BIOCUBA FARMA , nuevo sistema de producción , Cambiando las reglas de juego
Bajo la premisa de lo planteado en el Lineamiento 115
aprobado en el 7mo. Congreso del Partido, desde el 2016 el Grupo Empresarial
BioCubaFarma y la UH comenzaron a explorar nuevas formas organizativas y de
gestión de la colaboración en la actividad de investigación, desarrollo e
innovación
Autor: Orfilio Peláez |
El fortalecimiento de las relaciones de trabajo entre la
Universidad de La Habana y BioCubaFarma promoverá la ejecución de proyectos
investigativos conjuntos de interés para el país. Foto: Archivo
de Granma
En las últimas dos décadas, los centros de investigación
pertenecientes a la Universidad de La Habana (UH) aportan cada año como
promedio alrededor de un tercio de los premios nacionales conferidos por la
Academia de Ciencias de Cuba.
Tan apreciable caudal de conocimientos podría contribuir a
modernizar diferentes procesos tecnológicos, suplir la carencia de determinados
renglones, aumentar la competitividad de no pocos productos y evitar la compra
en el exterior de artículos capaces de fabricarse en el país con calidad y a
menor costo.
Sin embargo, buena parte de ese cúmulo de resultados
engrosaron la lista de «soluciones engavetadas» o introducidas solamente de
manera muy limitada en lugares puntuales, dejando de tributar los beneficios
esperados a la sociedad y a los autores, sin la satisfacción de ver
generalizados sus aportes.
Varios son los factores que han incidido en tal
problemática, pero uno de los esenciales radica, sin duda, en la débil
vinculación prevaleciente entre la ciencia universitaria y el sector empresarial,
junto con la carencia de políticas adecuadas para financiar la actividad
investigativa en las instituciones de educación superior.
Bajo la premisa de lo planteado en el Lineamiento 115
aprobado en el 7mo. Congreso del Partido, que «establece promover y propiciar
la interacción entre los sectores empresarial, presupuestado, académico, el
sistema educativo y formativo, y las entidades de ciencia, tecnología e
innovación, incentivando que los resultados científicos y tecnológicos se
apliquen y generalicen en la producción y los servicios», desde el 2016 el
Grupo Empresarial BioCubaFarma y la UH comenzaron a explorar nuevas formas
organizativas y de gestión de la colaboración en la actividad de investigación,
desarrollo e innovación.
Tan estratégica proyección busca fortalecer los vínculos
bilaterales, motivar a los profesores y estudiantes de ese recinto a participar
en proyectos investigativos de interés para el país, aportar conocimientos que
den lugar a patentes y publicaciones científicas, y facilitar la transferencia
de tecnologías desarrolladas en el ámbito universitario a las empresas de
BioCubaFarma.
Sobre lo alcanzado hasta ahora en esa dirección, Granma
conversó con los doctores Eduardo Martínez Díaz y Rolando Pérez Rodríguez,
presidente y director científico de esa organización superior de dirección
empresarial, respectivamente.
– ¿Qué entorpece el impacto de la ciencia universitaria
en la esfera empresarial?
–El problema fundamental radica en la falta de
institucionalidad de sus relaciones económico-financieras. Mientras las
universidades son unidades presupuestadas, BioCubaFarma funciona como empresa y
ello dificulta la base contractual para la comercialización de activos
intangibles, es decir, el pago por transferencia de tecnologías, licencias de
patentes, prestación de servicios científico-técnicos, con la debida
retribución financiera a la entidad universitaria y a los profesores
involucrados de manera individual.
«Frente a ese escenario, estamos construyendo un modelo para
promover la innovación en la relación universidad-empresa, basado en la
creación de laboratorios conjuntos en que ambas partes invierten y contribuyen
a fin de obtener ingresos compartidos».
– ¿Cuáles principios sustentan los laboratorios
conjuntos?
–Lo primero descansa en la elaboración de una carpeta de
proyectos de investigación y desarrollo a ciclo cerrado, que conlleven la
introducción de productos en el mercado. En este caso, la universidad aporta el
capital humano y BioCubaFarma la disciplina tecnológica y regulatoria
conducente a la aplicación. Igualmente, contribuimos con financiamiento,
principalmente en moneda libremente convertible, para la importación de
materiales y reactivos.
«También contempla la generación de propiedad intelectual
conjunta (se trata de compartir patentes que constituyan activos intangibles,
partir del análisis de costo-beneficio del potencial impacto económico y
social), en tanto la innovación ha de estar dirigida al mercado exterior y a la
obtención de ingresos en divisas, que permita la sostenibilidad y crecimiento
de la investigación científica y la obtención de productos de alto valor
agregado que puedan penetrar el mercado de países industrializados.
«Un principio básico es que el ingreso, tanto en divisas
como en moneda nacional de los proyectos de investigación-desarrollo debe
beneficiar a las dos partes, incluyendo la retribución salarial del personal
involucrado.
«Los laboratorios conjuntos serán fuente de trabajo para los
estudiantes, contribuyendo a la formación de pregrado y posgrado de los mismos.
Se labora, además, en el diseño de un sistema de becas para la obtención de los
grados de Maestro y Doctor en Ciencias».
Como resaltaron los doctores Eduardo Martínez y Rolando
Pérez, más allá de fortalecer los nexos con la UH, BioCubaFarma también fomenta
las relaciones de trabajo con otras universidades cubanas.
La alianza UH-BioCubaFarma tiene entre sus principales
propósitos, la construcción de un puente con el mercado exterior, que
posibilite transformar la capacidad innovadora en fuente de ingresos en divisas
y de inversión extranjera directa, ese es el reto principal, aseveraron ambos
directivos. // TOMADO DE LA GRANMA DE CUBA
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