El delito según Monsanto Escrito por Lucas
Paulinovich
Los grandes actores del agro se ubican bien arriba entre los
sectores que más infringen la ley: trabajo esclavo, blanqueo de capitales,
evasión de impuestos, cuando no lisa y llanamente el asesinato encomendado de
trabajadores. Pero aporta la porción fundamental de divisas a la economía y eso
le gana impunidad y simpatías. Su presencia en las comunidades de la zona
núcleo pampeana le dan autoridad: su palabra es la del sentido común. Así se
exculpan y avanzan.
La impunidad se construye como una cuidadosa armadura que se
teje lenta y meticulosamente y protege solo a algunos que tienen para
pagársela. Después, la justicia hace el resto. El reparto de culpas y penas
obedece a algunas reglas no escritas, pero sumamente consolidadas en la
dinámica de los hechos. Así, hay condiciones que establecen una peligrosidad
previa a cualquier delito. Más tarde es cuestión de encontrar alguna flagrancia
y listo, el sistema punitivo tiene con qué alimentarse.
De acuerdo a la Procuraduría contra la Violencia
Institucional (Procuvin), a mayo del 2014, alrededor del 60% de las 10.074
personas privadas de la libertad en cárceles federales se encuentra con prisión
preventiva. Solo el 40% tiene una condena firme. De los encerrados a
disposición de jueves federales (3.467 personas) solo el 26,6% tiene sentencia.
Y cuando se trata de los jóvenes de entre 18 y 21 años, los encarcelados
preventivamente alcanzan el 84,1%. “El hecho de que la población de mujeres,
jóvenes y trans sean los destinatarios de valoraciones más severas por parte
del sistema judicial y de los mecanismos de evaluación de tratamiento
penitenciario nos confirma y revela que se los considera no sólo más
peligrosos, sino también con menos derechos, y a partir de este relevamiento
evaluamos que en la materia está pendiente la vigencia concreta de derechos
fundamentales y que esto, lejos de ser producto de evoluciones pendientes,
refleja una política criminal concreta, y que ha sido objetada desde organismos
internacionales”, decía el titular de Procuvin, Abel Córdoba.
Son pocos los grandes empresarios que habitan las cárceles y
casi ninguno de los que mantienen trabajo esclavo o negrean mercaderías y
evaden impuestos mediante triangulaciones fueron a caer en las redes de la
justicia, que es un tejido demasiado débil para atrapar peces gordos. La gran
masa de dinero ilegal que surge del blanqueo-evasión-triangulación se mezcla
con el dinero espurio de otras actividades y dan vida y prosperidad a las
inversiones urbanas. La exportación traza un hilo que lleva del
agroextractivismo al narcotráfico, rastros de un modelo de despojo de recursos
y un orden basado en privilegios. El delito económico como complemento
necesario de la sangre derramada en las calles: todo confluyendo en un mismo
puerto, de donde salen los granos y las drogas.
La impunidad garantizada desde los aportes de las grandes
multinacionales a las escuelas, los clubes sociales y las universidades,
aprovechando los huecos de negligencia del Estado, y a los grandes medios de
comunicación, comprando voluntades en forma de anuncios publicitarios, cursos
de perfeccionamiento y viajes al exterior; el sentido común financiado con los
agrodólares: de esa forma se define cuáles son los delitos que es necesario
combatir y qué delincuentes son los que se ven como una amenaza para la
comunidad.
Morir por la productividad
Monsanto, que proveyó uranio en la Segunda Guerra Mundial y
cuyo Agente Naranja sirvió para exterminar la población vietnamita en la guerra,
es el dueño y principal gestor de los agroquímicos que se esparcen
irregularmente y contaminan las poblaciones que rodean los campos: es cuestión
que caigan los cuerpos para que nazcan los frutos. Su nombre es la marca
comercial que simboliza el triángulo de la expansión los agronegocios: siembra
directa, biotecnología y paquete de agroquímicos. Un universo donde prevalece
el capital financiero especulativo que tuerce la matriz del sector. La lógica
productiva en su máximo esplendor.
La Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional
de Rosario realizó un relevamiento en el sur del territorio santafecino para
detectar la incidencia del cáncer en las poblaciones: en pleno corazón del
modelo productivo, la tasa promedio de casos nuevos de cáncer es de 368 por
cada 100 mil habitantes, con un rango que llega a los 713,7 casos. El indicador
nacional se encuentra en 206 casos nuevos al año por cada 100 mil habitantes
según el Instituto Internacional del Cáncer (Iarc) de la Organización Mundial
de la Salud.
Cae la lluvia que envenena las vidas para que los campos se
vuelvan fértiles y se sostenga la alta explotación de las tierras que permita
cumplir con los compromisos exportadores. Más producción y más rentabilidad son
las consignas que se deparan para el desarrollo de la Argentina y que quedaron
grabadas en los objetivos del Plan AgroAlimentario 2020, que poco explica
acerca de las condiciones de ese incremento productivo que acarrea la muerte y
la enfermedad, el desplazamiento de poblaciones, el agotamiento de la riqueza
de los suelos y la concentración acelerada del negocio en un puñado de grandes
actores. La gestión de los recursos naturales-productivos se traduce en la
gestión de los recursos humanos, donde todo se reduce a fuerza de trabajo que
si no produce lo suficiente, debe ser renovada por métodos más ágiles y
eficientes. La ecuación es clara: más hectáreas, más exportación, no importa
cómo ni por quién.
Ese compromiso de mayor eficiencia e inserción en el mundo
como gran abastecedor de materias primas queda rubricado por todos los actores
de importancia: ante la caída de las exportaciones y el contexto de crisis se
reunieron en conferencia el subdirector periodístico del diario El Cronista,
Hernán Goñi, el director ejecutivo de Dreyfus, Gonzalo Ramírez Martiarena, el
presidente de Zed, David Lacroze, el Ceo de Monsanto, Luiz Beling y el gerente
general de Cresud, Carlos Blousson. Todos llegaron a una misma conclusión:
terminó la faltante de stock mundial y las fallas productivas que impulsaban los
precios de los commodities, por lo que ahora es necesario tomar medidas para
asegurar ese destino de exportación al por mayor. “El mundo sigue creciendo y
la Argentina tiene una oportunidad increíble en los años por venir”, razonó
Ramírez Martiarena.
Los grandes traders cerealeros saben por dónde van los
objetivos productivos. Lacroze, cuya firma tiene negocios agrícolas, ganaderos
y de exportación y fue presidente de la Junta Nacional de Granos en los ’80 y
subsecretario de Agricultura de la Nación, expuso las necesidades en adelante
pidiendo mayores liberalizaciones poniendo en duda el beneficio de los altos
precios para el país: “favorecieron al gobierno de turno y le permitieron
extraer más de 80 mil millones de dólares al sector y llevar el gasto al 43%
del Pbi”. La discusión de las corporaciones del sector es esa: menos recursos
públicos, más aprovechamiento de las rentas. Una forma del robo, pero por las
elegantes vías legales.
Con la fuerza de la ley, con la fuerza de las armas…
Las grandes multinacionales necesitan confirmar su
predominancia económica con la imposición de la fuerza. Monsanto, ejemplo
paradigmático, es una de esas empresas que utiliza la fuerza para silenciar y
detener a aquellos que denuncian sus abusos y atropellos, que atentan contra
las bases económico-productivas de un país y contra las vidas de los
pobladores. La utilización de la fuerza como método de sofocación es el rasgo
característico del acampe de Malvinas Argentinas, donde los manifestantes
fueron sistemáticamente reprimidos por oponerse a la instalación de una plata
del gigante transnacional. El delito se define según el rango y según la
cercanía con aquellos que hacen actuar la ley.
Esa empresa que traza complicidad con las fuerzas de
seguridad pública se presta también a la preparación de su propio patrimonio de
choque: a principios de noviembre se anunció la compra por parte de Monsanto de
Blackwater, el mayor ejército de mercenarios del mundo, famoso por la masacre
de civiles llevada a cabo al servicio del imperialismo norteamericano.
La relación con Monsanto viene de largo: en 2008 Monsanto
contrató los servicios de Total Intelligence, cuyo director era Cofer Black,
que a partir de prestar su facultades para espiar e infiltrarse en
organizaciones de derechos humanos y de activistas antitransgénicos y de fijar
la sumisión de las corporaciones biotecnológicas y farmacéuticas, trabó una
amistad y relación que se destiló en sociedad. En la Argentina desarrolló sus
habilidades persecutorias contra aquellas organizaciones que denuncian su
posición hegemónica y las prácticas abusivas que desconocen todo derecho a la
vida de las poblaciones. Las muertes provocadas por los productos químicos
impuestos en el mercado y por las acciones de las fuerzas de seguridad
(públicas y privadas) a su servicio, difícilmente lleguen a los estrados
judiciales. Las consecuencias del modelo de saqueo tienen que ser contenidas:
ninguna de esas prácticas son percibidas como delitos. Tampoco los directivos
van a la cárcel. Imposible mejores garantías para el ejercicio del crimen.
Enviado por: Lucas Paulinovich lpaulinovich@gmail.com
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