La empresa Barrick confirmó que la mina tiene capacidad de
extracción por siete años más; escasa información estatal sobre los recursos;
inquietud vecinal
Vista del campamento de la mina Veladero desde el arroyo Los
Despoblados. Foto: DIEGO LIMA / ENVIADO ESPECIAL
JÁCHAL, San Juan.- La historia del impacto de la mina de oro
Veladero, que explota la empresa Barrick Argentina desde hace una década en
esta provincia, es una vuelta sin fin: mientras las comunidades ubicadas cuenca
abajo del yacimiento viven en la incertidumbre por la sanidad del agua y el ambiente,
desde la empresa y el gobierno provincial afirman que todo está bajo control.
La polémica seguirá porque, desde la compañía, confirmaron a
LA NACION que hay reservas hasta 2024, mientras siguen las exploraciones en la
zona donde hace poco más de un año se produjo un derrame de más de un millón de
litros de agua cianurada. El 8 del mes pasado, hubo un segundo incidente
reconocido -un trozo de hielo desacopló un caño en el valle de lixiviación- que
reavivó el temor y las quejas de las poblaciones cuenca abajo de la mina.
Los últimos análisis realizados por la Universidad Nacional
de Cuyo sobre una muestra de agua de pozo de agosto en Tamberías -1500
habitantes, a 10 kilómetros de Jáchal- registraron, por primera vez, presencia
de mercurio. Igual que en julio pasado, se detectó aluminio.
"No hay respuesta. Estamos desprotegidos y el agua,
comprometida", dijo a LA NACION Carlos Ibarbe, integrante de la Comisión
Vecinal de Tamberías. Una muestra de julio del acuífero subterráneo de Mogna,
una localidad más abajo, también marcó mercurio. No superan los límites fijados
por el Código Alimentario.
La empresa desconoce los estudios encargados por la Municipalidad
de Jáchal a la Universidad de Cuyo; sólo tiene las "versiones
periodísticas". No sabe "cómo se realizaron, con qué protocolos y si
existe un estudio de base". Señalaron que ese río está "fuera del
área de influencia de Veladero, que es el departamento de Iglesia". La
cuenca del río Jáchal, para la provincia, figura entre los cauces alcanzados
por la explotación.
Eduardo Machuca, flamante secretario de Gestión Ambiental y
Control Minero de San Juan, afirmó a LA NACION -acompañado por todo su equipo-
que, "preocupados" por los datos, hicieron sus propios análisis con
el equipo de sensibilidad atómica del Centro de Investigación para la
Prevención de la Contaminación Ambiental Minero-Industrial (Cipcami). Para
Mogna, dio 0,029 microgramos por litro. "Nada", dijo
La calidad y la cantidad de agua -principal insumo en la
explotación a cielo abierto- son la clave de las objeciones de distintos
sectores a este modelo. La clave son las dudas respecto de la "línea
base", es decir, de los valores de las cuencas antes de que comenzara la
explotación.
La gobernación de San Juan señala que la base
"está", pero no la da. Se limita a apuntar que no hay alteraciones.
Machuca planteó: "Es de 1998 hasta 2004 e incluye todas las cuencas de la
zona, extendidas hasta las comunidades; incluye datos propios, los relevados
por un programa del Banco Mundial de los 90 y hasta los aportados por la
empresa".
Calificó de "aisladas" las tomas de la
municipalidad a pedido de los asambleístas. "No dicen nada; el gobierno
levanta en 13 puntos georreferenciados y tiene en cuenta la variabilidad por
caudales y por temperatura. No hay tendencia de que el cambio persista; los
valores siempre están dentro de los límites."
La línea base de Veladero se parece al Santo Grial: todos la
buscan. "La pedimos en 2010 al gobierno y no la dio; también en el amparo
de 2015 la reclamamos, pero el juez [Pablo] Oritja nos respondió que «no era
pertinente». No se estudian los microorganismos en el agua y tampoco se analiza
el aire", apuntó Saúl Zeballos, integrante de la asamblea Jáchal no se
Toca.
Desde la minera indicaron que los estudios comenzaron antes
de la construcción: "La información es muy abultada, ya que se construyó
con estudios de todas las variables ambientales desde siete años antes de la
explotación, toma en cuenta toda la cuenca y, por ende, todos los ríos. Va
actualizándose cada dos años, porque nunca se deja de monitorear toda el área
de la operación minera e incluso la de influencia, la circundante al proyecto.
Es información pública".
Los expertos explicaron que la línea de base es "una
sola"; lo que se actualiza son los valores posteriores, a la vez que
entienden que las comunidades afectadas deberían haber participado en una
audiencia pública cuando se lanzó la medición. Los estudios deben alcanzar
ambiente (agua, aire y tierra), salud de la población y producción.
LA NACION accedió a un trabajo realizado por los
asambleístas que cuenta con referencias de dos mediciones de 1998, las del
Cipcami de 2004, 2005, 2006, 2008 y 2010 y de la Universidad de Cuyo desde ese
año hasta ahora. Son para los ríos Blanco y Jáchal. Hay cambios evidentes en el
PH, boro, arsénico, manganeso, aluminio y uranio.
"Ninguna comunidad toma agua del río -indicaron desde
la administración provincial para tratar de cerrar la discusión-. Usan
vertientes, perforaciones, acueductos."
Respecto de la cantidad de agua usada por la Barrick, desde
la provincia dijeron que la empresa "nunca" usó los 110 litros por
segundo autorizados. Sostuvieron que el caudalímetro instalado en la toma -que
LA NACION no pudo ver- marca 60 a 70 litros/segundo. Tomado de la nación de ar
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