Sobrecogen las fotos y videos del Parque Nacional Alejandro
de Humboldt tras el paso del huracán Matthew

El Parque Nacional Alejandro de Humboldt, Patrimonio Natural de la Humanidad, y las Cuchillas del Toa, declarada por la Unesco Reserva de la Biosfera, cuyo corazón es Humboldt, constituyen dos de los más preciados tesoros medioambientales de Cuba, por su extensión y por la riqueza inconmensurable de su flora y de su fauna.
Sobrecogen las fotos y videos que hemos visto de estos
sitios tras el paso del huracán Matthew. La gran cantidad de árboles caídos,
torcidos, defoliados, y la recreación dramática que nos produce imaginarnos la
muerte y el estrés de la fauna que habita esos bosques, estremece.
Los efectos de eventos hidrometeorológicos de gran magnitud
son, empero, más dramáticos, literalmente más profundos, que lo que uno pudiera
suponer, cuando tras su ruta sacuden, re-mueven, levantan el suelo y a veces lo
que hay debajo de él.
JR se acerca a una nueva dimensión, otra más, de
cómo los huracanes afectan al archipiélago nacional, para ello conversó con el
veterano profesor Roberto Gutiérrez, investigador titular del Instituto de
Geología y Paleontología, centro científico adscripto al Ministerio de Energía
y Minas.
—¿Qué ha de decirse, desde las ciencias de la geología y
la paleontología, sobre la relación ciclones-archipiélago cubano?
—Siempre que se habla de ecosistemas, de biodiversidad, se
piensa en la biota —en la flora y en la fauna—; sin embargo, un componente tan
importante como el biótico es el abiótico. Este es tan relevante como la vida
de las plantas y los animales, porque, ¿dónde es que estos se asientan? Lo
físico, lo geológico, la geografía de un ecosistema es básico para todo lo que
se desarrolla sobre él y para entender los ecosistemas en su más amplia
acepción.
«Matthew afectó al Parque Nacional Alejandro de Humboldt y a
las Cuchillas del Toa. En algunas de esas zonas el sustrato se caracteriza por
la presencia de rocas serpentiníticas, donde crecen poblaciones de cuabales y
carrascales, flora que no podría desarrollarse de no existir en aquellos sitios
ese sustrato.
«O sea, que cuabales y carrascales crezcan en ese lugar, se
debe a las características específicas de la zona superior, de la corteza
intemperística de ese sustrato, debajo de la cual están los yacimientos de
níquel.
«Lo mismo pasa en los mogotes con el roble caimán, la palma
de sierra, el ceibón y otras especies. Si no brindaran un sustrato de caliza
fuerte, con determinadas condiciones físicas y químicas, esa vegetación no
fuera viable. Entonces, cuando un ciclón pasa por los mogotes de Pinar del Río,
por Viñales, que es otro de nuestros Patrimonios Naturales de la Humanidad, hay
que evaluar los daños que el evento provocó al elemento abiótico.
«Ocurre igual con la fauna. La Ferminia y el Cabrerito de
Ciénaga son aves endémicas de la Ciénaga de Zapata, otra de las regiones más
azotadas por eventos hidrometeorológicos. Estas especies, tan nuestras, solo
pueden desarrollarse en esa península por las condiciones físicas, geológicas,
que allí existen y que dieron origen y mantienen vivo ese humedal, que también
es Reserva de la Biósfera y Sitio Ramsar».
—O sea, que las características bióticas —de la flora y
la fauna— de un ecosistema están especialmente determinadas por los componentes
abióticos de este.
—Sí, y los huracanes, que han existido siempre, desde que la
tierra tiene las características actuales, han afectado los sustratos rocosos y
el suelo, afectando la vida en ellos.
—Hay una relación muy estrecha entre lo que pasa «encima»
y lo que ocurre «debajo»...
—Otro ejemplo lo constituye Guanahacabibes, también Reserva
de la Biosfera. Es una zona cársica —compuesta por rocas carbonatadas— donde no
hay corrientes fluviales superficiales.
«Se caracteriza por el diente de perro, las cuevas, las
dolinas. Entonces, cuando pasa un huracán, la vegetación que cubría esas zonas
de diente de perro, casimbas, se “quema” por la fricción de los vientos, y
donde existía una pequeña capa de suelo, la roca queda expuesta al aire,
libremente, lo que junto con la acción del agua acumulada por la lluvia,
aumenta la carsificación. Ese daño al componente abiótico impacta sobre los
elementos bióticos del ecosistema».
—¿Qué perjuicios a nivel físico pudo haber provocado el
huracán Matthew en el extremo oriental de la Isla?
—Por los reportes de prensa, en Maisí, Imías y San Antonio
del Sur, que tienen costas acantiladas, y también en zonas de Baracoa, los
nichos de marea resultaron muy golpeados por las olas, se partieron en algunos
lugares. De ahí fue de donde salieron las rocas (los huracanolitos) que
cubrieron zonas de costas y carreteras. La acción de las olas debió modificar
en parte la morfología de las costas, de las playas, y eso perjudica la
vegetación y la fauna que habita en esos lugares.
«No obstante, debo aclarar que la naturaleza se regenera. En
Guanahacabibes, por donde pasan muchos de estos eventos, esto se verifica con
mucha claridad. La vegetación y la fauna se recuperan. Pero eso requiere de
tiempo, ocurre en un período más o menos largo según el grado de conservación del
ecosistema afectado, de su resiliencia y de la antropización (intervención del
hombre) que ha
sufrido.
«Desde una perspectiva abiótica, el ecosistema se “repara”,
pero a muy largo plazo, si lo hace, y eso es en estos lugares, como
Guanahacabibes, Ciénaga de Zapata, Humboldt y otros donde, por estar bajo
condiciones especiales de protección, la acción del hombre está restringida,
controlada, y no hay una modificación sustancial del basamento rocoso y del
suelo, pero donde no ocurre así o donde el ecosistema protegido es pequeño, el
daño puede ser permanente, irreversible».
—Desde una perspectiva geológica, según las amenazas que
penden sobre los ecosistemas resguardados en el Parque Nacional Alejandro de
Humboldt y las Cuchillas del Toa, ¿que otros daños estimados pudo provocar
Matthew por aquellos sitios?
—En esa región, eminentemente montañosa, los grandes eventos
hidrometeorológicos —no solo los huracanes sino también las intensas lluvias—
pueden provocar deslizamientos. El talud de una montaña muy pendiente es un
hecho de vulnerabilidad para los valles, para el llano. Un gran deslizamiento
es ya una pérdida abiótica, pero también tiene efectos sobre la biota, al
arrastrar tras sí parte o todo lo que hay montaña abajo.
«Los deslizamientos de tierra pueden, además, alterar el
cauce de las corrientes fluviales, lo que afecta las plantas y los animales
relacionados con ese río. Un ejemplo de esto está en la cuenca del Cuyaguateje,
en Pinar del Río. Según estudios geológicos y paleontológicos, el rumbo de su cauce
ha migrado varias veces a través de los tiempos históricos a causa de fenómenos
como las grandes lluvias.
«Eventos hidrometeorológicos fuertes pueden cambiar la
geografía de un lugar, su morfología, el curso del río, lo que afecta —reitero—
la biota relacionada con él.
«Un deslizamiento de tierra, caída de bloques inestables,
una crecida de un río —o la combinación de esos sucesos— pueden, además,
afectar cascadas y saltos de agua como los que existen en el macizo
Nipe-Sagua-Baracoa; bloquearlos, reducirlos, ampliarlos, debido a los rocas que
arrastra la corriente, más en una tan fuerte como es la del Toa. Me preocupa
mucho qué pudiera haber pasado en Salto Fino, una cascada alta, importante,
hermosa.
«La combinación de deslizamientos y fuertes vientos, por su
parte, puede provocar derribos de árboles que obstruyan los puntos estrechos
entre dos montañas, lo que obstaculizaría el paso de determinadas especies que
usaban ese sendero. La conjunción de varios efectos de un huracán puede,
además, hacer desaparecer endémicos de la flora o la fauna que vivían en áreas
reducidas, como las que habitan en sectores muy específicos de la Ciénaga de
Zapata o Guanahacabibes».
—Algo que no se conoce mucho, pero que también son
ecosistemas vitales y muy frágiles, son las cuevas. Representan sitios muy
importantes para la geología y la paleontología. ¿Qué puede pasar en ellas tras
el azote de un huracán?
—Cuba, en el contexto del Caribe, tiene cuevas y sistemas
cavernarios fundamentales, muy importantes, como la Gran Caverna de Santo Tomás
y los sistemas cavernarios de Palmarito, de Majaguas-Cantera y Fuentes. Estas
son de las más grandes de la región. Con los ciclones, esas cuevas, que fueron
formadas por ríos, son muy vulnerables.
«El arrastre de sedimentos puede modificar su topografía.
Una galería muy pequeña, ante una crecida muy grande, puede quedar bloqueada, o
viceversa, ser desobstruida, lo cual cambia, entonces, la morfología de esa
formación cavernaria, o puede hacer desaparecer un yacimiento de fósiles, que
aparecen frecuentemente en las cuevas, así como con las consiguientes
afectaciones a la biota vinculada a ella».
—¿Qué relación existe entre la geología y la
paleontología como disciplinas científicas, y las estrategias de Cuba ante los
eventos climáticos extremos y otros fenómenos naturales?
—La geología y paleontología son parte importante de los
estudios de peligro, vulnerabilidad y riesgo que se han realizado y se
desarrollan en el país hasta nivel local. Antes, estas evaluaciones no se
tenían muy en cuenta —en Cuba y en el mundo—, pero ahora se les presta mucha
atención, y nuestro país es un ejemplo en este trabajo, que no comenzó ahora,
sino con la Voluntad Hidráulica impulsada por Fidel tras el paso del huracán
Flora en 1963. Desde entonces, nuestra disciplina ha acompañado los esfuerzos
del país en este sentido. TOMADO DE JUVENTUD REBELDE DE CUBA
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