EN 60 AÑOS, EL MAR HA
GANADO MÁS DE UN KILÓMETRO DE TERRENO Cojimíes, tierra de peces de agua dulce y
salada La tarde es una buena hora para pescar. En el estuario del río Cojimíes
se puede capturar bagres y corvinas. Foto: Leiberg Santos / El Telégrafo Pese a
estar a cerca del epicentro del terremoto, esta localidad de Pedernales sufrió
pocas afectaciones. Mario Rodríguez Medina Pedernales.- Cuando ya ha pasado la
hora de almuerzo, cerca de las 15:00, el portovejense Juan José Bernal se
encuentra en el malecón de Cojimíes en sus labores de inspección de pesca.
Al preguntarle qué significa vivir en
esta localidad, lo primero que responde es “esta gente es bendita, come como
millonario. Tienen corvinas, centollas, langostinos a la disposición”.
Justamente, Juan José había almorzado un estofado de corvina. Comenta que en el
lugar las personas son muy serviciales, “belleza de gente. Por cualquier cosa
quieren regalar un pescado o unos langostinos, son muy generosos”. La población
local se dedica a la pesca, ya sea en el mar o en el estuario del río Cojimíes.
La actividad camaronera también es alta. En el río hay 350 lanchas en las que
las personas realizan fletes, ya sea por paseo o para ir hasta Esmeraldas
(frente al malecón deja de ser Manabí). También se realiza la pesca deportiva.
Pedro Sánchez es una de las personas que con caña de pescar en mano disfruta
del sitio. Al arribar al muelle, saca de su hielera 2 bagres y 3 corvinas. Con
cuchillo en mano las desbucha. “En la tarde voy a comer rico”, dice entre risas
este quiteño, quien está en Cojimíes por vacaciones. Llegar por carro, una
odisea Hace 10 años, la manera común de llegar a Cojimíes era por mar, ya que
no contaba con carreteras (las vías se habilitaron hace 6 años). Julio Centeno,
oriundo de la localidad y dueño del hotel La Mapara, expresa que cuando la
marea estaba baja se podía acceder a la localidad, “pero yo vi varios carros
perderse porque se quedaban atascados y el mar se los tragaba”. Como anécdota
cuenta que en 3 años se tuvo que comprar 8 vehículos, “porque los metía por la
arena y la salinidad los dañaba. Aquí nadie se compraba carros nuevos, porque
en menos de 3 años ya no servían para nada”. El comercio de la localidad,
indica Centeno, se realizaba por barco. “Nosotros, en el negocio familiar,
salíamos 3 veces por semana para Manta.
Llevábamos reces, café, cacao, maderas y desde allá traíamos los productos
elaborados. Desde aquí se distribuía a las localidades cercanas como Chamanga”.
Además, recuerda que los fines de semana hacían un viaje “exclusivo para llevar
camarones, langostas, conchas y todo ese se iba a Guayaquil”. Sobre la historia
de Cojimíes, Centeno destaca que el comercio fluvial desde siempre fue el
estilo de vida de su gente. “El comercio se intensificó con el boom bananero.
Teníamos un excelente producto y llegaban los barcos desde Esmeraldas para
llevarse nuestro banano”. La llegada de las camaroneras a esta localidad fue en
1975. “El primero en arriesgarse fue Teodoro Carofilis. Luego le siguieron
Fabio Cedeño, Marcelo Palacios y 3 extranjeros más. Yo también estuve en el
negocio desde aquella época, pero tras la mancha blanca (1999) dejé los
camarones”. Antes de la apertura de las carreteras, este lugar recibía
turistas por gestión de los dueños de
hoteles, quienes realizaban giras turísticas. En la actualidad hay 28
establecimientos entre hoteles y hostales. La arena los protegió el 16A Debido
a la calidad de su suelo, mayormente arenoso, el impacto del terremoto no fue
devastador, a pesar de estar en la zona de mayor influencia del movimiento.
Otro de los factores para que en Cojimíes no se hayan registrado personas
fallecidas es la calidad de sus estructuras: muchas son de caña guadúa y
ninguna sobrepasa los 4 pisos. También incidió que la dirección de las ondas
sísmicas fueron para el sureste (según informe del Instituto Geofísico del
Ecuador). Cojimíes se ubica al suroeste del epicentro. El suelo arenoso trajo
complicaciones a Cojimíes desde 1950, cuando el mar empezó a ganar terreno.
Teresa Coba, dueña del restaurante Estuario, cuenta que por aquella época la
localidad estaba más de un kilómetro salida hacia el océano, “pero el agua se
tragó lo que había aquí. Hay una iglesia, escuelas y casas bajo el mar”. Para
evitar que esta parroquia perteneciente a Pedernales pierda más espacio (como
sucedió también en la década de los setenta —la urbe tiene 2 reasentamientos—),
en 2010 las autoridades locales construyeron un muro de escollera. (I)
TOMADA DE EL Diario
EL TELÉGRAFO bajo la siguiente dirección:
http://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/regional-manabi/1/cojimies-tierra-de-peces-de-agua-dulce-y-salada
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