EL CACAO QUE CAMBIA A ARAUCA
En las veredas Las Nubes y Todos los Santos de Arauca,
campesinos como María Ramos y sus hijos estudian cómo sembrar y obtener el
mejor cacao con un concepto empresarial. FOTO SANTIAGO MESA
El cacao que cambia a Arauca
60535 toneladas fue la producción de cacao en 2017 en el
país según la Federación nacional de Cacaoteros.
EN DEFINITIVA
En Arauca 1.300 familias campesinas le apuestan al cacao
como una forma de obtener ingresos y mejorar su calidad de vida. Los jóvenes
han encontrado un medio para alejarse de la violencia.
Antes de aclarar el día, y aún con los gallos dormidos en la
alacena de su finca en la vereda Todos los Santos, en Arauca, María de Jesús
Ramos Páez está en pie. Son los 4:30 de la madrugada de cualquier día —todos
tienen la misma rutina—, y esta araucana de 49 años de edad ya tiene el
alimento listo para sus hijos que van a estudiar.
“Yo hago el desayuno y dejo algo adelantado para el
almuerzo. La jornada es larga y por eso me levanto temprano, para que nos rinda
el día y cumplir las tareas que exige el campo”, comenta María.
En media hora su esposo se levantará, desayunará hallaca
(tamal pequeño de carne) con queso y chocolate. Luego ordeñará las vacas y
después ambos se internarán en sus plantíos de cacao. Desde hace ocho años
decidieron hacer de este producto su sustento para sacar adelante a su familia,
compuesta por esposo, dos hijos, un nieto y un sobrino que ahora está bajo su
cuidado.
“Tenemos dos hectáreas, y tenemos para sobrevivir. En
producción contamos con una que nos ayudado y la otra está en levante. Es una
actividad muy bonita porque ahí trabajan los niños y los grandes: el uno corta,
el otro carga; es una actividad familiar”, comenta la campesina.
María de Jesús Ramos Páez es una de las 1.300 personas que
decidieron cambiar los cultivos de uso ilícito por otro tipo de sembrados.
Dejaron de vender la leche de sus vacas para dedicarse de lleno a un fruto que,
como familia, les ha permitido incluso educarse.
María de Jesús era analfabeta hasta el 2003 cuando la
fundación El Alcaraván, una entidad sin ánimo de lucro de carácter privada, que
lidera procesos económicos, culturales, sociales y ambientales en Arauca, le
ayudó a terminar sus estudios y en el 2016 le enseñó todo sobre el negocio del
cacao, guiándola a obtener el título técnica laboral y manejo integrado de este
fruto.
“Recibíamos las clases viernes y sábado por parte de la
fundación de 7:00 a.m. a 2 o 3 p.m.”, recuerda.
Hoy, su hija Ángela María Angarita Ramos, de 16 años de
edad, sigue los mismos pasos. Estudia 11 grado y cada viernes y sábado camina
una hora desde su casa hasta la vereda Las Nubes, donde tienen un invernadero
con mil matas de cacao y donde 88 estudiantes de otras veredas se dedican a
aprender cómo hacer de esta planta su emprendimiento.
“Nos motiva mucho porque este cultivo esta en mi casa y con
eso aprendo las labores que hay que hacerle para mejorarlo. Tenemos mil matas
las cuales cada estudiante tiene que sembrarlas y es una gran oportunidad para
nosotros. Lo mejor, tenemos un buen tiempo y evita irnos hacia la violencia,
además, mostramos una mejor cara de Arauca”, dice Ángela.
Cacao para frenar
violencia
Carley Navarro Orozco es un hombre blanco y delgado nacido
en Arauca pero con corazón costeño. Sus padres llegaron al departamento de
256.527 habitantes (según el censo del Dane de 2013), hace 50 años, cuando la
violencia se enquistó en ese territorio, permitiendo la llegada de grupos como
el Eln y en tiempos no muy lejanos, las Farc.
Después de estudiar, Carley decidió probar suerte y se fue a
la costa. Cómo el mismo cuenta, anduvo calles, paseó y trabajó hasta que hace
ocho años quiso volver. Con el conocimiento de explotaciones agropecuarias a
cuestas, buscó a los labriegos cultivadores de cacao y les propuso asociarse
para obtener mejores beneficios. Ocurrió en el 2015.
“Llevamos tres años en el proceso. Implica que no vamos a
tener intermediario, vamos a producir nuestro cacao, lo vamos a vender y así al
tener un fruto de calidad le vamos a poner el precio que queramos. Nuestra meta
es llegar a cambiarlo dentro de la misma comunidad y transformar el de mesa
porque estamos capacitados para hacer bombonería, para hacer dulces y chocolate
fino”, comenta Carley, ahora profesor de la fundación El Alcaraván.
Pero más allá de un negocio, Carley ve en el cacao una
oportunidad para que los jóvenes se enamoren del campo y no emigren a las
ciudades a buscar “un mejor futuro”. Dice el instructor que las oportunidades
de un panorama más alentador se encuentran arañando la tierra. “Este cultivo
genera cambio social. Nosotros hemos enfrentado nuestra violencia de las
comunidades con cultivos, el cacao esta uniendo la comunidad y al hacerlo todos
trabajan para un solo lado. Allí baja el nivel de violencia”, agrega.
Explica el profesor que en las fincas de las veredas donde
cultivan cacao, también se ve el plátano y la yuca y cero cultivos de uso
ilícito, lo que ha permitido que los grupos armados ilegales no centren su
atención en estos territorios.
Un negocio redondo
La tarea principal de Alberto Henao es que los productos
nacidos del cacao cultivado en Arauca, el segundo departamento productor de
este fruto en Colombia con cerca de 17 mil hectáreas cultivadas y una
producción aproximada de 10 mil toneladas al año, lleguen a los estantes de los
principales supermercados del país.
Henao es gerente comercial de Lok Foods, empresa que busca
posicionar el cacao colombiano en el mundo —en especial el araucano—, y es
intermediario entre el productor y el grupo Éxito, donde venden los chocolates
finos.
“Están involucradas en el proceso más de 1.300 familias a
las que se les hace la compra con una prima del 20 por ciento superior al
precio del mercado por calidad, más de 1.500 nuevas hectáreas de cacao en
siembra, 500 hectáreas de mejoramiento de proceso y 48 puntos de acopio”,
cuenta.
Para Henao, lo más importante es que la historia de pequeños
cacaoteros que trabajan para cambiar sus vidas con cultivos de paz se conozca,
y el chocolate colombiano siga ganado premios internacionales como los
obtenidos hasta ahora. “La gente puede llegar con un kilo o toneladas y tiene
garantizada la compra. Buscamos que las familias aprendan de los procesos y hay
hijos y otros familiares que ya iniciaron el proceso del chocolate”, explica
Alberto Henao.
En esa misma línea, Pablo Montoya Dávila, jefe de
Sostenibilidad del grupo Éxito, indica que Arauca tiene magia al producir el
mejor cacao del mundo. “Esto refleja lo que hacemos en muchos otros campos y
tenemos una puesta de comprar colombiano”.
María de Jesús Ramos Páez, su hija Ángela María, y otro
puñado de campesinos, no entienden la magnitud del negocio del cacao ni cómo se
comercializa ese fruto en los mercados del mundo.
Lo único que saben, y entienden, es que en sus fincas,
internadas en llanuras araucanas, donde el calor se tolera poco y se siente
como un fuego que arde en la piel, se produce el mejor cacao del mundo. De allí
nace finos chocolates que terminan en la mesas de los colombianos y así quieren
pasar la violencia que ha golpeado por años a los araucanos.
*Invitado por el Grupo Éxito
¿CÓMO FUNCIONA? EL PROCESO DEL CACAO AL CHOCOLATE
La semilla de cacao se siembra en bolsas negras y se
mantienen por dos meses en un invernadero hasta que se trasladan a campo. En la
zona de siembra se plantan árboles que inicialmente sirven para obtener algunos
ingresos como el plátano, pero que después sirven de sombra para las matas de
cacao que tardan dos años en dar su primera cosecha. Cuando sale el fruto, las
semillas se llevan a fermentar por siete días (este proceso se llama licor de
cacao) y luego pasan al secado. Después de estar secas, son llevadas a la
industria donde pasan por varias máquinas que las trituran y les hacen un
proceso que las convierte en chocolate cremoso. De allí pasan a refrigeración y
luego al empaque. Por úlitmo salen en diferentes presentaciones que se exhiben
en las tiendas de Colombia y los ha
llevado a ganar concursos en todo el mundo.
JAVIER ALEXÁNDER MACÍAS Amo el periodismo, y más si se hace
a pie. Me encantan los perros, y me dejo envolver por una buena historia.
Egresado de la Universidad de Antioquia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario