El desafío de la democracia chilena en este período
POR Luis Alberto Gallegos, editorial de Boletín GAL.- En
estos días, hemos sido testigos de eventos y expresiones partidarias de los
conglomerados de la derecha de nuestro país. Como corolario o resumen de ello,
resultan las recientes declaraciones de una ex candidata presidencial de la
derecha, donde las emprende contra el gobierno y la presidenta Bachelet.
¿Qué significa todo
ello?
Obviamente, la derecha está a la defensiva estratégica. El
Consejo de RN lo devela prístinamente: un evento sin pena ni gloria, para no
decir, sin inteligencia ni novedad, que le agrega amargura a lo ocurrido con
los procesos por violaciones a los derechos humanos del diputado Rosauro
Martínez y ex alcalde de Providencia, Cristian Labbé.
La derecha sabe que el actual proceso de reformar aspectos
sustanciales del sistema político y económico, no tiene vuelta. Y ello
constituye, nada más, que lo prometido al país por la actual administración. La
derecha apostaba a un fracaso o a un debilitamiento de las propuestas de
reformas. Pero, al parecer, la derecha no ha contado con la eficiencia en la
gestión pública con que el equipo de gobierno se ha manejado en estos asuntos
en estos iniciales meses y que prometen resultados exitosos. Lo instintivo en
política ante una situación de defensiva estratégica en la que está la derecha
es ¿cómo reaccionar? Obviamente, con una fugaz y ocasionalmente efímera
ofensiva táctica que confronte mediática y sonoramente lo avanzado, mediante un
francotirador experto, despiadado y letal. ¿Quién? Naturalmente, de modo
instantáneo aparece en el imaginario colectivo un oscuro nombre: Evelyn Mathei,
quien, por diversas vertientes, sabe de letalidad. Además, esta posible y
efímera ofensiva táctica se lanza en un período clave: en víspera de fiestas de
fin de año y vacaciones. Esperando que sus esquirlas queden impregnadas en el
imaginario colectivo de los próximos meses estivales, donde la ciudadanía busca
despejarse y olvidarse temporalmente de los conflictos sociopolíticos y
económicos. Y, además, esta ofensiva táctica se despliega luego de los
resultados de una encuesta que mostrarían un supuesto descenso en la aprobación
de la gestión de la presidenta Bachelet.
¿Por qué? Cualquier
análisis elemental de carácter político se haría la pregunta de, ¿por qué la
derecha insufla sus propias posibilidades de revertir este proceso de reformas?
¿Acaso tiene la razón o la fuerza para hacerlo? No, no las tiene. Simplemente
porque la derecha ha olfateado una debilidad clave en este proceso de gestionar
las reformas fundamentales de esta administración.
¿Cuál es? El
equipo político del gobierno ha estado tan absorto en la gestión intraestatal
de sacar adelante las reformas comprometidas con la ciudadanía, que no ha
habido margen para atender -y no solo visibilizar mediante las comunicaciones
lo avanzado, como lo reconoce la propia Bachelet-, sino sobre todo porque no se
han creado, construido y alimentado los mecanismos eficientes de
involucramiento, asociatividad y participación ciudadana de quién es el aliado
natural de esta administración: la sociedad civil. Hay quienes esperaban,
confiados, en que el PC pudiera haber diseñado y ejecutado su voceada política
de trabajar en esta administración “con un pie en el gobierno y otro en la
calle”. Confiados, porque ni el PS, el PPD y menos la DC, tenían la voluntad política
o la capacidad de sacar a la gente a las movilizaciones cruciales en esta fase.
Incluso –salvo excepciones de algunos segmentos sociales que están movilizados
y en alerta-, los propios estudiantes han debilitado su capacidad movilizadora
en torno a las reformas fundamentales del proceso. Ello no significa que el
movimiento social se haya adormecido. Por el contrario, se han reactivado
regional, local y socio ambientalmente en diversas latitudes del país. Pero, lo
que no se ha manifestado de modo claro y contundente en este período, son las
movilizaciones ciudadanas de respaldo y acompañamiento a las reformas clave de
este proceso.Las expectativas creadas ante la propuesta del PC –inteligente en
lo fundamental-, de gobernar dentro del Estado y en complemento con la
ciudadanía, hasta el momento no se ha cristalizado como se esperaba. Problemas
sobre cómo hacerlo, dificultades internas del partido, roces con la DC,
debilidades para involucrar a los demás partidos de la Nueva Mayoría y cierta fragmentación
sectorial, territorial y temática del movimiento ciudadano, han abonado en
ello.
¿Qué hacer? Parafraseando
a Gramsci, quizá debamos hoy en Chile fortalecer el bloque histórico ciudadano.
Un bloque que ya existe en distintas expresiones y vertientes microsectoriales:
sobre agua, salud, educación, vivienda, medio ambiente, regionalización,
energía, Asamblea Constituyente, entre otras. Pero, quizá, es preciso hoy
fortalecer un bloque histórico consciente y voluntariamente comprometido y
movilizado con los temas de agenda de reformas en lo macro sectorial, con
propuestas sobre los temas nacionales y no solo locales o temáticos. Lo que ya
existe en términos de organización y movilización social, y que tiene que ver
con lo señalado, es la línea base, es el piso sobre el cual debemos diseñar una
estrategia común que involucre todas las demandas actualmente vigentes. La
asociatividad hoy entre todas las demandas, entre las organizaciones y entre
las voluntades, es clave. Nuestro desafío es construirla, sabiendo de las
diferencias y las dificultades. Pero, sin unidad, dentro de la diversidad y las
diferencias, no hay ciudadanía que avance y logre sus propósitos. La unidad
requerida no es ideológica ni programática necesariamente, es política para
abrir canales, opciones y alternativas concretas para que cada quién exija sus
propios planteamientos.
¿Cómo? Desde la ciudadanía, quizá hay que
crear o fortalecer las Mesas de Diálogo y Negociación sobre las demandas y
temas específicos. Generar propuestas, proyectos de ley e iniciativas que
podamos presentar al gobierno y comprometerlo en su gestión y concreción. Como
también hay que informarse, reflexionar
y adoptar posturas sobre las grandes reformas que están en marcha. Hay que
contextualizar los procesos locales en el marco nacional. Y, de parte del
gobierno, habría que respetar y atender las demandas de esas Mesas,
incorporándolas no solo de manera consultiva, sino también de modo vinculante.
Sin capacidad de decisión de la ciudadanía en las políticas públicas, en los
temas locales, regionales y nacionales, no habrá, definitivamente, posibilidad
sobre la cual podamos construir un bloque histórico democrático y ciudadano,
que se constituya en el soporte social de las reformas estratégicas clave de
este período. La derecha se aprovecha de la actual dispersión, fragmentación y
ausencia ciudadana. Se deleita de la debilidad social y ahora pretende levantar
la voz, gritarnos y retrotraernos a los momentos oscuros y a los infiernos que
ya hemos conocido. Labbé y Mathei lo saben, por ello es que quieren postularse
como diputado y como posible futura candidata presidencial. (FIN) TOMADO DE
ENVIO DE BOLETIN GAL DE CHILE
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