En la edición impresa de ayer, LA NACION editorializó, y hay que celebrarlo, acerca de la necesidad de crear un gran Parque Nacional en la Estancia La Fidelidad, que ocupa parte de las provincias de Chaco y de Formosa. Se trata de las últimas 250.000 hectáreas de bosque chaqueño en buen estado de conservación.
Casualmente o no, muchos ambientalistas argentinos esperan que mañana y desde Resistencia, la Presidenta haga un anuncio en tal sentido. Sin embargo, es bastante improbable que la ciudadanía escuche tal decisión. Y no necesariamente porque ella no comparta la idea -hay rumores de que su voluntad política existe, igual que la del gobernador del Chaco- sino porque parecen haberse producido vacilaciones en algunos estamentos del gobierno nacional. Es presumible que hayan sido algunos estratos menores los que manifestaron dudas o plantearon reparos que, desde luego, todo gobernante debe considerar.
Como sea, La Fidelidad está en el corazón del bosque seco subtropical más grande y con mayor biodiversidad del mundo. Nada menos. Y es además el medio de vida de miles de familias campesinas y de pueblos originarios, que allí han vivido, trabajado y desarrollado sus culturas durante siglos. Pero ahora esos bosques están en vías de desaparición, dada la explotación forestal irracional y los desmontes devastadores que se verifican a toda hora, diariamente, en toda la región que se conoció como El Impenetrable pero que últimamente ha sido furiosa y criminalmente penetrada. Por eso es necesario y sobre todo urgente crear allí un gran Parque Nacional.
Y además es posible porque la Estancia "La Fidelidad" está deshabitada y casi intacta, y es obviamente el territorio ideal para tal propósito. Tras el desdichado asesinato de su propietario, en enero pasado y sin dejar descendencia legal reconocida, se impone la acción del Estado con toda premura.
Las posibilidades de este Parque Nacional son casi infinitas: no sólo asegurará que las futuras generaciones de argentinos hereden la riqueza y disfruten la belleza del ecosistema del Bosque Chaqueño, sino que abrirá las puertas a un turismo racional y mesurado, capaz de atraer a miles de visitantes argentinos y del mundo entero. Generará además oportunidades de empleo para la población local -tal como ocurre en otros parques del país- y sobre todo servirá como fenomenal caja de herramientas para desde ahí encarar la defensa de los recursos naturales del Norte Argentino, asistiendo en la recuperación de otros bosques muy deteriorados e incluso ya desaparecidos.
Salvar ese territorio, que es el bosque nativo más grande de la Argentina, no depende sólo de la voluntad presidencial o de un gobernador. Depende también de reparticiones públicas de larga y respetada trayectoria como la Administración de Parques Nacionales (APN), que viene trabajando también para la defensa de La Fidelidad.
Y eso es importante porque es obvio que deben existir fuertes presiones por parte de poderosos, ocultos intereses que se sabe ya operan para fraccionar "La Fidelidad" y venderla por sectores, y dificultar o imposibilitar así los controles estatales.
No hay constancia de quiénes exactamente habrían influido negativamente sobre la supuesta, original voluntad presidencial, pero es presumible que se hayan esgrimido argumentos como que los costos de expropiación serán muy elevados, y además las vías judiciales se sabe que en la Argentina son complejas, lentas e inseguras. Se entendería, por ello, que la Presidenta no haga el anuncio que los ambientalistas y buena parte de la ciudadanía esperan.
Sin embargo, cabe recordarle a las máximas autoridades -nacional y provinciales- que sí podrían hacer mañana mismo una declaración de "Reserva Nacional" sobre todos los territorios propiedad de la Estancia La Fidelidad.
Esta medida es sencilla y no amerita expropiación, no tiene costo económico y su expresión concreta es la cesión de la jurisdicción a la APN. Así, la propiedad seguirá en manos de la sucesión que se abra, pero la finca pasará a ser indesmontable y la APN quedará habilitada para destinar guardaparques que custodien el interés superior de la Nación.
La Argentina tiene una ley de áreas protegidas y algunas reservas importantes, como la Reserva Nacional Lanin, en Neuquén.
Que mañana con el sol del 25 y desde el Chaco la Presidenta anuncie alguna decisión respecto de La Fidelidad, sería casi un milagro. Pero esperable, en cierto modo. Porque ella ha de saber que no salvar La Fidelidad sería un pecado de lesa ecología, tan grave como si se descuidaran las aguas que atesora nuestro país.
Tomado del Diario la Nacion
Articulo de Mempo Giardinelli
Casualmente o no, muchos ambientalistas argentinos esperan que mañana y desde Resistencia, la Presidenta haga un anuncio en tal sentido. Sin embargo, es bastante improbable que la ciudadanía escuche tal decisión. Y no necesariamente porque ella no comparta la idea -hay rumores de que su voluntad política existe, igual que la del gobernador del Chaco- sino porque parecen haberse producido vacilaciones en algunos estamentos del gobierno nacional. Es presumible que hayan sido algunos estratos menores los que manifestaron dudas o plantearon reparos que, desde luego, todo gobernante debe considerar.
Como sea, La Fidelidad está en el corazón del bosque seco subtropical más grande y con mayor biodiversidad del mundo. Nada menos. Y es además el medio de vida de miles de familias campesinas y de pueblos originarios, que allí han vivido, trabajado y desarrollado sus culturas durante siglos. Pero ahora esos bosques están en vías de desaparición, dada la explotación forestal irracional y los desmontes devastadores que se verifican a toda hora, diariamente, en toda la región que se conoció como El Impenetrable pero que últimamente ha sido furiosa y criminalmente penetrada. Por eso es necesario y sobre todo urgente crear allí un gran Parque Nacional.
Y además es posible porque la Estancia "La Fidelidad" está deshabitada y casi intacta, y es obviamente el territorio ideal para tal propósito. Tras el desdichado asesinato de su propietario, en enero pasado y sin dejar descendencia legal reconocida, se impone la acción del Estado con toda premura.
Las posibilidades de este Parque Nacional son casi infinitas: no sólo asegurará que las futuras generaciones de argentinos hereden la riqueza y disfruten la belleza del ecosistema del Bosque Chaqueño, sino que abrirá las puertas a un turismo racional y mesurado, capaz de atraer a miles de visitantes argentinos y del mundo entero. Generará además oportunidades de empleo para la población local -tal como ocurre en otros parques del país- y sobre todo servirá como fenomenal caja de herramientas para desde ahí encarar la defensa de los recursos naturales del Norte Argentino, asistiendo en la recuperación de otros bosques muy deteriorados e incluso ya desaparecidos.
Salvar ese territorio, que es el bosque nativo más grande de la Argentina, no depende sólo de la voluntad presidencial o de un gobernador. Depende también de reparticiones públicas de larga y respetada trayectoria como la Administración de Parques Nacionales (APN), que viene trabajando también para la defensa de La Fidelidad.
Y eso es importante porque es obvio que deben existir fuertes presiones por parte de poderosos, ocultos intereses que se sabe ya operan para fraccionar "La Fidelidad" y venderla por sectores, y dificultar o imposibilitar así los controles estatales.
No hay constancia de quiénes exactamente habrían influido negativamente sobre la supuesta, original voluntad presidencial, pero es presumible que se hayan esgrimido argumentos como que los costos de expropiación serán muy elevados, y además las vías judiciales se sabe que en la Argentina son complejas, lentas e inseguras. Se entendería, por ello, que la Presidenta no haga el anuncio que los ambientalistas y buena parte de la ciudadanía esperan.
Sin embargo, cabe recordarle a las máximas autoridades -nacional y provinciales- que sí podrían hacer mañana mismo una declaración de "Reserva Nacional" sobre todos los territorios propiedad de la Estancia La Fidelidad.
Esta medida es sencilla y no amerita expropiación, no tiene costo económico y su expresión concreta es la cesión de la jurisdicción a la APN. Así, la propiedad seguirá en manos de la sucesión que se abra, pero la finca pasará a ser indesmontable y la APN quedará habilitada para destinar guardaparques que custodien el interés superior de la Nación.
La Argentina tiene una ley de áreas protegidas y algunas reservas importantes, como la Reserva Nacional Lanin, en Neuquén.
Que mañana con el sol del 25 y desde el Chaco la Presidenta anuncie alguna decisión respecto de La Fidelidad, sería casi un milagro. Pero esperable, en cierto modo. Porque ella ha de saber que no salvar La Fidelidad sería un pecado de lesa ecología, tan grave como si se descuidaran las aguas que atesora nuestro país.
Tomado del Diario la Nacion
Articulo de Mempo Giardinelli
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