domingo, 16 de octubre de 2016

CUANDO LOS HURACANES SACUDEN HASTA EL «SUELO»

Sobrecogen las fotos y videos del Parque Nacional Alejandro de Humboldt tras el paso del huracán Matthew
René Tamayo
El Parque Nacional Alejandro de Humboldt, Patrimonio Natural de la Humanidad, y las Cuchillas del Toa, declarada por la Unesco Reserva de la Biosfera, cuyo corazón es Humboldt, constituyen dos de los más preciados tesoros medioambientales de Cuba, por su extensión y por la riqueza inconmensurable de su flora y de su fauna.
Sobrecogen las fotos y videos que hemos visto de estos sitios tras el paso del huracán Matthew. La gran cantidad de árboles caídos, torcidos, defoliados, y la recreación dramática que nos produce imaginarnos la muerte y el estrés de la fauna que habita esos bosques, estremece.
Los efectos de eventos hidrometeorológicos de gran magnitud son, empero, más dramáticos, literalmente más profundos, que lo que uno pudiera suponer, cuando tras su ruta sacuden, re-mueven, levantan el suelo y a veces lo que hay debajo de él.
JR se acerca a una nueva dimensión, otra más, de cómo los huracanes afectan al archipiélago nacional, para ello conversó con el veterano profesor Roberto Gutiérrez, investigador titular del Instituto de Geología y Paleontología, centro científico adscripto al Ministerio de Energía y Minas.
—¿Qué ha de decirse, desde las ciencias de la geología y la paleontología, sobre la relación ciclones-archipiélago cubano?
—Siempre que se habla de ecosistemas, de biodiversidad, se piensa en la biota —en la flora y en la fauna—; sin embargo, un componente tan importante como el biótico es el abiótico. Este es tan relevante como la vida de las plantas y los animales, porque, ¿dónde es que estos se asientan? Lo físico, lo geológico, la geografía de un ecosistema es básico para todo lo que se desarrolla sobre él y para entender los ecosistemas en su más amplia acepción.
«Matthew afectó al Parque Nacional Alejandro de Humboldt y a las Cuchillas del Toa. En algunas de esas zonas el sustrato se caracteriza por la presencia de rocas serpentiníticas, donde crecen poblaciones de cuabales y carrascales, flora que no podría desarrollarse de no existir en aquellos sitios ese sustrato.
«O sea, que cuabales y carrascales crezcan en ese lugar, se debe a las características específicas de la zona superior, de la corteza intemperística de ese sustrato, debajo de la cual están los yacimientos de níquel.
«Lo mismo pasa en los mogotes con el roble caimán, la palma de sierra, el ceibón y otras especies. Si no brindaran un sustrato de caliza fuerte, con determinadas condiciones físicas y químicas, esa vegetación no fuera viable. Entonces, cuando un ciclón pasa por los mogotes de Pinar del Río, por Viñales, que es otro de nuestros Patrimonios Naturales de la Humanidad, hay que evaluar los daños que el evento provocó al elemento abiótico.
«Ocurre igual con la fauna. La Ferminia y el Cabrerito de Ciénaga son aves endémicas de la Ciénaga de Zapata, otra de las regiones más azotadas por eventos hidrometeorológicos. Estas especies, tan nuestras, solo pueden desarrollarse en esa península por las condiciones físicas, geológicas, que allí existen y que dieron origen y mantienen vivo ese humedal, que también es Reserva de la Biósfera y Sitio Ramsar».
—O sea, que las características bióticas —de la flora y la fauna— de un ecosistema están especialmente determinadas por los componentes abióticos de este.
—Sí, y los huracanes, que han existido siempre, desde que la tierra tiene las características actuales, han afectado los sustratos rocosos y el suelo, afectando la vida en ellos.
—Hay una relación muy estrecha entre lo que pasa «encima» y lo que ocurre «debajo»...
—Otro ejemplo lo constituye Guanahacabibes, también Reserva de la Biosfera. Es una zona cársica —compuesta por rocas carbonatadas— donde no hay corrientes fluviales superficiales.
«Se caracteriza por el diente de perro, las cuevas, las dolinas. Entonces, cuando pasa un huracán, la vegetación que cubría esas zonas de diente de perro, casimbas, se “quema” por la fricción de los vientos, y donde existía una pequeña capa de suelo, la roca queda expuesta al aire, libremente, lo que junto con la acción del agua acumulada por la lluvia, aumenta la carsificación. Ese daño al componente abiótico impacta sobre los elementos bióticos del ecosistema».
—¿Qué perjuicios a nivel físico pudo haber provocado el huracán Matthew en el extremo oriental de la Isla?
—Por los reportes de prensa, en Maisí, Imías y San Antonio del Sur, que tienen costas acantiladas, y también en zonas de Baracoa, los nichos de marea resultaron muy golpeados por las olas, se partieron en algunos lugares. De ahí fue de donde salieron las rocas (los huracanolitos) que cubrieron zonas de costas y carreteras. La acción de las olas debió modificar en parte la morfología de las costas, de las playas, y eso perjudica la vegetación y la fauna que habita en esos lugares.
«No obstante, debo aclarar que la naturaleza se regenera. En Guanahacabibes, por donde pasan muchos de estos eventos, esto se verifica con mucha claridad. La vegetación y la fauna se recuperan. Pero eso requiere de tiempo, ocurre en un período más o menos largo según el grado de conservación del ecosistema afectado, de su resiliencia y de la antropización (intervención del hombre) que ha
sufrido.
«Desde una perspectiva abiótica, el ecosistema se “repara”, pero a muy largo plazo, si lo hace, y eso es en estos lugares, como Guanahacabibes, Ciénaga de Zapata, Humboldt y otros donde, por estar bajo condiciones especiales de protección, la acción del hombre está restringida, controlada, y no hay una modificación sustancial del basamento rocoso y del suelo, pero donde no ocurre así o donde el ecosistema protegido es pequeño, el daño puede ser permanente, irreversible».
—Desde una perspectiva geológica, según las amenazas que penden sobre los ecosistemas resguardados en el Parque Nacional Alejandro de Humboldt y las Cuchillas del Toa, ¿que otros daños estimados pudo provocar Matthew por aquellos sitios?
—En esa región, eminentemente montañosa, los grandes eventos hidrometeorológicos —no solo los huracanes sino también las intensas lluvias— pueden provocar deslizamientos. El talud de una montaña muy pendiente es un hecho de vulnerabilidad para los valles, para el llano. Un gran deslizamiento es ya una pérdida abiótica, pero también tiene efectos sobre la biota, al arrastrar tras sí parte o todo lo que hay montaña abajo.
«Los deslizamientos de tierra pueden, además, alterar el cauce de las corrientes fluviales, lo que afecta las plantas y los animales relacionados con ese río. Un ejemplo de esto está en la cuenca del Cuyaguateje, en Pinar del Río. Según estudios geológicos y paleontológicos, el rumbo de su cauce ha migrado varias veces a través de los tiempos históricos a causa de fenómenos como las grandes lluvias.
«Eventos hidrometeorológicos fuertes pueden cambiar la geografía de un lugar, su morfología, el curso del río, lo que afecta —reitero— la biota relacionada con él.
«Un deslizamiento de tierra, caída de bloques inestables, una crecida de un río —o la combinación de esos sucesos— pueden, además, afectar cascadas y saltos de agua como los que existen en el macizo Nipe-Sagua-Baracoa; bloquearlos, reducirlos, ampliarlos, debido a los rocas que arrastra la corriente, más en una tan fuerte como es la del Toa. Me preocupa mucho qué pudiera haber pasado en Salto Fino, una cascada alta, importante, hermosa.
«La combinación de deslizamientos y fuertes vientos, por su parte, puede provocar derribos de árboles que obstruyan los puntos estrechos entre dos montañas, lo que obstaculizaría el paso de determinadas especies que usaban ese sendero. La conjunción de varios efectos de un huracán puede, además, hacer desaparecer endémicos de la flora o la fauna que vivían en áreas reducidas, como las que habitan en sectores muy específicos de la Ciénaga de Zapata o Guanahacabibes».
—Algo que no se conoce mucho, pero que también son ecosistemas vitales y muy frágiles, son las cuevas. Representan sitios muy importantes para la geología y la paleontología. ¿Qué puede pasar en ellas tras el azote de un huracán?
—Cuba, en el contexto del Caribe, tiene cuevas y sistemas cavernarios fundamentales, muy importantes, como la Gran Caverna de Santo Tomás y los sistemas cavernarios de Palmarito, de Majaguas-Cantera y Fuentes. Estas son de las más grandes de la región. Con los ciclones, esas cuevas, que fueron formadas por ríos, son muy vulnerables.
«El arrastre de sedimentos puede modificar su topografía. Una galería muy pequeña, ante una crecida muy grande, puede quedar bloqueada, o viceversa, ser desobstruida, lo cual cambia, entonces, la morfología de esa formación cavernaria, o puede hacer desaparecer un yacimiento de fósiles, que aparecen frecuentemente en las cuevas, así como con las consiguientes afectaciones a la biota vinculada a ella».
—¿Qué relación existe entre la geología y la paleontología como disciplinas científicas, y las estrategias de Cuba ante los eventos climáticos extremos y otros fenómenos naturales?
—La geología y paleontología son parte importante de los estudios de peligro, vulnerabilidad y riesgo que se han realizado y se desarrollan en el país hasta nivel local. Antes, estas evaluaciones no se tenían muy en cuenta —en Cuba y en el mundo—, pero ahora se les presta mucha atención, y nuestro país es un ejemplo en este trabajo, que no comenzó ahora, sino con la Voluntad Hidráulica impulsada por Fidel tras el paso del huracán Flora en 1963. Desde entonces, nuestra disciplina ha acompañado los esfuerzos del país en este sentido. TOMADO DE JUVENTUD REBELDE DE CUBA  

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