lunes, 17 de septiembre de 2018

ENERGÍA, CAMBIO CLIMÁTICO Y EDUCACIÓN


El desafío ambiental de naturaleza global que enfrenta la humanidad en los últimos años exige orientar sin demoras las nuevas inversiones energéticas hacia las tecnologías requeridas para abatir las emisiones de CO2. Esta necesaria tarea de reducir las emisiones generadas por el consumo energético no será fácil ya que, al mismo tiempo, se debe abatir la pobreza con un sostenido crecimiento económico que sea socialmente inclusivo, pero que naturalmente tenderá a aumentar la demanda por energía.
El mundo ha cambiado mucho desde la Revolución Industrial, ya que durante el siglo XX la humanidad ha producido 19 veces más bienes y servicios que en el siglo XIX y más que toda la producción acumulada desde los inicios de la presencia humana en la Tierra hasta inicios del siglo XX. Por esta razón, no debe sorprendernos que el cambio climático, de origen esencialmente energético, nos está afectando cada vez más en todos los lugares de la Tierra que, como define la Nasa “es nuestra única nave espacial en un viaje muy largo”.
En una nota en el diario Clarín, Alieto Aldo Guadagni sostiene que las emisiones contaminantes de CO2 han venido aumentando en los dos últimos siglos porque los combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas) han sido y siguen siendo hoy la principal fuente de abastecimiento energético. Estos combustibles fósiles representan en la actualidad el 85% de la producción mundial de energía (petróleo 33%, carbón 28% y gas 24%). Las energías limpias no fósiles están cubriendo apenas el 15% del consumo total energético, de los cuales apenas un 4% corresponde a la energía eólica y la solar.
Se espera que las cosas mejoren en el futuro, ya que las energías no fósiles, que están en acelerado crecimiento, hacia el año 2040 representarán 26 % del total de la oferta energética, con una mayor participación de la eólica y solar, que llegarán hacia el año 2040 al 14% de la producción total energética.
La pregunta es si con esto alcanza para abatir las emisiones contaminantes. La respuesta lamentablemente es no, ya si bien los combustibles fósiles retrocederán en su participación relativa en el total de producción energética, en valores absolutos seguirán creciendo. Es decir, seguirán contaminando aún más el planeta.
Es alentador prever que la generación de energías limpias crecerá mucho en el futuro, 135% hasta 2040. Es decir mucho más que las fósiles que crecerán apenas 18%. Pero con esto sólo no será suficiente, ya que no alcanza con que únicamente la importancia relativa de los fósiles disminuya, sino que es crucial que también el consumo total de energía fósil sea en 2040 inferior al actual. Y esto no se prevé que ocurrirá.
Es necesario que la producción total de fósiles retroceda en valores absolutos. Por eso hasta ahora es insuficiente el previsto retroceso de la importancia porcentual de los combustibles fósiles en la producción total energética.
Las actuales emisiones de CO2 son hoy un 52% mayor a las del año 1995, año en el cual comenzaron los compromisos impulsados por Naciones Unidas para evitar el deterioro climático, y se prevé que seguirán aumentando en la próxima década. Estamos lejos de cumplir el compromiso del Acuerdo de París (2015) que apuntaba a que el aumento de la temperatura mundial no superaría los 2° C.
Evitar el avance del calentamiento global exige que las actuales emisiones anuales de CO2 se reduzcan nada menos que un 40% en los próximos 25 años. La educación debe realizar un importante aporte al cumplimiento de esta exigente meta en este siglo XXI, destacándose el papel central de la Universidad.
La Tierra es “nuestra única nave espacial”, y como dijo Obama en su visita a Córdoba: “Somos la última generación que puede hacer algo por el cambio climático”. // tomado de el litoral de ctes ar

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