Legado verde: impulsan crear un parque binacional
VALLE CHACABUCO,
Chile.- Este país se convirtió en un gigante verde tras salvaguardar una
porción de la Patagonia equivalente a dos veces Tierra del Fuego. Fue un hito
promovido por el mayor donante de tierras para la conservación de la historia:
Douglas R. Tompkins (1943-2015), el norteamericano que, junto con su mujer,
Kristine McDivitt, le cedió a Chile 530.807 hectáreas de paisajes obsesivamente
restaurados, con cargo de que fueran intangibles. Michelle Bachelet reconoció
ese legado de paisajes con infraestructura por US$87 millones y bautizó esta
semana con el nombre de Douglas Tompkins uno de los dos parques donados: el
Pumalín, en la región de Los Lagos.
Kristine McDivitt ahora acerca donantes europeos para
restaurar el lado argentino e interconectar los parques. Un proyecto ambicioso
a 10 años de corredores verdes, producción de naturaleza (o rewilding), parque
y circuito binacionales que encara su mano derecha en la Argentina: la bióloga
Sofía Heinonen.
El propósito es potenciar y completar un circuito
patagónico que en un mismo recorrido exhiba la heterogeneidad de las
ecorregiones patagónicas. También a suavizar asimetrías: mientras Chile
protegió el 30% de su territorio, la Argentina ostenta solo el 1,7% de su
superficie preservada.
Y la brecha se agiganta en la Patagonia con su nueva red
de ocho parques, entre nuevos, ampliados y recategorizados, asociados a la Ruta
Austral de Chile, que corre paralela a la 40. Dentro y fuera del vecino país
esa traza austral comienza a posicionarse como "la ruta de los
parques".
La meseta del Lago Buenos AiresLa meseta del Lago Buenos
Aires Crédito: Jorge Cazenave
Aglutinada en la Fundación Flora y Fauna (FFF), Heinonen
y su equipo se embarcaron en una tarea titánica de adquisición de tierras para
su posterior restauración integral. Los secunda un donante suizo, que ya
solventó la compra de 92.400ha a través de seis estancias. Son tres núcleos
verdes para replicar el modelo de rewilding de los Esteros de Iberá en la
latitud sur. Ahora negocian otras 75.000 ha y apuntan a sumar en el largo plazo
un total de 100.000 ha para recuperar el estado original y silvestre de los
diversos ecosistemas. Sanearán los suelos, devastados por la ganadería y la
desertificación, preservarán endemismos (fauna y flora única del lugar) y
reintroducirán especies vulnerables o localmente extintas, como el huemul,
fácilmente localizable del otro lado de la cordillera. Así la cadena trófica
cumplirá con sus funciones biológicas. Lo mismo que hicieron silenciosamente en
Iberá cuando en el 1998 desembarcaron en Corrientes. Y siempre con vistas a
fortalecer la red de parques nacionales locales, apegados a la estrategia
tompkiniana, que los formó: esa en la que se le exige al Estado su aporte en
tierras para equilibrar el esfuerzo de las donaciones y ampliar la escala de
preservación.
Solo para cuantificar el hito chileno: su flamante red
verde en la Patagonia supera la superficie total de las 46 áreas protegidas de
nuestro país: 4.441.808 ha, con sus 34 parques nacionales, reservas y
monumentos naturales.
En el sur argentino, la ONG Flora y Fauna ya libró sus
primeras batallas: donó el Parque Nacional Patagonia local en la meseta en
altura del Lago Buenos Aires, en Santa Cruz, para frenar la extinción del macá
tobiano; perdió su lucha contra las represas de Santa Cruz (combate que
Tompkins ganó en Chile con su activismo desde Patagonia sin Represas) y expulsó
la minería del área de la Cueva de las Manos y el cañadón del Río Pinturas,
donde también recaló.
Desembarcó allí para proteger sitios arqueológicos y con
bajo perfil, siempre ayudados por el magnate suizo, extendió sus dominios a
pastizales, mallines, cuencas y costas de lagos en la estepa y meseta. Existe
una razón estratégica detrás de su expansión: la fauna patagónica migra entre
veranada e invernada y los biólogos quieren asegurarse que esa trashumancia
esté contenida en un gran corredor de protección.
"En lo macro, nuestra aspiración es preservar la
biodiversidad en un contexto de crisis climática y de extinción de especies, y
para eso hay que proteger un muestrario de todos los ecosistemas a nivel
nacional, deuda pendiente en nuestro país", dice Heinonen. Y agrega:
"En el caso de la estepa patagónica, esa región es sinónimo de rarezas
únicas, de adaptaciones de la vida a condiciones extremas. Por eso, el objetivo
es repoblarla con muchos guanacos, choiques, macaes y pumas ya que en la
cantidad radica su capacidad de resistir a los cambios".
El cañadón del río Pinturas, una de las postales de la
zonaEl cañadón del río Pinturas, una de las postales de la zona Crédito: Miguel
Coranti
Pero esa incursión y expansión anuncian una puja sin
cuartel y enfrenta la oposición de asociaciones mineras y ganaderas. En el
primer caso, por ello les restringiría las posibilidades de cateos de oro y
plata y en el otro, porque se robustecerán las poblaciones de especies que los
ganaderos combaten, como al puma y al guanaco. Pero los ambientalistas cuentan
con la experiencia de su cruzada en Iberá, un humedal donde antes predominó la
ganadería intensiva y la industria forestal.
Más allá de los intereses contrapuestos que implican
conservación versus producción, su gran desafío será lograr reintroducir
especies muy amenazadas o localmente extintas como el huemul, el huillín y el
pato de los torrentes y establecer poblaciones sustentables de grandes mamíferos.
A priori, su propuesta tiene la venia de Cambiemos y si
bien replicar el hito chileno, por su infraestructura y extensión, queda fuera
de escala para la Argentina, los científicos dan pelea: "El valor agregado
aquí es nuestra experiencia científica en reproducción de especies, algo que no
tiene Chile", apunta Sebastián Di Martino, director de Conservación de
CLT.
El biólogo ahora cumple con un rol similar en FFF y
critica el aval del Ministerio de Ambiente a la caza y comercialización de
carne de guanaco. "Parte de un supuesto erróneo: no existe sobrepoblación
de guanaco y la especie no agota los suelos. Por el contrario, los
renueva".
Renuente a revelar su identidad, el donante suizo ya le
allanó al Gobierno el proyecto del Parque Nacional Aconquija, al comprar 80.000
ha de yungas en Tucumán. "Él quiere dejar un legado y no una herencia. Vio
lo que hicieron los Tompkins en Chile y desea dejar algo equivalente en
Argentina", dicen.
El enigmático suizo ya se ganó un mote: el de continuador
de la obra de Tompkins, al menos en la estepa y meseta patagónicas. Por:
Loreley Gaffoglio TOMADO DE LA NACION DE AR
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