el Estado nacional
deberá desembolsar un seguro de US$ 230 millones a la firma Sinosure para que
Represas Patagónicas, la UTE conformada por las constructoras
Electroingeniería, Hidrocuyo y la china Gezhouba Group, adjudicatarias de la
licitación, inicien las obras preliminares: preparación de obradores, caminos y
puentes, según precisaron a LA NACION voceros de Electroingeniería. A un costo
de US$ 4700 millones, financiados por China, las represas Néstor Kirchner (RNK)
y Jorge Cepernic (RJC) comenzarán a construirse en enero
El complejo hidroeléctrico, un proyecto de los años 50,
estudiado en su factibilidad durante la dictadura y modificado por el
kirchnerismo, inundará mediante un sistema de pared-tapones en las partes altas
del terreno medio centenar de estancias (47.000 hectáreas), propiedad en gran
parte del empresario Lázaro Báez. Tendrán 11 turbinas que generarán 5000 GWh
anuales, con una potencia de 1740 MW. Se emplearán 5000 personas, entre ellas
personal calificado chino, responsable de la ingeniería y las turbinas. Su
concreción supone un endeudamiento equiparable al 25% del producto bruto de
Santa Cruz; a razón de US$ 15.000 por habitante de esa provincia. Será la mayor
herencia en infraestructura que deje el gobierno kirchnerista. Al margen de sus
costos y de su polémica licitación, es su imprevisible impacto ambiental sobre
los procesos naturales de los glaciares Perito Moreno, Spegazzini y Upsala,
junto a la desaparición de gran parte de ese río mediante sendos embalses, lo
que ha movilizado a un heterogéneo frente opositor a esa megaobra. Por un lado,
tras estudiar el proyecto, el ingeniero civil Gerardo Bartolomé denunció que la
cota máxima para la RNK, de 179,80 msnm, está fijada a una altura inadecuada,
al mismo nivel promedio del Lago Argentino, lo que provocará -afirmó- un
incremento del nivel del lago para que la represa pueda operar a máxima altura
con ese caudal. Esto generará un efecto de mareas en un paso estrecho como es
el Canal de los Témpanos -dijo- que erosionarán el frente del glaciar Perito
Moreno, impidiendo su avance y, con ello, sus fabulosos megarrompimientos, cada
cuatro u ocho años. "Así como está proyectada su cota máxima, la RNK se
alimentará del lago, que subirá y bajará su nivel en función de los
requerimientos y consumo energéticos, sobre todo en verano, provenientes de
Buenos Aires. Esto es lo que se quiere ocultar. El glaciar no sólo no será
inmune a un aumento de 1,40 m del nivel del lago, por acción del agua
encajonada; tampoco lo será a los efectos erosivos de la velocidad de variación
que esos niveles cambiantes provoquen en su frente. Si se bajara la cota de la
represa tres metros, ésta operaría sin afectar el Lago Argentino -advirtió-.
Para que se entienda: proyectar las presas y embalses allí es como emplazar
otras cerca de las cataratas de Iguazú." El glaciólogo del Conicet Juan
Pablo Milana, que días atrás realizó estudios de campo en el área, juzgó aún
más amplios sus posibles efectos, al incluir impactos que podrían ser
irreversibles también sobre los glaciares Spegazzini y Upsala. "Es un tema
que se debería estudiar muy seriamente antes de emprender la obra. Aumentar el
nivel de Lago Argentino generará un efecto de flotación natural de los tres
glaciares. Una presión hídrica menor en la base de estos cuerpos no sólo
provocará el despegue del hielo, que en el caso del Perito Moreno tiende a ser
más fino; su proceso de ruptura también se alterará por los efectos de
flotación, erosión y ausencia del gradiente hidráulico natural." Milana
comparó el proyecto de las hidroeléctricas con el de Futaleufú, del 78.
"Esa represa, que se hizo para alimentar Aluar, inundó cuatro lagos de un
parque nacional, sepultó bajo el agua la especie arbórea más antigua que se
conoce, alerces de 4000 años, y borró del mapa los rápidos de Futaleufú, que
eran la maravilla hídrica de Chubut. Por eso los mapuches la llaman Amutui
Quimei (belleza perdida)", se quejó el geólogo.
Consultados por LA NACION, voceros de Ministerio de
Planificación y de Electroingeniería negaron en forma categórica que las
represas eleven los niveles del Lago Argentino. "Una vez concluidas las
obras, todo el sistema natural funcionará como si no existieran las
hidroeléctricas", señalaron voceros ministeriales.
En Electroingeniería agregaron: "El vertedero principal
de la RNK se fijó a más de seis metros por debajo del nivel máximo, de 178,90 m
de la cota, por lo cual se asegura que el embalse siempre podrá operar para no
afectar los niveles naturales y fluctuantes del Lago Argentino exigidos en el
pliego. Por lo tanto, no se afectarán los glaciares".
Al margen de tecnicismos, las presas suman otros graves
cuestionamientos: la ausencia de un estudio de impacto ambiental (EIA) previo,
que comenzará a hacerse conjuntamente con las obras, y la ausencia de una
discusión ciudadana mediante consulta popular, como lo establecen la
Constitución en su artículo 4 y las leyes general del ambiente (25.675) y de
protección de glaciares (26.639). Las presas suman otros graves
cuestionamientos: la ausencia de un estudio de impacto ambiental (EIA) previo,
que comenzará a hacerse conjuntamente con las obras, y la ausencia de una
discusión ciudadana mediante consulta popular
"Se están anteponiendo los negocios por encima del
medio ambiente. El proyecto es una violación flagrante de la normativa y es
inconstitucional", cuestionó Mariano Aguilar, presidente de la Asociación
de Abogados Ambientalistas de la Patagonia. El letrado, profesor de posgrado en
Derecho Ambiental en la UBA, adelantó que elevará a la Corte "una medida
precautoria para suspender las obras hasta tanto no cuenten con el EIA que
garantice la preservación del ecosistema".
Por su incidencia interjurisdiccional, ya que afecta a un
parque nacional y una provincia, el amparo se presentará en el más alto
tribunal, precisó.
Está previsto en el pliego de licitación que el EIA sea
realizado por la misma UTE adjudicataria de las obras. "Es como darle a
cuidar el gallinero al lobo", se opone Bartolomé.
Además de la ONG Calafate Natural, otras voces, como Río
Santa Cruz sin Represas (Rscsr) y Banco de Bosques (BB), a quienes LA NACION
acompañó en la navegación y exploración del curso superior del río Santa Cruz
desde el punto Charles Furh, donde se cierra el embalse Néstor Kirchner, hasta
su inicio, en Cóndor Cliff, y, por tierra, hasta La Barrancosa, también se
oponen con diferentes argumentaciones. "Aspiramos a que se hagan bien las
cosas, con la seriedad que un ecosistema tan frágil requiere y conforme a las
leyes", señaló el presidente de BB, Pedro Friedrich, gran conocedor de la
región de glaciares. Nicolás Abramzon y Sofía Memenman, impulsores del
movimiento Rscsr, se alinean con el ejemplo en la Patagonia chilena, que las
rechazó en la región de Aysén.
Los jóvenes aportaron otros argumentos: "Todo el valle
del río Santa Cruz es un santuario de vida silvestre, de fósiles, de restos
arqueológicos de los tehuelches, que se perderán. En la región del viento,
todavía no se han discutido alternativas eólicas ni de energía solar",
sentenciaron.
"Se sabe, además, que el nuevo sistema de
interconectado podrá transportar sólo un 45% de la energía que produzcan las
represas. Carece de sentido semejante obra para la capacidad limitada del
sistema", sostuvo Abramzon.
Y agregó: "Estas represas figuraban bien abajo entre
las prioridades energéticas de la provincia. De golpe, hoy son una necesidad
perentoria y un hecho consumado. Hay otra cuestión: además de borrar un río
emblemático de la Argentina, el único de origen glaciar que llega al Atlántico,
debería estudiarse cómo impactarán esas megarrepresas en las proximidades de
otro Parque Nacional: Monte León", sostuvo Abramzon. Eduardo Shule, el
guía de la expedición y residente de El Calafate, que remó varias veces el
curso del Santa Cruz con un kayak, opinó: "No soy activista ambiental.
Simplemente defiendo la existencia de este río tal como está". ¿Qué
observó LA NACION en esa expedición con acampe en sus misteriosos y casi
inaccesibles márgenes? Barrancos de greda y piedra de más de 200 metros altura
que hilvanan un paisaje estremecedor, coronado por el vuelo de cóndores y
águilas mora, bandurrias, cauquenes y aves de coloridos deslumbrantes, como los
carpinteros patagónicos y los chingolos. Costas pedregosas y asimétricas en
ambas márgenes de un cauce de aguas prístinas (de 3 a 15 m de profundidad y de
hasta 300 m de ancho) para beber.
Es un torrente caprichosamente indómito, pero también
sereno, de un turquesa lechoso por los sedimentos pulverizados que deja el
glaciar. Lo surcan cisnes de cuello negro, flamencos y patos. En la estepa,
tropillas de guanacos y choiques en abundancia, solitarios zorrinos, zorros
rojos y grises, quienes azorados frente a la presencia humana huyen en la
inmensidad de esa "meseta misteriosa", como la bautizó el perito
Moreno. Es un ámbito inhóspito, interrumpido por algún viejo casco de estancia,
y envuelto por la magia del silencio. En la región alta de Cóndor Cliff, que
simula ser una geografía serrana por sus morenas y pliegues, aunque en realidad
es una meseta ahuecada por el paso de un glaciar, "imaginar allí un
embalse supone malograr, con la mano del hombre, una porción de naturaleza
agreste y deslumbrante como pocas veces se vio jamás", apuntaban los
ocasionales compañeros de viaje.
La Barrancosa se hunde en una mayor monotonía, pero sus
hondonadas, perdidas en el horizonte, grafican lo que es la vastedad.
Lo dijo el perito Moreno al recorrer este valle: "La
conformidad, hija de la necesidad, presagia negros colores en el futuro
horizonte". El debate está abierto tomado de la nación de ar
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