Por Héctor Melesio Cuén Ojeda
En el marco de la XXXIII Semana Nacional de Ciencia y
Tecnología 2016, la comunidad académica y científica del país promovió una
serie de actividades para motivar la participación de la sociedad en estas
importantísimas áreas del conocimiento humano, lo que permitiría al país
mejorar sus condiciones de vida. El lema de este año es: “Cambio climático:
piensa globalmente/actúa localmente”.
Agradezco la invitación que me hicieron llegar varias
Unidades Académicas de Ahome para compartir con ellos la conferencia, “Perspectivas de la educación y ciencia en
México”, la cual atendí con mucho agrado. En realidad hubiera querido que el
contenido de dicha conferencia hubiera sido más alentador, pero la realidad del
país no lo permite.
Para el desarrollo de esta charla, me fueron de gran
utilidad la información del banco de información estadística del Índice
Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación 2015, basado en doce pilares con
sus respectivos parámetros, los cuales a continuación señalo:
1.- Contexto general; 2.- Inversión pública-privada en
Ciencia Tecnología e Innovación; 3.- Educación superior; 4.- Educación básica;
5.- Inclusión: 6.- Producción científica; 7.- Empresas Innovadoras;
Emprendurismo y Negocios; 9.- Infraestructura material e intelectual; 10.-
Propiedad industrial; 11.- Género, y 12.- Tecnología de la Información.
Sinaloa, atendiendo la evaluación de los parámetros de los
pilares, se ubica en el desafortunado lugar número 19, es decir, ni siquiera
nos situamos en la media nacional. Nuestro atraso inicia en el nivel básico,
pues de acuerdo con los datos del INEGI, del total de escuelas de educación
básica (5,996), 5% no tienen disponibilidad de agua ; 11% no disponen de
energía; 10% no tienen servicio de baño;
46% no tienen drenaje; 51% no tienen equipo de cómputo; 13% no tienen
pizarrones o pintarrones; 26% no tienen
escritorio o mesa para el maestro; 87% no tienen señales de protección
civil; 83% no tienen rutas de
evacuación; 75% no tienen salidas de emergencia, y 80% no tienen zonas de seguridad.
Una explicación a los problemas anteriores es la pobre
inversión al gasto educativo en el país, el cual en promedio ha sido de 4.9%
aun cuando el artículo 25 de la Ley General de Educación establece que el monto
que se deberá destinar a educación no podrá ser menor al 8% del PIB.
Otra gran limitación es que aun cuando los países
desarrollados destinan entre 1.5% y 3.8% de su Producto Interno Bruto al Gasto
de Inversión y Desarrollo Experimental (GIDE) en México, este indicador
prácticamente se ha quedado estancado, ya que no se ha podido alcanzar el 0.5%
del PIB, en tanto que el promedio de la relación GIDE/PIB de los países de la
OCDE es de 2.37%.
Además, la proporción de investigadores en México por cada
1000 integrantes de la población económicamente activa (PEA) era de 0.9% cifra
que se ubica muy por debajo de los países desarrollados, como por ejemplo
Alemania que tiene 7.9%, Reino Unido con 8.2%, e incluso estamos por debajo de
Argentina que registra 2.5%. El promedio en la OCDE de este rubro es de 7.2%.
Aunque estas cifras son del 2012, el panorama no ha cambiado mucho.
En realidad no podemos competir con otros países con los que
tenemos firmados convenios comerciales. El atraso tecnológico y científico de
nuestro país lo impide. ¿Cómo poder hacerlo cuando México invierte por cada
estudiante de educación superior 7,889 dólares por año (aclarando que esta
inversión era con el costo del dólar de hace 4 años) mientras que Chile, 8,333;
Japón, 16,446, Canadá, 23,226 y Estados Unidos, 26,021?
Una de las metas del presidente Enrique Peña Nieto es elevar
la cobertura al 40% para el año 2018. Francisco López Segrero, presidente de la
Red Latinoamericana de Estudios Prospectivos, comentó que a México le debería
dar vergüenza tener una cobertura tan baja en educación superior, de apenas
34%, cuando Argentina tiene 80%, Venezuela 78%, Finlandia 92% e Italia 62%, por
ejemplo.
Al parecer, no hay perspectivas de cambio ni a corto ni a
mediano plazo en la política educativa de nuestro país. La crisis en que se
encuentra lo impide, aunado a la pobre visión de nuestros gobernantes con
respecto a esta área. Lo demuestran algunos de los recortes presupuestales que
propone el presidente Enrique Peña Nieto para el año 2017: del área de
educación, 37 mil millones de pesos; del Consejo Nacional de Ciencia y
Tecnología, que recibirá 23.3% menos que el año pasado; el sector salud dejará
de recibir 10 mil millones de pesos, mientras que a los grandes empresarios del
país, le condonan 188 mil millones de pesos en impuestos.
Estos recortes afectarán al desarrollo de nuestra nación,
entre otros aspectos, no se podrán construir cuatro nuevos centros de
investigación en Querétaro, Nuevo León, Jalisco y Guanajuato. Además, se
reducirán los montos de las convocatorias para proyectos de ciencia y se dejará
de invertir en equipamiento e infraestructura. Así las cosas, ¿cuándo podrá
México salir del subdesarrollo? Tomado en envio del pas
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