TRASLADO DE LA CAPITAL UN PROYECTO ESTRATÉGICO, UNA
NECESIDAD Y UNA REPARACIÓN HISTÓRICA
A
través de los años, distintos historiadores, estudiosos, analistas, políticos y
politólogos, en torno a la federalización de Buenos Aires, han expresado que la
misma se constituyó en el germen de muchos de los males y padecimientos que han
asolado nuestro país.
Ya en
su momento figuras públicas coetáneas a la misma, se habían expresado en ese
sentido y particularmente Leandro N. Alem, desde su banca de Diputado en la
Legislatura de Buenos Aires, en su famoso debate con José Hernández, trató de
alertar sin éxito a sus contemporáneos y a las futuras generaciones sobre las
implicancias negativas de esta decisión.
A
partir de la federalización se prolonga y consolida la tendencia centralista y
monárquica de la época virreinal, devenida en unitaria y elitista en el manejo
de lo cosa pública durante Rivadavia y otros.
La
reafirmación de un país macro encefálico, sorbió los esfuerzos, sacrificios y
economías de toda la Nación, situación que en parte sigue vigente en la
actualidad.
La
historia nacional, es en cierta medida, la de una Capital rica, fastuosa,
culta, avanzada enfrentada a provincias pauperizadas, con su gente desarraigada
y en constante migración hacia aquella y mendigas del poder central.
La
capitalización se constituyó en un corsé de acero para la política nacional,
ejercido por las oligarquías, los terratenientes y las élites ganaderas en una
primera etapa y luego en su continuidad histórica por las cúpulas empresariales
multinacionales, bancarias y exportadoras.
Esos
sectores fueron los verdaderos artífices y beneficiarios de dicha medida, lo
que se puede inferir de las palabras de José Hernández, al abogar a favor de la
capitalización de Buenos Aires, oponiéndose a Alem en el debate parlamentario,
cuando dice: “Ese comercio extranjero,… ha manifestado diariamente su opinión
en favor de la cuestión Capital por medio de sus órganos más legítimos, por
medio de sus órganos más genuinos en la prensa. Ese comercio extranjero tiene
en la prensa de Buenos Aires; modelo de la prensa de Sudamérica”. “ese comercio
tiene diez periódicos en Buenos Aires. Tiene dos periódicos alemanes, tres
ingleses, uno suizo, dos franceses, tres italianos y uno español, y esos
periódicos sin excepción de uno solo, están en favor de la resolución de esta
cuestión, haciendo la capital en Buenos Aires, y lo repito, sin excepción de
uno solo….éstas son las legítimas aspiraciones del comercio.”
Hoy se
podríamos afirmar que el Mercado y los mass-media fueron los sectores más
interesados en la capitalización y los más beneficiados por la medida, pese a
la resistencia de casi todo el pueblo de la Nación.
Sarmiento que también fue un férreo opositor, creía que una república federal se debía
resistir a la que fue la capital monárquica y unitaria y en su defecto se debía
fundar una nueva, que para él debía radicarse en la isla Martín García y ser
denominada “Argirópolis”.
Para
mayores males, esos “sectores a los que le interesaba el país”, enquistados en
Buenos Aires, siempre contaron, cuando las cosas no eran de su agrado, con la
complicidad de la oficialidad egresada del Colegio Militar de la Nación, cuyo
linaje se emparentaba con esa burguesía en continuo crecimiento, para imponer
por el golpe de estado y dictaduras varias, la vigencia de sus propios
intereses por los de todo el país.
Al
gobierno del Dr. Raúl Alfonsín se le podrán achacar muchos errores en su
gestión, pero la historia cercana o lejana, lo tendrá entre sus grandes
próceres, fundamentalmente por: la defensa irrestricta del sistema democrático,
el juicio a las juntas militares genocidas, a las cuales institucionalmente el
peronismo le había otorgado un bill de impunidad y el intento lúcido y
estratégico, aunque no materializado del traslado de la capital.
Estoy
convencido, como tantos otros, que Argentina necesita la culminación de este
proyecto.
Necesita una capital nueva, moderna, racional y confortable,
alejada de todos los entornos, lujos, placeres y presiones, lo más equidistante
posible de todos los puntos cardinales del territorio nacional y que se
constituya en la defensa de los intereses comunes y no sólo de los porteños.
Asiento institucional donde no tengan cabida las
distracciones, vicios y círculos áulicos de toda gran ciudad y que evite al
decir de Alem: “la violencia que se hacían esos señores en salir de este CENTRO
DE PLACERES Y COMODIDADES, en donde se lleva una vida tan agradable, cuando hay
recursos suficientes, cuando uno es Presidente o Ministro y está radicado aquí
por distintos vínculos.”
Las luces de la gran ciudad que atrae a muchos, que como la
de los faroles a los insectos y termina quemándolos, no es ajena a los legisladores
y funcionarios de todos los niveles que se trasladan a ella en cumplimiento de
sus funciones, a los que también atrapan y terminan presos de sus tentaciones.
Cuántos de ellos fueron a la Capital a defender los
intereses del interior y terminaron comprando en puerto Madero, o construyendo
fastuosas residencias en los conurbanos de la misma, acabando por ser
candidatos en sus domicilios capitalinos, sin regresar nunca más a sus
provincias, ni levantar sus banderas originarias.
Pienso que cualquiera que gobierne el país, del signo
político que sea, tiene la obligación institucional, moral, histórica y social
de encarar decididamente este desafío, que evite seguir chocando siempre con la
misma piedra y la reiteración de errores, desde hace más de un siglo a esta
parte.
En particular para los radicales, ello debe constituirse en
una cruzada en base su historia partidaria que honre por igual al fundador del
partido Dr. Alem y al Dr. Raúl Alfonsín, quizás ello les haga dejar de lado
mezquindades y egoísmos propios de las disputas políticas internas, y puedan
encaminarse en pos de objetivos superiores, que hoy no aparecen tan claros en
ese partido.
Quizás el radicalismo no sería tal, sin la convicción de Don
Leandro y la derrota en este tema, que lo llevó a renunciar a la Cámara y a sus
pertenencias políticas, hecho inédito en la actualidad, para resurgir casi una
década después con toda su fuerza y con un nuevo alineamiento en la nacional y
popular para fundar la U.C.R.
Más allá de lo que piensen algunos, creo que siempre es una
buena oportunidad para encarar proyectos de esta magnitud y que apunten a una
transformación estructural del país, en tanto y en cuanto se haga con la
seriedad, transparencia y las consultas necesarias que el caso requiere.
Durante años los del interior han estado obnubilados,
encandilados y confusos frente a la gran capital, como Atila frente a Roma y no
alcanzaban a entender que la música que se sintonizaba en el país, era escrita
por porteños y para porteños, más allá de sus orígenes o procedencias.
Desde siempre los suspiros de la capital fueron un espasmo
para el país y se creyó que los intereses de Buenos Aires eran los de la
Nación, y así nos fue.
Por otra parte la ley de traslado se encuentra vigente y
debe ser cumplida a menos que se modifique o se derogue.
Termino estas reflexiones con las palabras de Alem, en el
cierre de su profético vaticinio, que debería enseñarse en las escuelas y que a
lo largo de los años se ha convertido en una dolorosa realidad, que algunos
seguimos reivindicando: “YO HE HABLADO PARA TODOS, HE DICHO, MENOS PARA LA
CAMARA, Y NO HE HABLADO SIQUIERA PARA ESTOS MOMENTOS, SINO PARA EL FUTURO.”
Ricardo Luis
Mascheroni Docente Universitario
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