- Periplo
de 10.000 millas a bordo de un viejo velero de 9 metros
- Récord
mundial a 53 nudos antes del asalto al Atlántico más gélido
Sven Yrvind, a bordo del 'Exlex Minor', durante una prueba de navegación. | BEPPE BACKLUND //
ALBERTO MAS @AlbertoMas_
Si alguien ha visto estos días a Sven Yrvind por
el puerto de isla de Faila, en las Azores, avanzando muy lentamente
con la ayuda de un bastón, le costará mucho creer que el cuerpo machacado de
ese hombre de 82 años acaba de completar una travesía en solitario
de 3.571 millas (5.747 km) y 78 días de
duración a bordo de una pequeña embarcación construida con sus propias manos en
el garaje de su casa. De hecho, su estado actual es el resultado de las muchas
tormentas a las que el navegante sueco ha tenido que enfrentarse desde que
soltó amarras en Ålesund (Noruega) el pasado 30 de junio. La última aventura de
Yrvind se ha desarrollado a cámara lenta, como su andar en el archipiélago
portugués, a una velocidad media de 2 nudos, lo que equivale
a ¡3,7 kilómetros por hora!
"He estado mintiendo durante casi toda la
navegación", confiesa Sven a la publicación DVV sobre las comunicaciones que mantenía con su
equipo de tierra durante el viaje y en las que optó por no desvelar su estado
físico real. "Ahora tengo que intentar empezar a moverme, pero no es tan
fácil". El navegante explica que sus músculos se han
"marchitado" debido a que apenas se ha movido durante los
dos meses y medio de travesía.
En cuanto finalice la cuarentena en Faila que debe cumplir
como manda el protocolo sanitario en las Azores, el navegante octogenario
cogerá un avión para volver a su casa en Västervik, habiendo cumplido el sueño
de navegar en el Mar de los Sargazos. Eso sí, en el tintero del
marinero queda una aventura pendiente: alcanzar las antípodas con su
microbarco. Yrvind zarpó de la costa noruega a principios de verano con la
intención de llegar a Nueva Zelanda, pero pronto comprobó que la
embarcación no estaba preparada para resistir las condiciones de viento y ola
con las que iba a toparse en el océano Índico, por lo que decidió fijar las
Azores como destino final del periplo.
El 'Exlex Minor' que el sueco ha diseñado,
construido y navegado es una "bicicleta de montaña de los
océanos", como él mismo define a su embarcación, de 5,8 metros
de eslora por 1,23 de manga y un calado de 0,2 metros. No habrá mucho
regatista fornido dispuesto a surcar el Atlántico Norte con semejante
artefacto. Pero Yrvind lleva décadas confiando en sus creaciones.
Sven Yrvin, en 2017. | NICO KRAUSS
El abogado y escritor especializado en temas de la mar Pipe
Sarmiento ya nos descubrió hace años en NAUTA360 la historia de este
peculiar marino. Recuperamos parte del artículo:
Sven Yrvind nació en Gotemburgo1939. Hijo de un oficial de
la marina mercante, en 1960 estrenó su primera vivienda, un viejo pesquero de
10 metros atracado en un puerto del Báltico. Por aquel entonces trabajaba
de mecánico naval. Y no tardó en gastarse todos sus ahorros para
comprar su primer velero. Dos años después, apenas cumplidos los 22, se
construyó un barquito de 4,75 metros con el que navegaría durante
siete años por las costas de Suecia, Noruega y Dinamarca.
En 1968, compró un barco de 12 metros a bordo del cual
navegó hasta Río de Janeiro. Sin embargo, nada más llegar dijo: "Un
barco grande tiene problemas grandes, por eso nunca volveré a navegar en uno;
regresaré a los chicos; estos sólo dan problemas pequeños". Y eso
hizo. Construyó una embarcación de cuatro metros para volver a cruzar el
Atlántico. Una proeza, pues apenas cabía tumbado y el agua, la comida y la ropa
la tuvo que racionar hasta extremos delirantes.
En 1970, a los 31 años, construyó otro diminuto
velero en la bodega de la casa de su madre al que llamó Bris I con el
que alcanzó la diminuta isla de Santa Elena en el hemisferio Sur.
Otra memorable hazaña sobre 6 metros de madera contrachapeada.
Para ampliar sus conocimientos de construcción naval, trabajó
en Inglaterra con Dick Newick en el catamarán con el que Mike Birch ganaría la
Ruta del Ron de 1978. También lo hizo con el diseñador norteamericano Walter
Green, otra leyenda del diseño de trimaranes en los setenta y ochenta. De
ambos adquiriría conceptos muy claros sobre los materiales y su resistencia,
que más tarde aplicaría sobre cada uno de los diminutos veleros que armó.
En 1989, regresó al Atlántico navegando desde Suecia
a Nueva York vía Irlanda y Terranova. Ese año se retiraría de
los mares tras contraer matrimonio con una pintora sueca, para dedicar sus
extraordinarios conocimientos sobre maderas y los salarios que iba obteniendo a
construir su casa.
Durante 15 años el nórdico no dio señales de vida en su
ámbito marino. Hasta que en 2005 se supo que estaba construyendo un
nuevo velero de 27 pies con el que, meses después, navegaría de Suecia a
Florida junto a un amigo.
Ya en 2008, empezó a fabricar el Yrvind.com, un
velerito de 4,60 metros y 1,30 de manga, al que por primera vez en esa
eslora colocó un palo de mesana en el que sujetó el piloto de viento y un remo
a modo de timón: un engendro maravilloso que le llevó por esos mares.
Tras probarlo por el Báltico, en 2011 empleó 45 días
en navegar la distancia que separa las islas portuguesas de Madeira y Martinica.
Una travesía lógicamente en solitario -solo cabe uno a bordo-, que concluyó
felizmente, y que le dio nuevos ánimos para emprender lo que él llama el viaje
definitivo: una vuelta al mundo sobre tres metros de velero."
El patrón y su barco, en las Azores. | MAREK HRYNIEWIECKI
La salida de ese viaje definitivo se retrasó hasta 2018,
con el sueco luciendo 78 primaveras, y no se hizo sobre tres metros de velero,
sino sobre 5,76 metros, la eslora del 'Exlex' ("Outlaw"). En mayo de
ese año, soltó amarras en Irlanda con la intención de llegar a Nueva
Zelanda casi un año más tarde. Sin embargo, la aventura apenas alcanzó los
dos meses de duración, lo que tardó Sven en asumir que su barco no estaba
preparado para llegar a hasta las antípodas.
Pero Sven Yrvind nunca se dio por vencido. Nada más llegar a
Suecia tras su frustrada travesía a Nueva Zelanda, comenzó a construir 'Exlex
Minor', el último de sus microbarcos. Seguía soñando en Oceanía, pero esta vez
se ha despertado en las Azores. Ahora bien, nada de hablar de fracaso o
decepción. Lo suyo es el éxito constante de un amor irreductible por el mar y
la vela en el que poco importan las esloras, las distancias o la edad.
Tomado de nauta 360 sugerido en face de victor Alcides diaz
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