El acuerdo de París:
¿éxito o fraude?
CARLOS FRESNEDA Enviado especial París Pasado el triunfalismo inicial, los
científicos han hecho bajar de la nube a los políticos. La mayoría de ellos
recalca la enorme brecha entre el objetivo fijado por el Acuerdo de París
-«mantener el aumento de las temperaturas por debajo de los 2ºC con respecto a
los niveles preindustriales y perseguir los esfuerzos para limitar el aumento a
1,5ºC»- y la falta de una hoja de ruta para la reducción de emisiones de aquí
al año 2050.El rechazo más rotundo al acuerdo alcanzado por 196 países en París
ha partido precisamente del pionero en el estudio del cambio climático, James
Hansen. «Estamos ante un fraude y una farsa», fue la reacción del ex
climatólogo de la NASA y profesor de la Columbia University, el primero en
alertar hace tres décadas en el Congreso norteamericano sobre los riesgos del
calentamiento global.«El acuerdo es una excusa que tienen los políticos para
poder decir: tenemos una meta de dos grados e intentaremos hacerlo mejor cada
cinco años», declaró Hansen a The Guardian. El climatólogo critica el hecho de
que no se mencione siquiera por su nombre a «los causantes del problema» y que
no se adopten medidas para la urgente descarbonización de la economía:
«Mientras los combustibles fósiles sean los más baratos, los vamos a seguir
quemando». «Estamos ante un acuerdo histórico, pero a la meta ambiciosa de la
temperatura le faltan los medios ambiciosos para la mitigación», recalcó por su
parte Steffen Kallbekken, director del Centro Internacional de Política del
Clima y de la Energía. «Para llegar al objetivo de 1,5ºC, hay que rebajar las
emisiones del 70% al 95% a mediados de siglo. Sin estos números duros (que
llegaron a figurar en algún borrador inicial) el pacto del clima no manda una
señal clara».
Activistas ecologistas disfrazados de osos polares se
manifiestan en París. REUTERS
«El calentamiento causado por las actividades humanas se
está acercando ya a un grado y es muy posible que llegue a 1,2ºC en 2030 con la
tendencia actual», advirtió Myles Allen, profesor de Geofísica en la
Universidad de Oxford. «Quedarnos en 1,5ºC en 2050 va a ser realmente un reto».
Por su parte, Jan Kelman, del University College de Londres, pone también sobre
el tapete la falta de números y compromiso concretos, más allá de la referencia
a las temperaturas: «Nada va a ocurrir sustancialmente hasta 2020, y faltan
objetivos concretos con un calendario después de esa fecha. Existe además la
posibilidad de cambios en las posturas de los gobiernos y de fracasos a la hora
de ser ratificados por los parlamentos, en especial el Congreso
norteamericano». «Los recortes anunciados por los países son todavía
insuficientes», recalcó por su parte Corinne Le Quéré, al frente del Centro
Tyndall para la Investigación del Cambio Climático, en el momento de recordar
cómo los compromisos asumidos en la cumbre de París nos proyectaban a un escenario
de 2,7ºC, muy por encima de lo que los científicos consideran el punto crítico.
«Pero al menos el acuerdo manda un poderoso mensaje a las empresas, a los
inversores y a las ciudades». Uno de los más conspicuos defensores del Acuerdo
de París fue, sin embargo, el economista de la LSE de Londres Nicholas Stern,
autor del emblemático informe sobre la economía del cambio climático hace casi
una década. «Estamos ante un momento histórico, no sólo para nosotros, sino
para futuras generaciones», dijo Stern, contagiándose del tono autocelebratorio
de los momentos finales. «El Acuerdo de París es un punto de inflexión en la
lucha contra una cambio climático fuera de control que amenaza la prosperidad.
Va a servir para crear enormes oportunidades conforme los países empiecen a
acelerar el camino hacia una economía baja en carbono».Dentro del movimiento
ecologista, el Acuerdo de París ha provocado divisiones. En España, Amigos de
la Tierra y Ecologistas en Acción coincidieron en expresar su «decepción» por
la falta de compromisos reales en el texto final. «Los objetivos no son
suficientemente ambiciosos», reconoció por su parte Kumi Naidoo, director
internacional de Greenpeace. «Pero el acuerdo pone al menos a la industria en
los combustibles fósiles en el lado equivocado de la historia».Bill McKibben,
autor de El fin de la naturaleza y fundador de la organización ecologista
350.org, aseguró, sin embargo, que «el poder de la industria de las energías
fósiles» ha quedado reflejado en el Acuerdo de París y que eso va a suponer una
ralentización de la transición hacia las energías limpias. Aun así, McKibben
hizo un llamamiento a la acción climática para aprovechar los resquicios
abiertos por el pacto de París, como la «aspiración» de limitar el aumento de
las temperaturas a 1,5ºC: «Este acuerdo no va a salvar el planeta, pero al
menos es posible que salve la posibilidad de salvarlo... si la movilización
popular aumenta la presión a partir de ahora». Tomado de el mundo , enviado por
face de miguel
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