El eco lógico de lo
ecológico - ¿Cómo puede ser que la mayoría se haya amontonado en junglas
de cemento? Por Pedro Moreno "La
revolución será espiritual o no será; pero, a su vez, será estructural,
económica y política, o no será". Emmanuel Mounier
Cada vez entiendo menos a este mundo...
¿Cómo puede ser que el pasado y el presente estén teñidos de
sangre por infinidad de conflictos bélicos entre pueblos y por la violencia
ciudadana -e incluso familiar- y que se lo tome como lo más normal? ¿Es que hay
en la especie humana tanto odio e instinto de agresión como para que esa
monumental locura llamada 'guerra' y otras tantas crueldades que suceden a
diario se tornen inevitables? ¿Cómo puede ser que mil millones de personas
sufran hambre y otros tantos padezcan sobrepeso -en ambos casos con consecuencias
fatales- y encima se tire a la basura la mitad de la comida, ante la mirada
impávida de los que deberían lanzarse decididamente a solucionar tremendo
absurdo? ¿Es que la sociedad actual está tan desquiciada, como para que su
séptima parte sea obesa y permita que otra proporción similar esté famélica,
legitimando un sistema de producción y distribución de alimentos totalmente
mercantilista? ¿Cómo puede ser que se dé por sentado que se viene a esta vida
fundamentalmente a maximizar rentas, aunque ello implique resignar la vocación
o apartarse de la ética, para así poder comprar y ahorrar lo más posible, como
si esto fuese la base de la felicidad? ¿Es que el hombre es tan iluso, como
para pensar que con el dinero se pueden mitigar las sensaciones de
incertidumbre y vulnerabilidad, convirtiendo así a esos papeles impresos y
números virtuales en el principal modo de organizar su vida, obsesionándose por
hacerse de ellos como sea y acumularlos de la forma más segura? ¿Es que el
hombre es tan iluso, como para pensar que con el dinero se pueden mitigar las
sensaciones de incertidumbre y vulnerabilidad?
¿Cómo puede ser que se tenga tan incorporada la incesante
recepción de audios e imágenes en el quehacer cotidiano, considerándolos tan
indispensables como el aire que se respira, y que ya casi no queden sitios en
los que no haya un aparato emitiéndolos? ¿Es que el vacío en la gente es tan
grande, como para que se atiborre compulsivamente de los contenidos más
mediocres que ofrecen la televisión, la radio y demás artefactos electrónicos? ¿Cómo
puede ser que predominen los empresarios inescrupulosos, los políticos
corruptos y los medios mercenarios, y los ciudadanos se mantengan de brazos
cruzados como mansos corderos? ¿Es que hay una complicidad tan perversa y
efectiva entre el poder económico, la dirigencia política y una corporación
mediática, como para que se logre manipular a las masas, de manera que queden
esclavizadas del consumo indiscriminado, y entonces se desvivan por tener
trabajos cada vez más redituables? ¿Cómo puede ser que la mayoría se haya
amontonado en junglas de cemento -que ocupan la centésima parte de la
superficie terrestre- ignorando y depredando el hábitat natural, siendo
egoístas con sus relaciones y vecinos, mientras se alienan con la tecnología y
la confortabilidad, y se enferman con la comida chatarra y el sedentarismo,
quizás sin siquiera reparar en lo nefasto de todo esto? ¿Es que el ser humano
está tan desorientado acerca del sentido de la vida y su temor es de tal
magnitud, como para que esté haciendo todo al revés y, al aplicar indebidamente
su vasto conocimiento, se parezca a un mono con más y más navajas? La frase del
filósofo francés que cito al inicio de esta columna la extraje de un artículo
dedicado a su pensamiento. El autor, Antonio Calvo, hace el siguiente aporte:
"Durante siglos de dominación burguesa, el racionalismo, el individualismo
y el dinero han abismado al hombre, lo han disociado de la naturaleza, de la
comunidad y de sí mismo". Por su parte, Konrad Lorenz, ganador del Premio
Nobel de Medicina en 1973, plantea en su ensayo Los Ocho Pecados Mortales de la
Humanidad Civilizada: "El hacinamiento de muchos seres humanos en un
espacio reducido no sólo conduce a fenómenos de deshumanización por la vía
indirecta del agotamiento y el empantanamiento de las relaciones interhumanas
sino que directamente produce un comportamiento agresivo; la humanidad
civilizada, al desertizar de forma ciega y vandálica a la naturaleza viva que
la rodea y sostiene, se expone a la amenaza de la ruina ecológica; sin embargo,
de lo que menos se da cuenta es de la manera en que está dañando su espíritu en
el transcurso de este bárbaro proceso".
Nota es lógico, todo lo que pasa, el deseo humano de
dominar, para ser el perpetuador de la especie, se hacía antes, y a veces todavía
se hace, por la fuerza, luego por el comercio, asi que la lucha de espadas y tiros fue a los
escritorios, cuando se entienda sobre el destino común , el instinto de soy el
que mantiene la especia se borrara lentamente
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