LOS LENGUAJES
PROTECTORES DE NUESTROS BOSQUES Por VÍCTOR CORCOBA
HERRERO | Ellos no hablan,
pero albergan una ternura que da refugio a multitud de especies animales y
vegetales. Se alzan al cielo como protectores de vidas. También la especie
humana, incluidas más de dos mil culturas indígenas, dependen de estas
espesuras vivientes para poder caminar por este mundo. Evidentemente, les
necesitamos, aunque sólo sea para poder respirar.
No olvidemos que son los pulmones de nuestro planeta y el
corazón que mueve los abecedarios de nuestros pasos. Ellos sí que son el
desarrollo sostenible y la alternancia existencial, la seguridad al aluvión de
inseguridades nuestras, la fórmula poética que acrecienta los cauces nacientes,
la verdad silenciada a nuestro ruidoso caminar, la fertilidad para nuestras
sombras y el cobijo que nunca falla, no en vano, son el recurso primario de
atención a la salud.
Además, las áreas de bosques proporcionan -según informe
reciente de Naciones Unidas- tres cuartos de agua potable, que es primordial
para la agricultura, la industria, la energía y el uso doméstico.
Las cuencas forestales son imprescindibles para nuestro
bienestar. Celebrar, por tanto, el día internacional de los bosques, como se
hizo el 21 de marzo, es como loar
nuestra propia razón de vida. Son fundamentales, ya no sólo para la lucha
contra el cambio climático, también para que podamos seguir viviendo.
Una investigación reciente
de la NASA acaba de demostrar que los bosques de la Amazonia reducen el
calentamiento global. A veces pensamos que el destino del mundo depende de los
poderes, de las gentes de pensamientos, de los intérpretes y estadistas, y se
nos queda en el tintero, que aún hoy, multitud de personas utilizan la leña
como combustible.
Ello pone de relieve que es indispensable llegar a un
acuerdo global para proteger nuestros bosques de tantos desajustes sembrados
por la especie humana. En este sentido, nos llena de dolor que actualmente la
narcodeforestación azote a Centroamérica. Las grandes narcopropiedades además
sirven para monopolizar el territorio, pues aunque comprar bosques esté prohibido,
los narcotraficantes tienen suficiente influencia política como para asegurar
su impunidad.
En consecuencia, no sólo hay que reducir la deforestación,
también se debe prevenir la protección de estos mantos que cubren grandes áreas
del globo terráqueo y funcionan como hábitats animales, moduladores de flujos
idílicos y conservadores de vida.
Por desgracia, hemos de reconocer que hacemos bien poco para
que la deforestación ilegal y la degradación forestal no existan. Las metas no
suelen pasar del papel y los compromisos también suelen quedarse en meras
intenciones. Ciertamente, nos falta conciencia para incorporar a nuestras vidas
los recursos que nacen de la propia
historia natural de la que todos somos parte.
Es evidente que, cuando se pierde la cubierta forestal,
asimismo algo nuestro se disipa, en esta biodiversidad de tonos y timbres que
compartimos. Ha llegado, pues, el
momento de integrar las necesidades del ser humano a las iniciativas de
conservación y rehabilitación de estas masas frondosas, que juegan un papel
vital en la vida del planeta.
Desde luego, tenemos que invertir mucho más en este capital
natural, sabiendo el importante papel de los bosques en nuestro mundo. Sin
ellos, nos acechan un montón de
incertidumbres. Por eso, nos alegra que la Política Agrícola Común (2014-2020)
de la Unión Europea, fomente un reparto de ayudas más justo, encaminado a
favorecer las prácticas agrarias respetuosas con el medio ambiente. Al
respecto, se asignarán 8.291 millones de euros para seguir siendo competitivos,
sostenibles y para fomentar un desarrollo territorial equilibrado.
Naturalmente, en el equilibrio siempre está la virtud. Lo que produce es un
inmenso dolor pensar que los bosques nos hablan con su palidez, mientras la
especie humana ni los ve, ni tampoco quiere escucharles a través de su lenguaje
mustio. ¡Despertemos! – TOMADO DE EL COLOMBIANO
No hay comentarios:
Publicar un comentario