Posición Adaptación CAN-LA (BORRADOR)
Climate Action Network Latin America (CAN-LA) es el Nodo
Regional de Climate Action Network International (CAN-I) en la región
geográfica de América Latina y el Caribe. CAN-LA se compone de organizaciones
no gubernamentales independientes en la lucha contra los efectos nocivos del
cambio climático. La red basa su trabajo en la confianza, apertura democrática
y equidad de sus miembros.
La región de Latinoamérica y el Caribe es las más biodiversa
del mundo, es una región que contiene grandes recursos naturales y al mismo
tiempo, es una de las regiones más vulnerables del planeta ante el cambio
climático. El quinto informe del IPCC es claro, cuantas más demoras haya en
mitigar los gases de efecto invernadero, mayores y más devastadores serán las
consecuencias; por ende se hará más costoso el proceso de adaptación, y
finalmente será sumamente difícil lograr la erradicación de la pobreza,
seguridad alimentaria y el bienestar de las sociedades.
El Cambio Climático atenta contra la biodiversidad
latinoamericana y su gente; es por eso que los gobiernos de nuestra región
deben tomar las medidas necesarias para poder afrontar los nuevos escenarios
climáticos que vendrán, defender los recursos naturales, y hacer valer en las
negociaciones lo que es verdaderamente necesario para que todos los países del
mundo puedan adaptarse.
Hay más de 40 países de Latinoamérica y el Caribe en la
CMNUCC, y todos tienen mucho en juego a la hora de decidir sobre el futuro
régimen climático. Por eso, los representantes de la sociedad civil unidos en
CAN-LA presentan su visión y una serie de propuestas para el compromiso que los
países puedan acordar en Lima y más allá en materia de adaptación.
Es importante que la adaptación al Cambio climático tenga la
misma relevancia para los países que la dada a la mitigación de las emisiones
de gases de efecto invernadero. Las acciones de adaptación deben ser
incrementadas inmediatamente en todos los países, y el apoyo financiero debe
estar disponible para la misma.
Sobre el balance entre mitigación y adaptación
Es crucial que las medidas para el futuro tengan un correcto
balance entre los esfuerzos de mitigación y las necesidades de adaptación. Esto
podrá contribuir de una manera más comprensiva a abordar la problemática.
La ciencia nos dice que la adaptación es obligatoriamente
necesaria, y si para el año 2030 no se toman las medidas necesarias, los costos
de adaptación podrían multiplicarse de manera notoria. Cualquier negociación de
adaptación dentro del nuevo acuerdo tiene que considerar la flexibilidad de
incrementar los esfuerzos de apoyo a la adaptación en el tiempo, entendiendo
que si la ambición en la reducción de emisiones no es suficiente, el esfuerzo
de adaptación (y eventualmente las pérdidas y daños) será mayor.
La opción de incorporar la adaptación en las contribuciones
nacionalmente determinadas (INDCs) podría ser una manera de elevar el perfil de
la adaptación en el régimen climático post 2020. Pero es importante destacar
que hacerlo no debiera ir en detrimento de las acciones de adaptación ya
existentes (NAPs, NAPAs, etc).
Sobre el apoyo para adaptación
Las contribuciones nacionalmente determinadas del nuevo
acuerdo deben incluir la adaptación de los países y, en donde sea necesario,
incluir los requerimientos de implementación que conduzcan a lograrla.
Al hablar de distribución financiera es importante mantener
el concepto de equidad, es decir, considerar la necesidad de los países, el
riesgo que presentan y la vulnerabilidad que tienen, entre otros factores, para
determinar una repartición proporcional y justa de los recursos para que los
países que verdaderamente necesitan apoyo puedan adaptarse de la manera mas
apropiada.
Los países con mayor responsabilidad y capacidades deben
contribuir a los fondos Verde y de Adaptación; en ambos casos se trata de fondos
que aún no tienen la suficiente cantidad de dinero y que son cruciales para
cualquier medida que se quiera tomar para el futuro. Es sumamente importante
que todo apoyo financiero sea adicional a las obligaciones que los países ya
tienen y que además provengan de fuentes públicas; que sean predecibles, y que
escalen progresivamente a los 50 mil millones de dólares hacia el año 2020.
Sobre un Objetivo Global de Adaptación
A la hora de considerar objetivos vinculados a las INDCs, la
idea de tener objetivos globales de adaptación es puede ser una buena opción.
Establecer objetivos globales de adaptación vinculados a
diferentes escenarios de temperatura global, por ejemplo, podría proveer una
herramienta para comparar esfuerzos en diferentes países y niveles de apoyo
otorgados para alcanzarlos.
Por supuesto, un objetivo de este calibre necesitaría tener
una revisión periódica que asegure que los países están, o no, en camino de la
meta propuesta. Borrador , enviado en red foroba
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