Una “revolución estancada” para la mujer latinoamericana
La gran deuda de América Latina con la mujer es la violencia
de género.
Foto: Mariana Kaipper Ceratti
América Latina y el Caribe ha achicado la brecha de
género en educación y participación laboral, pero la violencia contra la mujer,
la desigualdad salarial y las altas tasas de embarazo adolescente deslucen los
avances
Ser mujer en América Latina y el Caribe es estar entre las
más escolarizadas, es haber ganado terreno en el mercado laboral y es contar
con mejores coberturas de salud que antes.
Pero para muchas de ellas también es ser madre demasiado
joven, es ganar menos que los hombres y, lo peor, siempre sentir miedo: 14 de
los 25 países del mundo con las tasas más elevadas de feminicidios se
encuentran en la región.
Es un escenario de fuertes contrastes el que viven las
mujeres en América Latina y el Caribe.
Las más escolarizadas, pero no las más educadas
Hoy más que nunca, las mujeres son mayoría en las aulas de
la región y la diferencia es notoria a medida que se avanza en los diferentes
niveles.
En primaria, los porcentajes de mujeres y hombres que
asisten a una institución están en 92% cada uno, en secundaria se registran 78%
de mujeres y 73% de hombres; y en educación terciaria, hay 50% de mujeres y 38%
de hombres.
Sin embargo, la
calidad de la educación es baja y a nivel terciario existen
diferencias significativas en los campos de estudio: en carreras como Ciencias,
Ingeniería y Agricultura, la vasta mayoría de los estudiantes siguen siendo
hombres.
Son adolescentes y son mamás
En materia de salud, una mayor cobertura ha logrado un
progreso consistente en un área clave: en 1990 se registraban 135 muertes
maternas por cada 100.000 nacidos vivos, en la actualidad ese número ha bajado
a 67, casi la mitad.
Pero, aunque la tasa de fertilidad ha disminuido (2,1
nacimientos por mujer en la actualidad), el embarazo adolescente no lo ha hecho
al mismo ritmo.
América Latina tiene una de las tasas más altas de mujeres
que dan a luz entre los 15 y 19 años (solo superada por África subsahariana):
63 de cada 1.000 nacimientos son de adolescentes, con números más altos en
Centroamérica y el Caribe.
Los
expertos coinciden en que cuando las mujeres jóvenes quedan
embarazadas y abandonan la escuela tienen menos opciones de subsistencia, lo
que puede conducir a una mayor dependencia y niveles más altos de pobreza.
La “doble carga”
Más de la mitad de las mujeres en edad activa está
trabajando en América Latina y el Caribe. Sin embargo, el ingreso de la mujer
en el mundo laboral parece haberse estancado: desde
2006 la tasa de población activa de mujeres ronda el 51%.
De acuerdo con el Centro de Estudios
Distributivos, Laborales y Sociales de la Universidad de La Plata, este
estancamiento en la región podría deberse a que la tasa de participación ha
llegado a su techo y que como muchos hombres se encontraban con trabajo bien
remunerado durante el periodo de auge económico, las mujeres decidieron
quedarse en casa para dedicarse a otras tareas.
Ahora que las condiciones no son tan favorables, los puestos
se reservan para las contrapartes masculinas dejando a las mujeres con empleos
de baja calidad o no remunerados, y, en el peor de los casos, fuera del mercado
formal de trabajo, según expertos del Banco Mundial.
A ello se le suma que el ingreso masivo de la mujer en el
trabajo no fue acompañado de una distribución más equitativa de las tareas
domésticas. Esto es lo que los expertos llaman una "doble carga".
Ellas destinan unas tres horas más por día a actividades domésticas y ganan, en
promedio, un 10% menos.
Para volver a aumentar la mano de obra femenina es clave
mejores políticas públicas. Una de ellas tiene que ver con ofrecer más y
mejores servicios de guardería, de acuerdo con un estudio realizado por
la Corporación
Financiera Internacional.
La cifra más triste
La gran deuda de América Latina y el Caribe con las mujeres
tiene que ver con la violencia de género.
De acuerdo con ONU
Mujeres, de los 25 países con las tasas más elevadas de feminicidios,
14 están en la región y se estima que 1 de cada 3 mujeres mayores de 15 años ha
sufrido violencia sexual, lo que alcanza la categoría de epidemia según la
Organización Mundial de la Salud.
La buena noticia es que se ha avanzado en la reglamentación
de diferentes leyes que reconocen la violencia de género. De hecho, 24 de los
33 países de América Latina y el Caribe cuentan con leyes contra la violencia
doméstica. Aún así, solo nueve países han sancionado leyes que tipifican una
variada gama de expresiones de violencia contra las mujeres, tanto en el ámbito
privado como público.
Soluciones en el terreno
La perspectiva de género está comenzando a ser una parte
central de las agendas de los gobiernos. En la región, existen varias
iniciativas apoyadas por el Banco Mundial que buscan la manera de cerrar la
brecha en diferentes ámbitos.
Estos son algunos ejemplos:
- En
Haití, el Ministerio de Agricultura está contratando mujeres en posiciones
gerenciales para reducir la existente brecha de género.
- Un
proyecto en Ecuador buscará que las mujeres tengan las mismas
oportunidades en educación técnica terciaria.
- En
México, la
campaña “Hazme el Paro” busca prevenir la violencia y el acoso
hacia las mujeres en el transporte público.
- Por
último, en Argentina, la pavimentación de la ruta 3 en el norte ha
mejorado las oportunidades económicas de las mujeres
indígenas qom, quienes instalaron diferentes centros culturales donde
venden artesanías y ofrecen actividades turísticas.
TOMADO DE ENVIO DEL BANCO MUNDIAL
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