Enfermedades emergentes y cambio climático
Por el dr. Jorge Osvaldo Gorodner Especialista en
Infectología. Profesor honorario
y académico de Medicina. Ningún otro suceso es
potencialmente capaz de dañar tanto la vida en nuestro planeta como el
calentamiento global”(1). Los cambios introducidos por el hombre en el medio
físico y su consecuente impacto atentan contra la salud, creando ambientes
propicios para la aparición y diseminación de patologías. La temperatura, la
humedad relativa ambiental y las lluvias, que modifican su régimen debido a los
impactos ambientales, ocasionan importantes consecuencias para la salud humana,
particularmente generando multiplicación de vectores de enfermedades
endemoepidémicas.
En el último siglo las temperaturas promedio mundiales se
incrementaron más de 0,5° C y la década del 90 resultó ser una de las más
tórridas registradas hasta el momento. Los glaciares están desapareciendo y los
corales marinos se atrofian. Las sequías son importantes en áreas de Asia y
Africa, y las devastaciones derivadas de la corriente de El Niño son cada vez
más frecuentes al Este del Pacífico.
Los polos han comenzado a descongelarse y los lagos y ríos
en los países fríos tienden a hacerlo más temprano cada año. Hay enfermedades
cardíacas y respiratorias, infecciones y desnutrición secundarias al cambio
climático y la Organización Mundial de la Salud (OMS) sostiene que ocasiona
alrededor de 140 mil muertes anuales. Se estima que para el año 2030 el cambio
climático aumentará hasta el doble el riesgo de algunos parámetros de salud.
Los principales incrementos ocurrirán en las enfermedades relacionadas con las
inundaciones, así como también en la diarrea por cólera.
Los estudios que han evaluado esta relación se han centrado
sobre todo en el fenómeno de El Niño. También se ha constatado el impacto
epidemiológico que está provocando en América el dengue, la fiebre chikungunya
y la fiebre zika (2-5).
En cuanto al dengue, la forma grave fue identificada por vez
primera en los años cincuenta del siglo pasado durante una epidemia en
Filipinas y Tailandia. Hoy en día, afecta a la mayor parte de los países de
Asia y América Latina y se ha convertido en una de las causas principales de
hospitalización y muerte en los niños de dichas regiones. La OMS respecto al
“Dengue y dengue grave” señala que “en las últimas décadas ha aumentado enormemente
la incidencia” (6).
No obstante, el número real de casos está insuficientemente
notificado y muchos están mal clasificados. Según una estimación reciente, se
producen 390 millones de infecciones por dengue cada año, de los cuales 96
millones se manifiestan clínicamente. En otro estudio se ha estimado que 3.900
millones de personas de 128 países están en riesgo de infección por los virus
del dengue (7).
Antes de 1970, sólo nueve países habían sufrido epidemias de
dengue grave. Ahora la enfermedad es endémica en más de 100 países de las
regiones de Africa, las Américas, el Mediterráneo Oriental, Asia Sudoriental y
el Pacífico Occidental. Las regiones de Asia Sudoriental y el Pacífico
Occidental más las Américas registraron en 2008 más de 1,2 millones de casos y
en 2013 más de 3 millones, siendo 37.687 de dengue grave. En 2015 se ha
notificado un aumento del número de casos en Brasil y en varios países vecinos.
Europa ya se enfrenta con la posibilidad de brotes de dengue
y la transmisión local de la enfermedad se notificó por primera vez en Francia
y Croacia en 2010, y se detectaron casos importados en otros tres países
europeos. En 2012, un brote de dengue en el archipiélago de Madeira (Portugal)
ocasionó más de 2.000 casos, y se registraron casos importados en otros 10
países europeos, además de Portugal continental. EE.UU. ha detectado casos por
primera vez en 2007 y hasta 2013 tuvo 1.292 casos leves. Recientemente, en
Florida se han notificado 12 casos. Además, el dengue sigue afectando a países
de América central, especialmente Costa Rica, Honduras y México. En el Estado
de San Pablo (Brasil) en 2014 han enfermado 201.000 habitantes, mientras que en
2015 se afectaron 500.000 personas, falleciendo 360. Colombia tuvo en 2015,
75.973 casos con 61 fallecidos en la semana epidemiológica 42. Cada año,
alrededor de 500.000 personas con dengue grave, muchos de ellos niños,
necesitan hospitalización. Aproximadamente, el 2,5% fallecen.
En América, en el periodo 1982-1987 hubo 1 millón de
afectados y en 2002- 2010, 4,8 millones. “A pesar de los grandes esfuerzos
llevados a cabo por los países, el número de enfermos de dengue sigue en
aumento cada año”, advirtió recientemente la representante de OPS/OMS en
Argentina, Maureen Birmingham, en referencia a que “entre enero y octubre de
2015 se registraron en la región casi dos millones de casos y alrededor de un
millar de muertos” (8-10).
En cuanto al virus zika, éste fue descubierto en monos en
Uganda en 1947. Su nombre proviene de la selva Zika donde fue hallado. Es originario,
por lo tanto, de Africa y se han registrado brotes en el sureste de Asia y en
las islas del Pacífico (11).
En medio de la creciente alarma por la propagación del zika
en el continente americano, se ha descubierto mediante análisis genéticos que el
zika presente en la región es de origen asiático y presenta una similitud del
99% con la secuencia del virus que causó un brote de zika en la Polinesia
francesa en 2013 (12). La rápida diseminación del zika a 24 países y
territorios de América desde mayo de 2015 se ha debido a la carencia de
inmunidad de la población y a la alta prevalencia de Aedes aegypti. La OMS ha
contabilizado hasta ahora brotes considerables en Brasil, Colombia, El
Salvador, Panamá y Cabo Verde.
En Colombia en 2015 hubo 11.712 casos registrados, de los
cuales 297 correspondían a mujeres en estado de gestación. En Brasil hay más de
un millón y medio de casos de Zika y más de 4.180 casos de microcefalia, 30
veces más de lo reportado en cualquier año desde 2010. En Florida (EE.UU.) se han
denunciado recientemente 3 casos y Argentina ha registrado 4 casos de fiebre
por virus zika.
La OMS considera que en el plazo de un año se contabilizarán
en el mundo entre 3 y 4 millones de casos (13,14). La Fiebre Zika se presenta
con clínica de fiebre leve, sarpullido, cefalea, malestar general y
conjuntivitis no purulenta que ocurre entre tres a doce días después de la
picadura del mosquito vector. La sintomatología puede durar entre dos y siete
días. El virus de la fiebre chikungunya fue detectado en Tanzania en 1952.
A partir de 2004 se han reportado brotes intensos y extensos
en Africa, las islas del océano Indico y la región del Pacífico, incluyendo
Australia y el sudeste asiático (India, Indonesia, Myanmar, Maldivas, Sri Lanka
y Tailandia). En 2007 el virus se extendió a Italia (región de Emilia-Romagna)
y en los últimos años llegó a América Latina (15).
Los recientes brotes de chikungunya han causado un impacto
importante en los servicios de salud. La fiebre ha ocasionado la muerte de dos
personas en Guatemala y en Nicaragua, y ha contagiado a 120.145 personas en los
primeros ocho meses del año 2015, según datos de los Ministerios de Salud de la
región. En la Región de las Américas desde el 1 de enero de 2016 y hasta el 5
de febrero se han notificado 6.244 casos sospechosos y 175 confirmados. Los
países con mayor número de casos son Colombia (3.178), Nicaragua (1.684) y
Venezuela (108). La fiebre chikungunya provoca fiebre alta, intensas
artralgias, mialgias, eritemas, y cefaleas. Un caso de cada mil puede ser
severo, requiriendo hospitalización. Como se ha citado, se han descrito también
defunciones. Las personas de más de 45 años pueden presentar una fase crónica
de la enfermedad con dolores en las articulaciones que pueden durar meses o
años.
El Aedes aegypti es el agente transmisor de las patologías
señaladas. No hay transmisión interhumana, salvo algunas sospechas en la fiebre
por virus zika. Se piensa que podría haber transmisión perinatal
transplacentaria o durante el parto si la madre está infectada y tiene
presencia del virus en la sangre en ese momento (transmisión vertical
relacionada con casos de microcefalia). Se ha aislado también el virus en
semen, sangre, saliva y orina de seres humanos y no está descartada la posible
transmisión sexual o mediante transfusiones sanguíneas, pero de existir, son
enormemente raras. El Aedes aegypti, en su calidad de vector, es el eslabón
principal de la cadena de transmisión.
Otro eslabón clave es el hombre, ya que la hembra del Aedes
necesita para su reproducción obtener sangre de éste a través de la picadura.
Aedes aegypti se encuentra actualmente en más de 100 países, transmitiendo
diariamente el dengue y manteniendo en riesgo de contraerlo a más de 200
millones de seres humanos en el mundo (8).
La OMS ha señalado (27/1/2016) que la situación
epidemiológica actual en el Continente Americano, particularmente por la fiebre
zika, es grave y ha declarado una Alerta Sanitaria Internacional. Para la
prevención del Dengue y de la Fiebre zika, fiebre chikungunya y fiebre
amarilla, en las que interviene el Aedes como vector, se precisa protección de
las picaduras de mosquitos mediante el uso de repelentes y el uso de ropa que
cubra el cuerpo (mangas y pantalones largos).
Además es necesario eliminar los criaderos, por pequeños que
estos sean, para evitar la reproducción del mosquito. La eliminación de Aedes y
su control es de primera prioridad. El tratamiento de lugares de difícil acceso
o vedados es un factor de suma importancia. Para estos casos, el Estado debiera
disponer de las medidas legales pertinentes para superar dicha contingencia.
Otro elemento a valorar es el uso de drones fumigadores.
Finalmente, la educación sanitaria de la comunidad es una
herramienta indispensable en la lucha contra el vector, de forma que el uso de
las medidas más convenientes pueda implementarse y nada quede al azar. A veces,
se deben adoptar medidas sostenidas o extraordinarias para la eliminación,
sobre todo de formas con resistencia comprobada.
En Brasil, se ha conformado un “Ejército Sanitario” con
220.000 hombres debidamente adiestrados en la prevención y control de
mosquitos, que visitan personalmente cada casa para proceder a la eliminación
de criaderos de Aedes. Otra experiencia, es la que se lleva a cabo en
Piracicaba, Brasil, con mosquitos transgénicos para combatir el Aedes aegypti.
Los mosquitos transgénicos se aparean en libertad con
hembras salvajes y transmiten el “gen letal” a sus descendientes, por lo que la
nueva generación de mosquitos muere antes de llegar a la fase adulta. Esta
experiencia ha reducido la población del Aedes en el 82% y el número de casos
de dengue, en esta localidad, se redujo de 133 a 116.
En definitiva, la situación epidemiológica obliga a apelar a
todos los recursos factibles que contribuyan a eliminar los vectores,
reforzando la labor que están llevando a cabo las autoridades sanitarias y la
comunidad en los países afectados, mientras se espera, en un futuro no muy
lejano, poder contar con vacunas que prevengan estas patologías tropicales de
alto coste sanitario y social. Editorial
publicada hace poco en la revista
Enfermedades Emergentes de Barcelona-España. TOMADO DE EL
LITORAL DE CTES AR
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