Como héroes Amagá
despidió a sus mineros
12 escenas de dolor y angustias se juntaron en el parque de
Amagá, en el adiós a los mineros de La Cancha.
FOTO JULIO CÉSAR HERRERA
En medio de la angustia y de la incertidumbre de los mineros
de Amagá por el cierre de 28 minas fueron sepultados ayer las 12 víctimas de la
tragedia de Carbones La Cancha.
Una caravana de dolor y lágrimas, encabezada por un
gigantesco ángel de yeso, que era llevado en un campero, les dio ayer el adiós
a los 12 mineros muertos el 30 de octubre en un socavón de la mina Carbones La
Cancha, de la vereda la Ferrería de Amagá. A las 10:40 a.m., cuando llegó el
cortejo fúnebre al sitio el Corazón de Jesús, en la entrada al pueblo, la
espera de los familiares que llevaban allí horas, se transformó en un dolor que
estuvo represado 24 días. El llanto se hizo colectivo y conmovió a los
centenares de amagaceños, autoridades y socorristas que los acompañaron hasta
ese lugar.
Allí, lentamente, los coches funerarios, llegados de
Medellín, se fueron ubicando en fila india con los ataúdes de las víctimas.
Bajo un sol abrasador, se inició una lenta marcha fúnebre
programada para llegar al atrio del templo de San Fernando Rey, en el parque
principal de Amagá.
Detrás de cada carroza fúnebre se ubicaron madres, hijos, esposas
y amigos de cada uno de los mineros fallecidos. Cada familia llevaba en el alma
su dolor que solo podía expresar con lágrimas, que rodaban por las mejillas
mezcladas con el sudor que producía el fuerte calor.
La caravana fue acompañada por los socorristas de Salvamento
Minero, los mismos que durante 17 días desafiaron las entrañas de la tierra
para rescatar los cadáveres de sus compañeros. Algunos de ellos llevaban en sus
manos los afiches enmarcados de los rostros de las víctimas.
También marcharon la Defensa Civil, con 12 banderas del
municipio de Amagá; la Policía; funcionarios del Departamento, encabezados por
el gobernador (e) Santiago Londoño; el alcalde de Amagá, Juan Carlos Amaya y su
equipo de gobierno, la Personería de Amagá; la Defensoría del Pueblo, y los
compañeros de trabajo de la mina La Cancha quienes vestían con camisetas
blancas en las que exhibían las fotos de los rostros de sus compañeros caídos.
En la medida en que esta lenta caravana descendía por una
empinada calle, rumbo al parque, la tristeza se reflejaba en los rostros de
centenares de vecinos que salieron a recordar a sus amigos.
Unos oraban, otros señalaban el carro que llevaba la cinta
con el nombre de un amigo y la mayoría, lloraba.
Luego de más de media hora de recorrido, el cortejo fúnebre
llegó al parque, donde se preparó una tarima y un altar frente al templo.
En la medida en que cada féretro era ubicado frente al altar
hecho para la ceremonia exequial, la desolación y la tristeza se apoderaron de
los seres queridos de los mineros.
Muchos de los, hijos, madres, hermanos y esposas, posaron
sus rostros sobre las tapas de los ataúdes, en medio de las lágrimas. Una
adolescente, hija de uno de los mineros, no resistió y se desplomó. socorristas
de la Cruz Roja acudieron en su auxilio, pero la niña parecía inconsolable.
Entonces, la ceremonia exequial se inició con un minuto de
silencio.
Luego, en su homilía, el obispo de la Diócesis de Caldas,
monseñor José Soleibe Arbeláez, quien presidió la celebración, expresó toda su
solidaridad con las familias y con la comunidad minera de Amagá.
“Es necesario que la situación de estos mineros cambie en
Colombia y aunque el carbón da trabajo y es una riqueza para el país, no
podemos seguir perdiendo vidas tan valiosas. Tenemos que modernizarnos,
tecnificarnos, para que este dolor no se repita día a día, porque es muy duro
hacer la cuenta de tantos mineros que hemos perdido en los últimos años y esto
no puede seguir así”, expresó el obispo.
Maiden García, madre de Fausto Álvarez, dijo que la
programación de las exequias la tomó por sorpresa, ya que pensaron que se iba a
demorar más la identificación en Medicinal Legal, debido a que a su hijo lo
reconocieron por el ADN.
“A este dolor, dijo, se suma la angustia de no saber qué va
a pasar con los mineros que quedaron cesantes”.
Dora Patricia Cadavid, esposa de Wilson Gómez, indicó, entre
sollozos, que nunca olvidará la mañana del 30 de octubre cuando su esposo se
despidió y le dijo que la amaba y que cuidara mucho a sus hijas de 14 y 15
años.
El alcalde de Amagá, Juan Carlos Amaya anunció que le hará
una propuesta al Ministerio de Minas para que les reconozca un salario mínimo a
los 224 mineros que va a emplear durante cuatro meses mientras se soluciona su
situación de empleo, porque solo les ofrecieron $70 mil semanales.
Anotó que además de las 18 minas aledaños a La Cancha,
cerraron otras 10 del sector Minas y 520 familias se quedaron sin sus ingresos.
A las 2:30 p.m. la caravana llegó al cementerio. Hubo una
larga espera y una nueva angustia. Había que sacar los cadáveres de unas bolsas
que los preservaban por lo que se optó por dejar entrar solo de a cinco
familiares. La multitud reclamó y se impuso. Así Amagá pudo acompañar hasta su
última morada a los héroes de La Cancha. TOMADO DE EL COLOMBIANO
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