"DiCaprio nos
donó dinero para nuestros proyectos en Argentina" La viuda de Douglas
Tompkins conversó con PERFIL sobre la cesión de tierras al Estado, el reciente
encuentro con el Papa y su visión de Trump. Y también de los mitos que generó
su matrimonio. por Agustín Jamele San Alonso. www.perfil.com). El periodismo profesional es
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por favor escribir a perfilcom@perfil.com // TOMADO DE PERFIL , POR SUGERENCIA DE PETER
HEALY
Kristine en Iberá, en la estancia
se ubica la isla donde planean liberar el próximo año las dos primeras crías de
yaguaretés. FOTO: CLT ARGENTINA / ABUIN NOTICIAS RELACIONADAS Una hija de
Douglas Tompkins se enfrenta a su viuda por la herencia En San Alonso nada es
más importante que la naturaleza. Arboles, plantas y animales rodean la
estancia que se encuentra en una isla dentro de los Esteros del Iberá. No es
casualidad que Kristine Tompkins y su fundación eligieran el lugar para llevar
a cabo la reinserción del yaguareté, especie que lleva décadas extinta en
Corrientes (N. de la R.: el yaguareté había desaparecido de esa provincia). A
simple vista se la ve cómoda y alegre al aire libre. “Perdón por rascarme
tanto. Llegué hace tres días del Impenetrable en Chaco y me picaron bastante”,
explica a PERFIL entre risas. A los 20 años, Kristine comenzó a trabajar en una
empresa de indumentaria y a los 40 era gerente de la marca. “Podría haberme
quedado hasta los 50 o 60 años pero no podía imaginar que mi vida iba a ser
solo eso”, indica al comienzo de la entrevista. Mientras tanto, a su esposo,
Douglas Tompkins, reconocido empresario textil, le sucedía algo similar.
“Estaba cansado de producir cosas que nadie necesitaba y quisimos cambiar de
vida”, comenta la mujer que hoy tiene 68 años y dona sus tierras en Argentina y
Chile para convertirlas en Parques Nacionales. Douglas ya no está. Murió hace
tres años en un accidente de kayak, pero su viuda continúa la misión. “Creo que
decidí seguir adelante a gran velocidad con los proyectos y probablemente eso
me salvó”, afirma Kristine. —¿Por qué eligieron Argentina y Chile? —Doug pasó
mucho tiempo acá cuando era joven. Tenía mucho que ver con ambos países en los
60. Corría en esquí y entrenaba aquí. Hubo muchas cosas familiares que nos
trajeron al Cono Sur. —Al principio los criticaron mucho... —Cuando empezamos
en Chile hubo muchas sospechas. Nos decían que estábamos robando el agua para
venderla a los chinos, que queríamos crear un basurero nuclear para Estados
Unidos y hasta que construíamos una base argentina en Chile para conquistarlo.
Teníamos amenazas del Estado y nos escuchaban los teléfonos. Hubo mucho
conflicto. Cuando uno mira esa época con ojos de hoy es obvio que dos
extranjeros que vienen de afuera y empiezan a comprar tierras en grandes
cantidades generan sospecha. Probablemente yo también las tendría pero cuando
llegaron los hechos los mitos desaparecieron. —¿Hoy la gente reconoce su
trabajo? —Sí, pero no todos. Hay individuos que el próximo siglo dirán que la
familia Tompkins quiso robar el agua para los chinos. Pero en el transcurso la
gran mayoría empieza a cambiar sus expectativas para la salud de su medio
ambiente. Lo importante es que la gente entienda que es su Parque Nacional y
que nadie lo va a destruir. Al principio tienen sospechas y lo rechazan. Luego
empiezan a entender la idea y el nombre de los Tompkins se olvida. Y eso está
bien. —¿Cómo conocieron los Esteros del Iberá? —Cuando llegamos en el 97 no
tuvimos intención de visitar, alguien nos trajo. Hacía mucho calor, muchos
bichos y yo me preguntaba qué era eso. Entonces le dije a Doug que nos teníamos
que ir pero él vio algo que yo no. Así que a mis espaldas vino dos meses
después y compró las tierras. Sin hablar conmigo. —¿La sorprendió? —Sorpresa es
una palabra muy suave. Discutíamos todo juntos; él sabía que yo iba a rechazar
la idea y que no querría trabajar ahí. Pero vio algo y gracias a Dios que lo
hizo porque quedamos enamorados. —¿Cómo financian los emprendimientos? —De
nuestra fundación invertimos 270 millones de dólares. En el lado de Chile del
Parque Patagonia tenemos socios que aportaron otros 15 millones. En el caso de
Iberá hay donantes y socios para la reinserción del yaguareté. DiCaprio por
ejemplo (N.de la R: donó US$ 1,5 millones para los yaguaretés). —¿Ayuda que
personas como él se involucren? —Para nosotros el aporte de Leo es importante.
Se expande la audiencia de gente hablando del tema. En ese sentido cuanto más
hablen, mejor. El nombre de Leo se conoce en todo el planeta. No lo conozco en
persona pero sí su trabajo, que está focalizado en el cambio climático.
Kristine y The Conservation Land Trust tienen varios proyectos en simultáneo.
“Estoy acá en invierno unos cuatro meses. Después paso tiempo en Chile, en
Estados Unidos y algo en Europa”, explica a PERFIL durante la charla. —¿Tenés
un parque favorito en Argentina? —No, todos son iguales. Cuando estoy en Iberá
y tengo que irme me pongo triste. Lo mismo con el Patagonia. El Impenetrable es
extraordinario y es supersilvestre. Son como hijos y cada uno representa su
propio desafío. —¿Por qué donan las tierras al Estado? —Mucha gente nos
pregunta por qué no compramos la tierra y lo mantenemos privado. Para nosotros
eso es un punto clave. Si compramos muchas hectáreas y lo cerramos podemos
hacer nuestros proyectos pero nadie puede entrar. Queremos que los países y su
gente entren. Cuando donamos la tierra, la infraestructura y los costos pasan
al Estado. Nosotros empezamos y la sociedad sigue. Con Iberá es muy claro: si
van a los pueblos vecinos verán una economía cambiada. Es el desarrollo
económico como consecuencia de la conservación. —¿Y siente que los gobiernos
ven ese cambio? —Hemos trabajado con casi diez presidentes distintos entre
Argentina y Chile. Nunca tuvimos uno que nos haya rechazado las donaciones de
parques nacionales. —¿Qué opina de Trump? —Es tan extremo y tan ilegal. No
puedo ni empezar a hablar de él. Está todo el tiempo dando de baja regulaciones
relacionadas con el medioambiente en beneficio de las empresas. Tras la muerte
de Tompkins se supo que el empresario no dejó herencia a sus dos hijas de un
matrimonio anterior. Una de ellas, llamada Summer, inició un juicio por los
bienes y eso causó incertidumbre sobre el destino de las tierras. “Puedo decir
dos cosas”, comienza Kristine mientras se incorpora en su sillón. “Primero que
yo no hablo de eso porque realmente no tiene mucho que ver conmigo sino con los
bienes de Doug y una de sus hijas. Y además el juicio no tienen nada que ver
con la fundación o los parques”, dice y así finaliza la entrevista. El
‘minirreto’ del Papa. El 30 de junio, cumpleaños de Kristine, el papa Francisco
la recibió en el Vaticano para hablar sobre su trabajo. “Me invitó a conversar
con él en privado. ¿Quién no iría, ¿no?”, relata a PERFIL. “No soy
católica ni religiosa pero cuando lo vi algo pasó. Fue algo impactante y la conversación
fue muy interesante”, recuerda sobre el encuentro. La charla duró media hora,
más de lo que se había pactado, y tocó diferentes temas. “Hablamos del concepto
de paz. Yo creo que es demasiado limitado. Siempre los premios se dan a
personas que ayudan a personas. Entonces le expliqué al Papa que él se
concentra específicamente en la pobreza social y la inequidad, que existe, pero
que sin un ecosistema en equilibro no se podía solucionar eso. Por lo tanto, es
necesario incluir dentro del concepto a humanos, animales y al propio
ecosistema”, explica. “El reconoció que era verdad, pero me miró fijo y me dijo
que sus documentos se focalizan en lo social. Como un minirreto (risas). Le
respondí que podía ser, pero es imposible negar que el impacto es más grande y
se da en varios ámbitos. Fue muy lúdica la conversación. El nos regaló rosarios
y nosotros le llevamos artesanías producidas en cada parque. Además le
mostramos a los bebés yaguaretés que están siendo reinsertados en Argentina”,
cierra Kristine. Un filántropo que vino del norte. Douglas Tompkins
nació en 1943 en Estados Unidos. Durante la década del 60 compitió en carreras
de esquí y escaló montañas de su país, Europa y América del Sur. Con los años
comenzó su etapa de empresario y fundó The North Face, su primera compañía de
indumentaria. Más tarde haría lo mismo con Esprit, que se convirtió en una de
las marcas más vendidas de la época. Sin embargo, a medida que la
popularidad y el dinero aumentaban su preocupación por el medioambiente
también lo hacía. Por ese motivo decidió vender sus acciones y dedicarse a la
conservación. A mediados de los 90 llegó a Chile y Argentina con el objetivo de
mejorar los ecosistemas y la biodiversidad de ambos países. Hasta el día de hoy
su obra es reconocida en el ámbito de las organizaciones ecológicas. (Fuente(Fuente www.perfil.com). El periodismo profesional es
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