Murió Roberto Gómez Bolaños, el creador de El Chavo del 8
El comediante conocido como Chespirito falleció a los 85
años en su casa de Cancún
Por Paula María Martin | Pese a sus problemas de salud, Roberto Gómez
Bolaños se mantuvo activo hasta sus últimos días de vida. Foto: Archivo
Roberto Gómez Bolaños murió hoy a los 85 años en su casa de
Cancún, donde vivió los últimos años, tal como confirmaron los principales
medios mexicanos. El autor, director, comediante conocido con el pseudónimo de
Chespirito, y famoso mundialmente por haber creado y encarnado el entrañable
personaje protagonista de la serie El Chavo del 8, sufría de problemas
respiratorios que lo mantuvieron internado en muchas ocasiones durante los
últimos tiempos. El comediante hizo frente durante toda su vida a reiterados
problemas de salud porque padecía un mal congénito que debilitó su audición y
su equilibrio, razón por la cual en muchas ocasiones se presentaba en una silla
de ruedas ante el público. En 1994, se le detectó un enfisema pulmonar. Sin
embargo, pese al deterioro físico y al paso de los años se mantenía muy activo.
Su cuenta de Twitter, que abrió en 2011, sumaba más de 6,5 millones de seguidores.
Una vida dedicada al
humor
Sus inicios fueron como escritor. Personajes inolvidables,
muletillas, chistes, frases, refranes cambiados. Gómez Bolaños se fue, pero
dejó cientos de imágenes y palabras que le suenan una y otra vez a varias
generaciones. Abandonó esta vida a los 85 años y una abundante lista de
entrañables creaciones cómicas que lo hicieron famoso en más de 90 países y 50
idiomas. Prueba indiscutible de su humor universal. Mexicano, nacido el 21 de
febrero de 1929. Fue el segundo hijo (de tres) de una familia de clase media.
Su padre, artista y bohemio, murió cuando él era muy pequeño; su madre, mujer a
cargo de tres niños, dio todo por ellos. Gómez Bolaños transcurrió una infancia
repleta de miedos, pero supo sacarle provecho y, a partir de ellos, construyó
muchas de sus caracterizaciones. Fue un hábil deportista; destacado boxeador y
futbolista amateur. Tuvo la astucia de capitalizar la agilidad de su cuerpo
para la actuación, con saltos, tropiezos y caídas. Era bueno con el dibujo y
las matemáticas. Comenzó la carrera de ingeniería, pero nunca la terminó. Sus
habilidades artísticas y el querer escapar de un futuro monótono, lo llevaron
por otro camino. Afortunadamente. Sus inicios fueron como escritor, en
publicidad primero, donde su nivel de comicidad y buena redacción lo
destacaron. De allí, pasó a la radio y luego a la televisión, donde unió la
escritura y el humor, con la actuación. Esto impactó en su carrera y saltó a la
fama. La primera vez que actuó fue a los 29 años como reemplazo en un programa
en vivo y después de eso vinieron papeles pequeños en distintos ciclos. En
1958, se inició en el cine como adaptador de la película Los legionarios, con
sus anteriores compañeros de televisión, el dueto cómico
Viruta y Capulina. Su
apodo, Chespirito, que lo acompañó toda su vida, fue obra del director de este
film, quien sorprendido por su excelente escritura, decía que era como un
Shakeaspeare chiquito, un Shakeasperito. El mismo Gómez Bolaños lo adaptó y de
ahí surgió Chespirito.
Entre 1960 y 1965, escribió guiones para dos programas de
grandes audiencias en México: Cómicos y canciones y Estudio de Pedro Vargas.
Actuar lo propio
Su talento provocó celos con sus colegas y lo obligaron a un
cambio de rumbo: escribir solo para lo que él actuara. Su primer intento fue un
fracaso. Pero luego vino un ofrecimiento que lo puso en juego nuevamente: hacer
sketches dentro de un exitoso programa de la misma cadena televisiva. Fueron
los primeros atisbos de los personajes que vinieron después. Eso sí resultó y
entonces se formó Los supergenios de la Mesa cuadrada, otro programa propio,
semanal, pero con mayores repercusiones.Entre todas esas caracterizaciones,
nació en 1970 una de sus obras maestras: el Chapulín Colorado, quien fuera
ofrecido a varios cómicos que no quisieran actuarlo porque no le veían futuro.
Chespirito, convencido de que sería un éxito, lo personificó. Con él, Gómez
Bolaños cruzó fronteras y cobró protagonismo en varios países del mundo. Tenía
bien en claro cuál era la magia del Chapulín. En una entrevista en el recordado
programa argentino La noticia rebelde, dijo en respuesta a la comparación con
Batman o Superman: "El heroísmo no consiste en carecer de miedo, sino en
superarlo. Los superhéroes son todopoderosos y no pueden tener miedo. El
Chapulín Colorado se muere de miedo, es torpe, débil y consciente de esas
deficiencias se enfrenta al problema. Los héroes, la mayoría de las veces
pierden y después sus ideas triunfan". Su siguiente famosa creación fue el
Chavo del 8, que tenía una profunda raíz social en toda Latinoamérica. El Chavo
estaba acompañado por Quico (Carlos Villagrán), Don Ramón (Ramón Valdés), Doña
Florinda (Florinda Meza),el Profesor Jirafales (Rubén Aguirre), Noño (Édgar
Vivar), La Bruja del 71 (Angelines Fernández) y La Chilindrina (María Antonieta
de las Nieves). Otros adorados personajes que encarnaba Chespirito fueron el
Chómpiras, el Doctor Chapatín y Chaparrón Bonaparte, entre otros. No conforme
con sus éxitos, tomó las riendas de su propia producción y comenzó a dirigir,
dando a cada uno de los personajes secundarios cada vez más fuerza e igual
participación, una actitud muy novedosa para la época.
El final del equipo
Varios de los actores
de El Chavo del 8 terminaron distanciados de Chespirito. Foto: Archivo
La fama de estas caracterizaciones lo llevó realizar giras
por varios países y a despertar el fanatismo de miles de personas en los
teatros y en las calles. Esto trajo grande ausencias, distancias e
infidelidades, lo cual generó la separación con su primera esposa, Graciela
Fernandéz, con quien tuvo seis hijos. Florinda fue su segundo amor y quien
estuvo a su lado hasta el final de sus días.De sus más exitosas
interpretaciones salieron frases como "que no panda el cúnico",
"lo sospeché desde un principio", "todos mis movimientos están
fríamente calculados", " fue sin querer queriendo", "es que
no me tienen paciencia", y otros tantos dichos, frases o refranes
confundidos, que despertaron la risa de una inmensa audiencia. Atento
observador de sus hijos y sobrinos, Gómez Bolaños confesó que muchos de estas
frases y otros aspectos los copió de ellos. El ocaso del programa fue gradual.
Comenzó con algunas peleas, en la mayoría de los casos por el uso de los
nombres ficticios por parte de los actores por fuera del programa –los casos
más conocidos fueron con Carlos Villagrán y María Antonieta de las Nieves- y
las desapariciones físicas de otros como el Chato Padilla, Angelines Fernández
y el más entrañable Ramón Valdés.
El programa duró ininterrumpidamente 25 años, cuando
Chespirito, transitaba los 66 años. Terminó en 1996 y hasta el día de hoy
continúan sus repeticiones. ¿Qué hizo después? Retornó al teatro, pero no con
los personajes de la tele. Así la obra titulada 11 y 12 fue la que tuvo mayor
éxito en México.
Fue activo políticamente (y controversial en muchas
ocasiones) con posturas criticadas.
Cuando El Chavo cumplió los 30 años, en 2000, Chespirito
recibió un homenaje denominado ¡No contaban con mi astucia!, organizado por
Televisa. En 2013, recibió el Premio Ondas Iberoamericano a la trayectoria más
destacada en televisión.
Los años previos a morir, Chespirito quiso estar a la altura
de las circunstancias de la modernidad e incursionó en Twitter. Llegó a tener
más de 6 millones de seguidores, plena demostración del cariño y la nostalgia
que despierta hasta el día de hoy en el mundo entero TOMADO DE LA NACION DE AR
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