Para las autoridadaes sanitarias es una obligación que lo
padres cumplan con los esquemas de vacunación de los niños, para evitar el
resurgimiento de enfermedades controladas.
El inicio de las enfermedades infantiles tiene un poderoso
lugar de origen: los salones de clase. Son muchos los padres que después de que
sus hijos pasan unas cuantas semanas en las guarderías o los jardines
preescolares, tienen que correr al médico para que les atienda síntomas varios:
tos, fiebre, diarrea, pues al llegar a un ambiente cerrado y nuevo, donde
comparte con otros niños, los virus se incuban y se esparcen. ¿Qué hace
entonces?
En 1778 el médico británico Edward Jenner se dio cuenta
gracias a una epidemia de viruela que llenaba a Europa de muertos que los
únicos que no se enfermaban y caían en cama eran los ordeñadores, tan cercanos
a las vacas, a sus ubres, a sus tetas. Así, estudió la pústula, una especie de
viruela que les da a los bovinos, la procesó para tratar a un niño de ocho años
que finalmente se sanó. La vacuna se logró sintetizar y se convirtió en la
única medida para combatir la enfermedad.
Ahora, siglos después, un movimiento quiere invisibilizar la
importancia de las vacunas, asegurando que este avance médico enferma en lugar
de proteger. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), pese a que está
comprobada la eficiencia de las vacunas, hoy en el mundo hay 19 millones de
niños que no han recibido dicho tratamiento, lo que le ahorraría miles de
millones de dólares al sistema de salud público.
La OMS llama la atención sobre la necesidad de vacunar a los
niños debido al resurgimiento a nivel mundial de enfermedades causadas por
bacterias resistentes, “que se debe al uso excesivo o erróneo de los
antibióticos, es uno de los principales problemas para la salud pública. Las
infecciones resistentes son más difíciles y costosas de tratar y los pacientes
no siempre se recuperan. La vacunación de los seres humanos y animales es una
forma muy eficaz de evitar las infecciones y, por ende, de reducir el uso de
antibióticos”.
Iván Darío Vélez, director del Programa de Estudio y Control
de Enfermedades Tropicales (Pecet) de la Universidad de Antioquia asegura que
la vacuna es “uno de los avances científicos más importantes de la humanidad”,
y asegura que no se pueden satanizar las vacunas por los pocos efectos adversos
que se encuentran en ellas, “sería como satanizar la aviación porque se caen
aviones. Este ha sido un movimiento que se ha dado desde hace ya años. En
Estados Unidos hay comunidades enteras donde se prohíbe formalmente que la
gente se vacune. Sí ha habido casos adversos porque en la medicina no hay nada
que sea cien por ciento efectivo. Por la excepción no se puede negar la
generalidad”.
Según el portal Datos Abiertos del Gobierno Nacional, el
94,6 por ciento de los niños de cinco años han sido vacunados en su totalidad,
sin embargo ese 5 por ciento restante están en riesgo de adquirir una
enfermedad mortal, como la meningitis, o en riesgo de incubar una bacteria, por
lo que es necesario activar protocolos de vacunación a poblaciones vulnerables.
Así las cosas, hay que tener en cuenta que cuando un niño
entra a la guardería o al preescolar, cuando abandona el hogar para empezar su
formación académica, se expone a un mundo de bacterias y virus y las vacunas
ayudarán a que supere rápidamente las enfermedades. // TOMADO DE EL COLOMBIANO POR DANIEL RIVERA
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