Desde 1996 que está prohibido recolectarlas; no se trata de
un virus asiático sino más bien de un problema ambiental Crédito: Shutterstock
Los memoriosos lo recuerdan con melancolía. Durante los días
de verano en la Costa Atlántica era frecuente recolectar en familia almejas
amarillas de la orilla del mar.
Solían aparecer tras una oleada y sólo había que agarrarlas
con la mano antes de que vuelvan a enterrarse. Si no se dejaban ver, bastaba
detectar dos agujeritos juntos sobre la arena mojada y excavar unos veinte
centímetros para encontrarlas.
El resultado: un balde lleno de almejas para comer frescas
con limón, en una salsa, a la provenzal o al escabeche . Desde mediados de los
años 90, ese hábito alimentario de los argentinos en vacaciones se terminó.
Sucesivas extinciones masivas que se reportaron a lo largo
de toda la costa bonaerense activaron las alertas y desde el Estado provincial
se prohibió la recolección de este molusco bivalvo que también está presente en
el sur de Brasil y la costa uruguaya.
¿Qué pasó? ¿Por qué, más de veinte años después, los
argentinos seguimos sin poder comer almejas?
Un misterio jamás resuelto
Se aconseja consumirlas solo en restaurantes especializados,
nunca recolectarlas ya que pueden ser peligrosas para la saludSe aconseja
consumirlas solo en restaurantes especializados, nunca recolectarlas ya que
pueden ser peligrosas para la salud Crédito: Shutterstock
Después de décadas investigando a la almeja Amarilladesma
mactroides -tal su nombre científico-, especialistas consultados por LA NACION
señalaron varios factores como responsables de la mortalidad de la almeja en
las playas bonaerenses.
El misterio desveló a los científicos argentinos que se
dedicaron a estudiar el tema y produjeron numerosos estudios con varias
hipótesis nunca del todo confirmadas.
"No se sabe muy bien que fue lo que les pasó a las
almejas, algunos hablan de un boom de diatomea (algas unicelulares), otros de
un virus, algunos de las condiciones físicas del mar, pero no hay precisión de
la causante de la mortandad de la década del 90", explica Chiaradia.
La leyenda del virus
asiático
Un cuento bastante difundido por los bañistas que se
transmitía de playa en playa decía que un virus traído por un barco asiático
había diezmado la población de almejas bonaerenses, algo que nunca pudo
confirmarse.
En el estudio "Mortalidades masivas que afectan a las
poblaciones de Amarilladesma mactroides", publicado en el Journal of
Shellfish Research por Nuria Vázquez, Sandra Fiori y colaboradores, miembros
del Instituto de Biología de Organismos Marinos de Puerto Madryn y del
Instituto de Oceanografía de la Universidad Nacional del Sur de Bahía Blanca,
respectivamente, sostienen que "los resultados obtenidos no permiten
vincular la presencia de parásitos o OsHV-1 (herpes virus que diezmó las
poblaciones de ostras en Europa) como agentes causantes de la mortalidad".
No obstante señalaron "la presencia de bacterias del género Vibrio y de un
virus desconocido" que podría ser una variación del herpes virus del
ostión, todo lo cual "justifica el mantenimiento del estado de
conservación de estos bivalvos como ´vulnerables´, según los criterios de la
Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN)".
Consultados por LA NACION, los doctores en biología Emiliano
Ocampo y Jesús Núñez dijeron que "si bien se estudiaron estos eventos de
mortalidad, no se pudieron establecer las causas exactas".
"En lo que coincidimos la mayoría de los investigadores
que trabajamos con esta especie es que el efecto de la extracción no controlada
y las mortalidades masivas han llevado a la almeja amarilla al estado de
vulnerable", sostienen Ocampo y Núñez, investigadores del laboratorio de
Invertebrados de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de Mar del Plata.
Volvieron (en realidad nunca se fueron)
Este verano las almejas se dejaron ver en las playas de la
costa como en los buenos viejos tiempos, los avistamientos en masa indicarían
que se recuperaron y que ya no se encuentran al borde de la desaparición, aun
cuando sigue vigente la disposición bonaerense número 1238 de 1996 que prohíbe
su recolección.
"Una almeja necesita entre 4 y 6 años para alcanzar un
tamaño de 5 a 7 centímetros. Viven enterradas en la orilla durante los meses
cálidos -desde mediados de primavera hasta principios de otoño- y migran a
aguas un poco más profundas durante el resto del año. Por eso es que en
invierno no se encuentran en la orilla. Solo realizan esa migración estacional,
que es bastante limitada en distancia, por lo cual es improbable que la
aparición abrupta se deba a que vienen de otro lado, es más probable que sean las
personas quienes no las noten hasta que es imposible no verlas ya que son
muchas", dicen Vázquez y Ocampo.
Desde el Municipio de la Costa se suman a la veda todos los
años con una campaña para que nadie las saque de su hábitat. "Si continúa
su extracción se pondrá nuevamente en peligro la continuidad de la
especie", informan los afiches municipales y aportan un número para
denuncias: 0800-999-8324.
Ocampo revela que "en Mar del Plata -municipio de
General Pueyrredón-, donde históricamente no existieron bancos de almejas muy
abundantes, no hay avisos que limiten la recolección y actualmente se pueden
ver turistas extrayéndola en las playas de Punta Mogotes".
Para Chiaradia, la depredación humana no fue la culpable de
la mortandad masiva del año ´95 pero está muy claro que gravita
considerablemente en la reducción de los bancos de almejas. "Para
alimentación o carnada de pesca, se suelen extraer los adultos que son los que
se reproducen. Esto, sumado al tránsito de vehículos que transitan por la línea
de costa, y a la extracción de arena de las concesionarias de los balnearios
durante los meses de septiembre y octubre, justo cuando las nuevas generaciones
de almejas llegan a la orilla, terminan matando a las nuevas
generaciones".
Un recurso clave
dentro del ecosistema marino
En las playas uruguayas no ocurre lo mismo ya que se
respetan los tiempos que las almejas necesitan en playas especialesEn las
playas uruguayas no ocurre lo mismo ya que se respetan los tiempos que las
almejas necesitan en playas especiales Crédito: Shutterstock
¿Y cómo fue que se regeneraron las almejas, luego de estar
en serio peligro? Chiaradia entiende que "pequeñas poblaciones pueden
generar un gran número de larvas de almejas que llevadas por las corrientes
repoblaron las playas. La prohibición ayudó a que no se extraigan los adultos y
puedan generarse más larvas".
"La almeja es una especie vulnerable, una categoría
menor que ´en peligro de extinción´, quiere decir que si bien no está al borde
de la extinción puede estarlo en algún momento", completa Ocampo. "En
general es difícil encontrar invertebrados marinos en peligro de extinción,
porque tienen un potencial reproductivo muy alto y por tanto es difícil que
desaparezcan", concuerda Vázquez.
Más allá de que sea un recurso vedado para consumo humano,
la almeja amarilla ocupa un lugar clave dentro del ecosistema marino. "Las
almejas comen microalgas, larvas de crustáceos y moluscos que se encuentran en
suspensión en el mar, fito y zooplancton. Y al ser el molusco más abundante son
fuente de alimentación de aves como el ostrero y de cangrejos, cuando está en
la orilla. Cuando está ubicada en el submareal (en el agua durante los meses de
invierno) es un recurso alimentario de peces como las corvinas", cuenta
Chiaradia.
"En Argentina no existen planes de manejo de esta
especie, como sí los hay en Uruguay, donde existen playas enteras donde se
crían las almejas y se las extrae para consumo siguiendo un plan
responsable", apunta Ocampo y advierte: "Acá su consumo no se recomienda
ya que además de ser una especie vulnerable puede contener marea roja y afectar
la salud".
La marea roja, el terror de los siete mares
El 17 de noviembre de 1991, 125 marineros chilenos debieron
ser internados por un cuadro de intoxicación grave, estuvieron al borde la
muerte y dos de ellos no se salvaron. "Habían ingerido cholgas
contaminadas con marea roja", cuentan los doctores Suárez y Guzmán en su
libro Mareas Rojas y Toxinas Marinas editado por la Universidad de Santiago de
Chile.
La marea roja es una floración de las algas marinas que
suelen teñir los mares de algún color, generalmente con tonalidades coloradas
pero también marrones o verdes. El fenómeno se conoce desde la antigüedad y ha
inspirado todo tipo de relatos alrededor del mundo marino.
Los moluscos bivalvos como la almeja, las ostras,
berberechos y mejillones son filtradores, se alimentan de plancton y suelen
acumular las toxinas de la marea roja en su interior, sin que los afecte. Los
peces, los pulpos, calamares y camarones no acumulan marea roja, en cambio sí
los caracoles de mar.
Estas toxinas son potencialmente mortales para el ser
humano, ya que dentro de los moluscos producen VPM, mejor conocido como Veneno
Paralizante de los Mariscos: paraliza el organismo humano y produce la muerte
por paro cardíaco.
"Las toxinas paralizantes son tan potentes que medio
miligramo puede matar a una persona de 70 kg de peso en pocos minutos, esa
cantidad puede ser fácilmente acumulada en una ración de mariscos de 100
gramos", destacan los autores.
Atención: el fuego no
mata todo
En la Argentina los estudios para determinar si hay marea
roja están a cargo del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria
(Senasa) que se encarga de advertir sobre el peligro y de imponer la veda.
"Pero no siempre se realizan monitoreos en toda la
costa del país y en todo momento, por lo que no es recomendable extraer y comer
este tipo de organismos" por cuenta propia, avisa Ocampo.
Actualmente, rige una veda total por marea roja para toda la
Costa Atlántica bonaerense, desde Punta Rasa en el Partido de General Lavalle,
es decir incluso antes de San Clemente del Tuyú, hasta el Partido de Villarino,
debajo de Bahía Banca, en el extremo sur de la Provincia de Buenos Aires, por
lo que de ninguna manera se deben extraer y consumir almejas entre otros
moluscos bivalvos, ni tampoco caracoles de mar.
Desde Senasa recomiendan "comprar o consumir mariscos
solo en pescaderías, restaurantes o locales de comidas debidamente
habilitados".
Y aclaran que es imposible determinar a simple vista si el
marisco está contaminado con marea roja, ya que no se detecta ni por el color
ni por el sabor del producto.
Además, el veneno paralizante del molusco no se destruye con
el agregado de limón, vinagre o alcohol, ni logra desactivarse con el calor de
la cocción. Tampoco hay antídoto para la toxina.Una razón más para entender por
qué los argentinos seguimos sin poder comer almejas.
Por: Facundo Di Genova – tomado de la nación de ar
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