PEDRO CHUTRO, FIGURA DE LA CIRUGÍA ARGENTINA
Pedro Chutro nació en la provincia de Buenos Aires el 18 de
febrero dc 1880, siendo sus padres de origen vasco. Se trasladó a la capital
para iniciar los estudios secundarios, y a los 17 años ingresó simultáneamente
a las Facultades de Medicina y de Farmacia.
Como estudiante sobresaliente, obtuvo la plaza de disector,
revelando ya su habilidad manual para preparar las piezas anatómicas que serian
usadas en las clases para los alumnos de la materia. También por sus altas
calificaciones fue nombrado practicante interno del Hospital de Clínicas, donde
conocería a un hombre de gran influencia en su carrera ulterior: Alejandro
Posadas. Este, pese a su juventud, era uno de los más talentosos y destacados
cirujanos de Buenos Aires. Su personalidad influyó profundamente al joven
Chutro, que asistía a sus clases y a sus operaciones, admirando la elocuencia y
la destreza del joven maestro, que era a la sazón Jefe de la Sección de Cirugía
Infantil de la Sala VI del Hospital de Clínicas, a cargo del doctor Manuel
Blancas. Lamentablemente, Posadas falleció en Paris víctima de una tuberculosis
pulmonar cuando solo contaba con treinta y dos años de edad. Si bien esta
muerte prematura privaba a Chutro de su admirado maestro, el destino le
brindaba una nueva oportunidad.
En efecto, el doctor Marcelino Herrera Vegas fue designado
para ocupar el puesto del malogrado Posadas, y al lado de su nuevo maestro,
Chutro no solo aprendió día a día el arte de la cirugía, sino también la
influencia de un espíritu superior que unía a la brillantez quirúrgica las
cualidades éticas de un verdadero médico hipocrático.
Chutro se graduó de medico y presentó su tesis en el año
1904, la que versaba sobre “Fracturas de la extremidad inferior del humero en
los niños”. Decidido a ampliar sus conocimientos, emprendió viaje en 1906 a los
grandes centros medico-quirúrgicos europeos, donde se dictaban las normas
seguidas en el resto del mundo. Chutro visitó Viena, Berlín y Paris y alii
conoció a maestros de la talla de Heidelberg, von Bergman y Gasset. Con este
último estrecho una solida amistad, nacida sin duda por la afinidad de sus
espíritus y su amor común por la clínica quirúrgica. En Paris, con Gosset
especialmente, pero también con Faure y Tuffier, Chutro encontró la armoniosa combinación
de la técnica operatoria impecable y de la clínica, desarrollada a la cabecera
del enfermo, tan bien cultivada
por la escuela francesa.
En 1908 regresó a Buenos Aires, renovado con el contacto de
tan destacadas personalidades científicas. Poco después fue designado Jefe del
Servicio de Cirugía del Hospital Teodoro Álvarez, y en 1909 Profesor Suplente
de Medicina Operatoria.
En 1912 realizó un nuevo viaje de perfeccionamiento, esta
vez a Norteamérica, siguiendo un curso de cirugía experimental en el Instituto
Rockefeller. También visito la Clínica de los Hermanos Mayo en Rochester,
Minnesota, en la que pudo apreciar las ventajas de la organizaci6n sistemática
y del trabajo en equipo.
En 1914, Chutro tomó una decisión de considerable
trascendencia. Decidió ofrecer sus servicios de medico a Francia, en cuyos
campos, en los que se libraba la primera gran guerra, se desangraba la juventud
de Europa. Chutro abandonó en Buenos Aires no solo una situación cómoda y
próspera, sino también una brillante y ascendente carrera hospitalaria y
universitaria. Al partir para Francia no conocía su destino como cirujano ni la
duraci6n de su estadía. Al llegar a Paris se dirigió a Antonin Gosset, su
maestro y amigo, el que conociendo los quilates del cirujano argentino lo
nombró su primer ayudante en el Hospital Buffon, antiguo liceo que había sido
transformado en nosocomio por las exigencias de la conflagraci6n.
Cuando Gosset debió partir para operar en el frente de
batalla, aconteció un hecho sin precedentes en la historia de la medicina
francesa: Pedro Chutro, un médico argentino operando en Francia, recibió el
nombramiento de Jefe del Servicio de Cirugía del Hospital Buffon, que
involucraba el grado de comandante, y que era la primera vez que se concedía a
un extranjero.
La actuación de Chutro en Francia es legendaria. Operando
día y noche sin descanso, hasta treinta horas seguidas, brindó además su
experiencia a un gran número de médicos franceses, ingleses y norteamericanos,
que visitaban su servicio. Concurría asiduamente a la Sociedad Francesa de
Cirugía, donde presentaba sus resultados operatorios obtenidos en el Hospital
Buffon. Chutro accedió a ensayar el método de irrigación continua de las
heridas de guerra ideado por Alexis Carrel, y empleó por primera vez en el
mundo el suero antigangrenoso preparado por Roux en el Instituto Pasteur.
Durante su estadía, Chutro mantuvo una actividad quirúrgica ininterrumpida, sin
tomarse ningún día de licencia ni cobrar sueldo. Sus cualidades le hicieron
ganarse el respeto y la admiración de todos sus colaboradores, aun cuando
tuviera con ellos una exigencia implacable en cuanto se refería a trabajo y
rendimiento.
Chutro entregó su servicio en enero de 1919, incluyendo
cuarenta volúmenes que contenían historias clínicas escritas de su puno y
letra, los que al cerrarse el “Buffon” pasaron al servicio de Gosset en la
Salpetriere. Francia supo premiar la desinteresada dedicación de Chutro al
cuidado de sus soldados y oficiales heridos, condecorándolo con el grado de
Caballero de la Legión de Honor. Desde Paris, Chutro partió para Madrid y desde
allí a Norteamérica. En Nueva York dicto conferencias, y rechazó una oferta
ventajosa de la Universidad de Columbia para contratarlo como profesor de
cirugía, pues estaba decidido a regresar a la Argentina.
Después de cuatro anos de ausencia, Chutro regresó a Buenos
Aires, sin grandes recursos materiales, pero rodeado de una merecida aureola de
heroísmo, de dedicación y de sacrificio. Poco después fue designado Profesor
Titular de Clínica Quirúrgica, al renunciar el profesor Diógenes Decoud,
haciéndose cargo del servicio correspondiente en el Hospital San Roque cuando
contaba 39 anos de edad. Después de trabajar temporariamente en el Hospital
Durand, el profesor Chutro tomó posesión de la Sala IX del Hospital Ramos Mejía
(ex-San Ro-que), asiento de su cátedra, y en el que trabajo hasta su muerte.
Chutro tenia un elevado concepto de la docencia universitaria, y siempre trató
de mantener la jerarquía de da enseñanza, aún contando con medios materiales
precarios para llevarla a cabo.
Quienes lo conocieron, como Brachetto Brian y Gosset,
describen a Chutro como alto y fuerte, de porte distinguido, de cabeza grande y
frente amplia, de ojos magníficos pero de mirada triste. Sin duda, Chutro no
era un hombre corriente. Su autodisciplina y los sacrificios que se imponía le
hacían intolerable en el prójimo la torpeza, la negligencia o la falsedad. No
ocultaba su desagrado y solía manifestarlo abiertamente a quienes procedían con
incorrección o de mala fe.
Además de los trabajos científicos publicados en revistas
medicas nacionales y del extranjero, Chutro nos ha dejado sus “Lecciones de
Clínica Quirúrgica”, publicadas en forma póstuma en 1938 y dedicadas a su
maestro, el doctor Marcelino Herrera Vegas. A través de sus páginas podemos
apreciar la completa y profunda formación clínico-quirúrgica del autor, quien
con estilo claro describe en forma magistral el diagnostico y tratamiento de
los diferentes cuadros nosológicos que se presentan ante el cirujano.
Chutro unía a sus magnificas condiciones de clínico y
cirujano un espíritu culto y erudito. Amante de los libros antiguos, poseía una
selecta colección, que como verdadero bibliófilo, conocía y amaba
profundamente. Su biblioteca, una de las más completas que han existido en
nuestro país, está actualmente en la Facultad de Medicina de Buenos Aires.
Falleció en Buenos Aires el 19 de octubre de 1937, como
consecuencia de una antigua estrechez mitral que ya había dado indicios de su
gravedad con dos accidentes embólicos previos. Alfredo Buzzi tomado de revista
alma enviado en face (FOTOS WEB)
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