Un liderazgo regional
que no enorgullece
En los últimos días se ha conocido información del Indec que
da cuenta detallada del presente de la pobreza y la indigencia en la República
Argentina. Los análisis y las polémicas ya están a la orden del día.
POR ALBERTO MEDINA MENDEZ
Luego de años de falseamiento sistemático de las
estadísticas, esas que los organismos estatales divulgaban, pero que no gozaban
de crédito alguno, ni dentro ni fuera del país, finalmente se conocieron nuevas
cifras.
Como muchos ya imaginaban, este sinceramiento de los números,
reflejaría una realidad que fue ocultada deliberadamente, porque oportunamente
generaba una enorme vergüenza y resultaba incómodo para los intereses políticos
de quienes detentaban, en ese momento el poder.
La mayor herramienta de su tiempo, aquél relato
minuciosamente diseñado por la anterior gestión nacional, no precisaba de
información fidedigna que refutara con tanta dureza cada uno de los supuestos
éxitos del imaginario paraíso terrenal que pretendían mostrar a diario.
La verdad es que nadie puede sorprenderse con estas
revelaciones que ahora se conocen y que confirman que casi un tercio de la
población del país es pobre, mientras que alrededor del 6% está en situación de
indigencia.
Habrá que decir que el Nordeste argentino tuvo su propio
balde de agua fría al corroborarse que efectivamente lidera indicadores que no
son dignos de orgullo alguno y que duelen enormemente por lo que todo eso
significa.
Es que 4 de cada 10 habitantes de estas provincias del Norte
argentino se enrolan en los indicadores de pobreza mientras que más del 7 % de
indigentes configuran una situación que coloca a la región al tope de este
humillante ranking.
No es una novedad que esta parte del país figure entre las
más pobres y tampoco es noticia que las cifras sean tan contundentes. Lo
realmente preocupante es que la dirigencia local no se haya tomado la tarea de
reaccionar como corresponde frente a estos descubrimientos, que dejaron de ser
una suposición para convertirse en una realidad difícil de ocultar.
Las estadísticas cumplen un rol vital porque permiten tomar
decisiones bajo el amparo de información suficientemente chequeada y
profesionalmente estudiada. No se analizan estos fenómenos para contemplarlos
como si se tratara de una obra de arte o de referencias irrelevantes.
La idea central es que este tipo de cómputos ayuden
eficazmente a quienes tienen responsabilidades de conducir los gobiernos
municipales, provinciales, y obviamente también a quiénes diseñan programas
desde el ámbito nacional, para que ellos puedan instrumentar políticas públicas
que sirvan para optimizar cada uno de los desempeños en los diferentes tópicos.
Es tiempo de que
esta cuestión sea parte esencial de la agenda regional. No se puede seguir
jugando a las escondidas ni hacerse los distraídos, tomando estas reseñas como
meros elementos del paisaje, con tanta naturalidad y resignación.
Se sabe que revertir este proceso no es una tarea sencilla.
Nadie imagina, ni pretende, que puedan resolverse estos complejos problemas en
un plazo breve, pero queda claro también que observar pasivamente las cifras,
comentarlas livianamente y dejarlas pasar como una anécdota no es la actitud
que se espera de quienes deben tomar cartas en el asunto.
Ya se sabe que la política no reacciona hasta que su actitud
indiferente le genera un costo que no desea asumir. Es por eso que la sociedad
debe liderar esta dinámica reclamando a los gobiernos, en cada estamento, que
tenga un plan para minimizar el impacto negativo de este flagelo y empezar a
construir un futuro mejor de una buena vez. No es con retórica, ni con mega
proyectos que se sale de este dilema. La pobreza no se combate con medidas
paliativas secundarias, ni con el tradicional asistencialismo que tanto enamora
a muchos. Esas recetas llevan décadas aplicándose y no han funcionado jamás.
Esta región no es la más pobre ahora. Lo viene siendo desde
hace mucho tiempo. La victimización eterna y la idea de que se trata de una
región secuencialmente postergada, no alcanzan a explicar este patético
momento.
Hace falta hacerse
cargo de los resultados. No se ha llegado a esta situación por casualidad, ni
por confabulación alguna. Se han hecho cosas mal, muy mal, se han omitido otras
trascendentes y la clase dirigente debe admitir que tiene responsabilidades
significativas de las que no puede escapar.
No se trata ahora de repartir culpas del pasado, sino de dar
vuelta la página, construir una agenda seria, inteligente y creíble, para luego
poner manos a la obra.
La clave está en generar riqueza, en aprovechar los recursos
disponibles, en brindar oportunidades de trabajo a todos, pero siempre a partir
de proyectos productivos, inversiones, capitales de riesgo y no de la mano de
la repetida fórmula de un sector estatal omnipresente.
Ese esquema también ya ha fracasado en reiteradas ocasiones,
y quien sostenga una visión contraria puede intentar demostrarlo revisando las
cifras pormenorizadamente para sacar sus propias conclusiones.
La política tiene que tomar la posta y avanzar en la
dirección correcta. Primero blanqueando la realidad para después convocar a
toda la sociedad para que sea parte de un plan razonable, debidamente
consensuado, que en algún instante vuelva a colocar esta parte del país en el
sendero adecuado.
ALBERTOMEDINAMENDEZ@GMAIL.COM
54 9 379 4602694 -
TOMADO D E EL LITORAL DE CTES AR
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