“..En diciembre de 2007, el Banco de Compensación
Internacional (conocido como BIS, por su sigla en inglés) estimó en US% 681
billones los negocios con derivativos – diez veces más que el PIB de todos los
países del mundo combinados. Es la raposa de guardia en el gallinero.
Si los autores de la Ley SISA, del Acre, conocen el
funcionamiento del mercado financiero, no lo sabemos. Lo que sí sabemos es que
el aparato conceptual utilizado por ellos es antiguo y puede nos llevar a
conclusiones equivocadas. Y precisamente ellos, que sugieren tener una postura
pionera. Utilizar el concepto de preservación de modo generalizado hace tabla
raza de la naturaleza humana. Parece irrelevante nuestra observación. Sin
embargo, si los autores recurren al artículo “Dos filosofías de protección a la
naturaleza”, de Catherine Larrière, insertado en el libro “Filosofía y
naturaleza: debates, embates y conexiones”, organizado por Antonio Carlos dos
Santos (Aracaju: Ed Universidad Federal de Sergipe, 2008), verificarán que los
conceptos de conservación y de preservación son antiguos y de fundamental
importancia para comprender las relaciones entre sociedades humanas (antropo
sociedades) y naturaleza humana.”
Fuente Revista Dialogos del Sur
Pagos por servicios ambientales favorece mercado financeiro
Amyra El Khalili e Arthur Soffiati*
La Ley No 2.308 de 22 de octubre de 2010, del Estado del
Acre, que instituye el Sistema Estadual de Incentivos a Servicios Ambientales
(Sisa), el Programa de Incentivos por Servicios Ambientales (Isa), Carbono y
demás Programas de Servicios Ambientales y Productos Ecosistémicos, parece ya
manifestación de la economía verde, antes que ese concepto fuese aplaudido en
la Rio+20.
Si el trabajo de los polinizadores puede ser valorado y
precificado, ¿quién recibirá el dinero por ellos, ya que la naturaleza trabaja
sin noción de que es trabajo y de que es remuneración? Alguien puede recibir
por ellos. ¿Quién? Eso facilita mucho la entrada de grandes empresarios y
grupos para recibir por aquello que la naturaleza lo hace gratuitamente,
quisiéramos o no. El buitre trabaja diariamente durante el día, sea sábado,
domingo o día festivo. El actúa así porque es de su naturaleza, no por
necesitar de dinero. Con todo, alguien puede pretender recibir por ese servicio
que es gratuito, valorándolo y precificandolo, es decir, colando precio en él.
La formación de precios (precificación) en los mercados de
capitales, específicamente en los mercados bursátiles (bolsas de valores y de
mercancías) es determinado por tres factores: el análisis fundamentalista, que
es el estudio de la coyuntura económica; el análisis matemático, que comprende
los cálculos de tasas de interés, plazos y costos; y el análisis gráfico, que
registra las oscilaciones de la oferta y de la demanda del objeto (activo o
commodity). Así, la complejidad para la formación de precios exige profundo
conocimiento del objeto.
En la escuela neoliberal, para hacer más corto el camino
para la precificación, han creado los “índices” producidos por universidades de
renombre e institutos de investigación, pagando regias mesadas a esas
instituciones para, con esos indicadores, viabilizar las decisiones de los
players (comprar y vender) y, así, girar cada vez más y más rápidamente
contratos en los mercados futuros.
La industria de futuros, llamada de derivativos (derivado de
activos), se ha tornado muy lucrativa en el corto plazo, principalmente para
agentes y bancos, una vez que los agentes intermediarios ganan en el volumen
negociado independiendo del resultado, es decir, ganan por la intermediación
cuando el cliente está ganando y también cuando el cliente está perdiendo.
Con el tiempo ya no interesaba más ganar con intermediación
sobre operaciones de compra y venta para cada contrato negociado. El apetite
por la especulación y la ganancia sobre las ventajas de comprar y vender
rápido, muchas veces en segundos, creó oportunidades para que los agentes
intermediarios (brokers y traders) ganasen también en el juego financiero.
Entienda: Jugando con el trabajo productivo y el dinero de los otros. Jamás con
su propio dinero.
La industria financiera especuló con el aumento
desproporcional (virtual) de la producción de bienes y servicios y avanzó con
la desreglamentación, dando chances para que se realice lucros o pérdidas sin
que el propio sistema de garantías pudiese soportar las liquidaciones con la
concentración de poder en las manos de apenas media docena de bancos también
fiadores de garantías para los negocios que los mismos bancos ofrecen para sus
clientes.
En diciembre de 2007, el Banco de Compensación Internacional
(conocido como BIS, por su sigla en inglés) estimó en US% 681 billones los
negocios con derivativos – diez veces más que el PIB de todos los países del
mundo combinados. Es la raposa de guardia en el gallinero.
Si los autores de la Ley SISA, del Acre, conocen el
funcionamiento del mercado financiero, no lo sabemos. Lo que sí sabemos es que
el aparato conceptual utilizado por ellos es antiguo y puede nos llevar a
conclusiones equivocadas. Y precisamente ellos, que sugieren tener una postura
pionera. Utilizar el concepto de preservación de modo generalizado hace tabla
raza de la naturaleza humana. Parece irrelevante nuestra observación. Sin
embargo, si los autores recurren al artículo “Dos filosofías de protección a la
naturaleza”, de Catherine Larrière, insertado en el libro “Filosofía y
naturaleza: debates, embates y conexiones”, organizado por Antonio Carlos dos
Santos (Aracaju: Ed Universidad Federal de Sergipe, 2008), verificarán que los
conceptos de conservación y de preservación son antiguos y de fundamental
importancia para comprender las relaciones entre sociedades humanas (antropo
sociedades) y naturaleza humana.
Preservación significa mantener íntegra la naturaleza no
humana. Conservación indica el uso de la naturaleza no humana respetando sus
límites. ¿En qué sentido ellos usan el concepto de preservación? Por lo visto,
lo utilizan como sinónimo de protección, concepto que envuelve preservación y
conservación. Sugerimos siempre a nuestros alumnos y colegas: en la duda,
utilizar el concepto de protección.
Entre los defensores de la naturaleza no humana más simple y
de los críticos del movimiento ecologista y ambientalista, los conceptos de
conservación y de preservación se entiende como opuestos y excluyentes. Se
trata de una falsa cuestión, pues preservación y conservación se complementan.
No se puede ser preservacionista en una ciudad, tampoco conservacionista en una
reserva biológica.
Ellos también atribuyen a la Cumbre de los Pueblos,
movimiento paralelo a la Rio+20, el uso inadecuado de la artillería ideológica,
llamando atención hacia su ideología desinformada. Aquí, ellos entran en un
terreno minado y muy peligroso, pues, por una vertiente de pensamiento
(Mannheim y Althusser, por ejemplo), todo ser humano piensa de forma
ideológica, mientras que el marxismo clásico entiende como ideología el
pensamiento conservador. ¿Cuál de los sentidos de ideología ellos refieren? De
la manera en que la expresión es utilizada, parece que ellos están fuera de las
ideologías, mientras la Cumbre de los Pueblos es prisionera de una.
Los autores de la Ley sostienen que el SISA busca la
“compatibilización del desarrollo económico y social con las mejores prácticas
de preservación ambiental”. Ya examinamos el concepto de preservación.
Compatibilización es una postura que según los ecologistas de buena sepa,
intenta conciliar desarrollo predatorio, es decir, crecimiento económico
convencional con la protección del ambiente. Históricamente, desde la década de
1970, los pensadores más lúcidos sostienen que tal conciliación es posible
provisoriamente. Cuando la cuerda que une protección del ambiente y desarrollo
se rompe, el beneficiado es siempre el desarrollo. Pero existen concepciones
distintas de desarrollo. ¿A cuál de ellas los autores se refieren? La respuesta
a esa pregunta viene luego en todo el texto de la Ley: desarrollo sustentable.
El concepto de desarrollo sustentable se firmó en los años
1980, principalmente con el libro “Nuestro futuro común? , de la Comisión
Brundtland. Progresivamente sustituyó el concepto de ecodesarrollo, bien más
claro, y se tornó central en la Conferencia Rio 92. Con el tiempo, el uso fue
tan generalizado que perdió sentido. Hoy se habla de interés sustentable,
prácticas sustentables y hasta cuerpo sustentable sin el mínimo rigor conceptual.
Y sus autores rebaten opiniones críticas a la Ley SISA de la misma manera. Las
consecuencias de eso es el empleo de crecimiento de renta y del PIB. Ora, la
producción de armas de guerra y los servicios a ella vinculados generan renta y
contribuyen para el aumento del PIB. ¿Adónde el pionerismo de los autores en
uso tan acrítico?
Hablar de medio ambiente es redundante. Medio significa
ambiente y ambiente significa medio. O hablamos en medio o en ambiente. De la
misma forma, discutir créditos de carbono es volver al pasado o de él no salir.
El mercado de carbono no ataca a la crisis ambiental antrópica de frente, sino
busca transformarla en fuente de lucros. Pero el pasado está bien embutido en
el presente así como en el futuro. Basta examinar el concepto de economía
verde, tan propalado antes, durante y después de la Río+20. ¿Cuál su contenido?
No se sabe. Solo lo que se sabe es que ya se lo está usando para que
negociantes ganen dinero con la naturaleza. Basta ver el libro “La Economía
Verde: descubre las oportunidades y los desafíos de una nueva era de los
negocios”, de Joel Makower (São Paulo: Gente, 2009). El concepto de economía
verde abre camino para la valoración del aire y de la fotosíntesis, por
ejemplo. Productor y producto, prestador y servicio son colocados en la misma
bolsa.
Pareciera que caminamos hacia una nueva esclavitud, está
bien más sutil. En el sistema esclavista, el esclavo y los bienes y servicios
generados por él podían ser valorados. Un esclavo, mismo de brazos cruzados,
tenía precio. Podía ser comprado o vendido, independiente de los bienes y
servicios que produjera. La nueva esclavitud se asemeja más al que el filósofo
francés Étienne de La Boétie llamaba de servidumbre voluntaria. Las plantas
realizan la fotosíntesis voluntariamente para existir, no porque la obligamos.
Pero alguien puede meterse a cobrar por ella o ganar alguna concesión
gubernamental para explotarla. Vamos parar por aquí pues la lista de las
explotaciones indebidas es muy larga.
La Ley SISA abre un precedente peligroso para la raposa
hacer guardia, recibiendo mucho dinero para guardar el gallinero, pues permite
la captación de recursos y la administración por el sistema financiero a través
del mercado de carbono. Está en los medios anunciado como modelo de ley para el
mundo. Mientras el mercado de carbono se hace vinagre en Europa contaminada por
la crisis financiera de 2008, aquí en estas tierras, se pregona el mercado de
carbono como salvación para la agricultura.
Es de extrañar que los idealizadores de la Ley de Pago por
Servicios Ambientales de Acre desconozcan los impactos de la precificación de
productos agropecuarios en los mercados de commodities internacionales, como el
caso del cacao, azúcar, café, soya, maíz y vacuno entre otros. Queda da
impresión de que no han sido estudiadas las reglas básicas de precificación,
constituidas de análisis fundamentalistas (coyuntura económica), matemática
(interés, plazos y costos) y del análisis gráfico (oferta y demanda).
No se hace mercado artificialmente con leyes y marketing
ambiental. Las experiencias que tuvimos en los mercados de commodities y
derivativos han enseñado que la participación del Estado directamente en la
reglamentación para fomentar la comercialización generó distorsiones y estimuló
la especulación.
Cuando el Banco Central reglaba el cambio en el mercado del
oro, había liquidez porque la autoridad monetaria alimentaba el mercado
comprando y vendiendo oro. Cuando el Banco Central abandonó el oro, el mercado
de oro evaporó. No existía el mercado de cambio futuro porque simplemente no
había vendedores futuros de cambio. Cuando el banco estableció el control de la
moneda por la banda cambial, el mercado futuro de cambio en la antigua BM&F
(bolsa de mercancías y futuro) emergió del cero y hoy es el mercado que
sostiene, juntamente con la tasa de interés, el impresionante movimiento
financiero de la Bovespa BM&F.
Bien que el Estado haga su papel de agente reglamentador y
fiscalizador del sistema financiero, que sea agente de fomento, pero que no se
meta a hacer “mercado”. Si el Estado no logra siquiera fiscalizar la
degradación y la devastación ambiental, ¿cómo puede el mismo Estado tornarse
agente financiero o, en la mejor de las intenciones, repasar para terceros (la
raposa) esa función?
Pregúntese a la Bovespa BM&F: ¿por qué los mercados de
commodities agropecuarias no avanzan? O: ¿Por qué los productores rurales de
este continente no operan en la Bolsa de Futuros para protegerse contra
oscilaciones bruscas de los precios de las commodities agropecuarias?
Pregúntese a los players: ¿por qué el precio de la soya nacional es definido
por la Bolsa de Chicago y no por un precio formado con costo Brasil?
Que se haga mas preguntas antes de hacer leyes para dar
“valor” y/o “valorar” los bienes ambientales. Pregunten a los árabes y
africanos: ¿por qué el agua (bien escaso en el Medio Oriente y África) jamás ha
sido cotizada en Bolsas de Valores? O: ¿por qué los árabes y los nordestinos
todavía no han inventado el mercado futuro del agua?
También pregunten a los miembros de la Alianza RECOs (Redes
de Cooperación Comunitaria Sin Fronteras), que construyen un nuevo modelo
económico para América Latina y Caribe, cuyos informes y consultas públicas son
firmados por más de 5 mil profesionales multidisciplinarios y centenas de
comunidades e instituciones a lo largo de dos década: ¿por qué no se ha
propuesto (o mejor no la pensamos) esa Ley SISA antes?
Quizás no seamos tan inteligentes como los idealizadores de
la Ley SISA a punto de movilizar el buitre.
El buitre movilizado
De João Cabral de Melo Neto
Durante las sequías en los páramos, el buitre
de buitre libre, pasa a empleado.
Él jamás se retira, pues previendo luego
que le movilizarán la técnica y el tacto,
calla los servicios prestados y diplomas,
que lo calificarían para un mejor sueldo,
y va encomiar a los contratistas de la sequía,
veterano, pero aún con celos de recluta:
componiendo con eutanasia el muerto incierto,
él, que en el civil el muerto es claro.
Aunque movilizado, en ese buitre en acción
repunta luego el perfecto profesional.
En el aire compenetrado, curvo y secretario,
en el todo de paraguas, en la unción clerical,
Con que actúa, aunque en puesto subalterno:
él, un convicto profesional liberal.
Referencias
EL KHALILI, Amyra; SOFFIATI, Arthur. Lei de pagamentos por
serviços ambientais do Acre beneficia mercado financeiro. Fórum de Direito
Urbano e Ambiental – FDUA, Belo Horizonte, ano 12, n. 68, p.9-12, mar./abr.
2013.
EL KHALILI, Amyra. As commodities ambientais e a métrica do
carbono. Fórum de Direito Urbano e Ambiental – FDUA, Belo Horizonte, ano 16, n.
93, p.26-31, maio./jun. 2017.
*Colaboradora de Diálogos del Sur. Amyra El Khalili es
profesora de economía socio-ambiental y editora de las redes Movimiento Mujeres
por la Paz y Alianza RECOs. Autora del ebook Commodities Ambientales en Misión
de Paz: Nuevo Modelo Económico para América Latina y Caribe.
Arthur Soffiati es doctor en Historia Social con
especialización en Historia Ambiental por la Universidad Federal de Rio de
Janeiro. Profesor jubilado de la Universidad Federal Fluminense integra el
Núcleo de Estudios Socio-ambientales de la misma universidad. Publicó diez
libros además de varios capítulos de libros, artículos en revistas
especializadas y periódicos.
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