Denuncian a una mafia de los galgos que recauda hasta un
millón de pesos por día
Buenos Aires - En el interior de la provincia de Buenos
Aires hay una mafia que explota y tortura perros, recauda hasta un millón de
pesos por carrera, vende cocaína y cuenta con protección policial. Se hacen
llamar "los galgueros" y sus lazos comprometerían a altos jefes
regionales de la Policía Bonaerense y también a ciertas intendencias; tanto que
el juez federal Daniel Rafecas investiga una denuncia sobre tráfico de drogas
donde están involucrados personajes de toda laya: criminales millonarios a
cuesta de los pobres galgos.
Se trata de la raza predilecta de faraones egipcios y reyes
europeos. Están preparados genéticamente para la caza, poseen un elegante porte
y son uno de los animales más rápidos del planeta. En su estado natural, llegan
a correr entre 60 y 70 kilómetros por hora, pero con la ayuda de algunas
drogas, alcanzan los 100. Buenos Aires es la única provincia argentina que
cuenta con una norma en contra de las carreras de perros, pero la prohibición
resulta ser el escenario preferido para que unos pocos hagan negocios al margen
de la ley. Miles de personas se congregan todos los fines de semana en
torno a las apuestas ilegales que generan entre 300 mil y un millón de pesos
por jornada. Es bastante dinero que no llega a las arcas del Estado, aunque eso
no impida que la recaudación se distribuya entre funcionarios municipales,
judiciales y policías.
"Muchos de los asistentes y galgueros viven de la
delincuencia y de las apuestas. En estos encuentros se consume mucha droga. Si
a esto se le suma que va mucha gente con antecedentes penales y armada es algo
muy peligroso. Notamos que es una especie de hobby para algunos narcos y delincuentes
pesados como piratas del asfalto a los que les gusta jugar fuerte",
explicó a Tiempo Argentino el presidente de la Comisión Nacional por la Lucha
contra la Impunidad, Rodrigo Ferreirós, que denunció a unos 20 canódromos a lo
largo y ancho de la provincia (Ver aparte).
Estos encuentros se realizan los fines de semana a partir de
las 10 hasta las 13 o hasta las 16:30, según los premios que se disputen. En
promedio, la convocatoria es de 100 hasta 400 personas, aunque según palabras
de los propios organizadores hay festivales en los que llega a haber hasta 15
mil participantes, a razón de 100 pesos sólo por la entrada, los ingresos se
traducen en el mejor de los casos en 1,5 millones de pesos. A esto hay que
sumarle el botín de las apuestas que levantan los "pasadores
oficiales".
También son habituales las pujas entre particulares que
muchas veces suelen terminar mal ya que como en cualquier actividad no
regulada, vale todo. Están los que dicen que es un divertimento para los perros
y que se trata de pasar una sana tarde en familia, y están aquellos que
aseguran que los animales son mercancía en un ambiente hostil, donde el perro
que sufre una lesión o llega a una determinada edad, es descartado de inmediato
mediante el sacrificio o el abandono sin agua ni comida.
Marta Wagner preside la Asociación para la Asistencia al
animal abandonado y comenzó a investigar el tema en 2011, cuando le llegaron
comentarios de sacrificios caninos durante las carreras. Primero denunció a los
organizadores en las comisarías. "Pero ahí no nos fue bien, la policía
jamás se acercaba a los lugares para cortar con el negocio. Por eso empecé a ir
a las fiscalías de turno, pero tampoco actuaban, sólo pasaban el expediente a
los juzgados correccionales que ni siquiera demostraron interés en frenar el
juego ilegal."
Sin desmoralizarse, Wagner compró equipos de cámaras ocultas
y entró en las carreras. Llegó a apostar para obtener los comprobantes del
delito y sobre todo, fotografió a varios patrulleros en la puerta de entrada de
los canódromos. En los móviles policiales no solía haber agentes porque
generalmente estaban dentro de los predios como si fueran parte del personal de
seguridad.
"Con todas la pruebas reunidas realizamos un nueva
denuncia en la UFI 3 de Diego Torres, pero esta vez por corrupción
policial", contó Marta, quien se animó a levantar su voz, en
representación de sus vecinos, aunque eso le valiera el escarmiento: fue
amenazada, le introdujeron azúcar en el tanque de nafta de su camioneta para
que se fundiera, le baldearon la vereda de su casa con aceite y solvente para
incendiarla. "Quedaba en evidencia que estábamos tocando intereses de
gente poderosa", continuó la mujer.
Con el pasar de los meses, Marta llegó a realizar una
veintena de denuncias más intentando adelantarse a la realización de cada
carrera. El 21 y 22 de septiembre de 2013, fue el turno de un encuentro que se
realizaría en la ciudad de General Alvear, con motivo de los festejos del Día
Internacional del Galguero, donde uno de los premios, de 10 mil pesos, llevaba
el nombre del intendente local, Alejandro Celillo de la Unión Cívica Radical.
El procedimiento judicial y policial no impidió que la
fiesta de los galgos se suspendiera, sino que a último momento se trasladó a la
ciudad de Daireaux, donde debió intervenir un juez de Trenque Lauquen para
sitiar al pueblo con cientos de gendarmes. Entonces, "La carrera del
siglo" entre el perro Ciro Black contra el caballo El Glorioso no pudo
realizarse.
El caso de General Alvear es paradigmático. Una ordenanza de
febrero de 2013 indicaba que habilitaba en el distrito las carreras de galgos.
Sin embargo, desde la Auditoría General de la provincia de Buenos Aires fueron
tajantes: "La autorización para el desarrollo de esta actividad es materia
reservada al legislador provincial. Los municipios carecen de facultades para
permitir la realización de carreras de perros."
Wagner logró cerrar momentáneamente los canódromos de
Bolívar y Chacabuco. Ella es de Dolores, donde conviven dos canódromos, uno de
ellos regenteados por los hijos de un policía. "En noviembre del año
pasado logramos desbaratarlos, siempre con el descontento policial ya que había
que discutir con ellos para que fueran y debíamos controlar que realmente lo
hicieran porque nunca cortaban las carreras limitándose sólo a charlar con los
organizadores", detalló la mujer.
Luego de sufrir varios robos y atentados menores, en la
noche del 30 de noviembre de ese año, dos bombas molotov cayeron en el hospital
público veterinario que lleva adelante la asociación proteccionista hace 17
años. El lugar quedó destruido. De los 25 perros que había en su interior, dos
murieron y el resto sufrieron graves quemaduras. Wagner apuntó por el atentado
"a los galgueros, la inacción de la justicia, la connivencia de la policía
y del poder político que mira para un costado". La fiscalía envió un
perito recién diez días después y la causa quedó en la nada.
Ahora el juez federal Rafecas debe profundizar la pista
sobre el funcionamiento ilegal de 20 circuitos de carreras de perros en el
interior de la provincia de Buenos Aires. Allí asisten los delincuentes para
consumir drogas y apostar al galgo ganador. En la mayoría de los casos, al
animal le estalla el corazón por la cantidad de drogas que le inyectan para que
corra a la velocidad de un rayo. Y el
público mira desde la tribuna.
15 mil personas son las que frecuentan este tipo de carreras
en algunos distritos rurales de Buenos Aires. El costo de la entrada es de $
100. Las apuestas forman "una caja" aparte.
Rodrigo Ferreirós denunció ante el juez Daniel Rafecas y el
fiscal Patricio Evers la comercialización de drogas en más de 20 canódromos
ilegales que funcionan en el interior de la provincia de Buenos Aires. Algunos
de ellos se encuentran en las localidades de Mercedes (Pago Chico), General
Alvear, Daireaux (Club Hípico Lasalle), Bragado (Club Hípico), dos en Baradero (Las
Palmeras y Los Eucaliptus), dos en San Clemente del Tuyú (Club El Hípico y El
Cementerio de los Elefantes), Saladillo (Sociedad Rural), Bolívar (Hipódromo de
Bolívar), dos en San Pedro (El Castrense y Club Los Galgos), Vedia (Club
Atlanta), otros dos en Dolores y otro en San Miguel del Monte. (Por Federico
Trofelli - Tiempo Argentino). Publicado por Dante TABOADA CARDOSO – TOMADO DE
ENVIO DE ASI SOMOS DE CORDOBA
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