El odio y la sinrazón
del bloqueo
Este engendro, herencia anacrónica de la Guerra Fría, es hoy
el sistema de sanciones unilaterales más injusto, severo y prolongado que se
haya aplicado contra país alguno, y se convierte en un enorme desafío para que
nuestro país cumpla los Objetivos de
Desarrollo del Milenio
Autor: Gabriel Torres Rodríguez |
(foto lpm )
Mi amigo Julio se exaspera en muchas ocasiones ante la
impotencia de no cumplir a cabalidad su tarea. En esas ocasiones puede sentirse
tan adolorido como cuando se pierde a alguien cercano, familiar. En su trabajo
no hay cabida para equivocaciones y mucho menos para lamentos, aunque en muchos
de esos instantes no quede otra solución que abrazarse al dolor y las
despedidas. El doctor Julio es el subdirector del Hospital Pediátrico de
Matanzas.
En Matanzas, en no muy pocas ocasiones la heroica tarea de
salvar vidas se ve frenada por un obstáculo infranqueable para nuestros
especialistas: el bloqueo.
Y bien sé que en nuestros policlínicos y hospitales, muy a
nuestro pesar, perviven manifestaciones que mancillan el buen nombre de la
salud pública cubana y que sí se pueden extirpar de raíz por parte de las
administraciones y los equipos médicos en esos lugares. Entre ellas, la
limpieza y el orden, entre otras que laceran al pueblo.
No obstante, es una realidad humillante e innegable que,
pese al esfuerzo de nuestros mejores especialistas, un cubano muera por no
contar con una dosis de Temozolamida, uno de los medicamentos en el tratamiento
quimioterapéutico; o que uno de los niños de mi amigo Julio perezca debido a
que en Matanzas no existió en su momento un espectrómetro de masas, equipo de
alta tecnología que permite diagnosticar y detectar tempranamente enfermedades
metabólicas o errores congénitos del metabolismo. Duele mucho.
Así ocurre con Etecsa y la calidad y precio de los servicios
de telecomunicaciones que debemos soportar para entablar conversaciones con
familiares o enviar un simple sms a un amigo. Todavía está fresca la prueba
gratuita de acceso a internet del último fin de semana, que no solo impidió a
muchos acceder a la red de redes, sino actualizar su correo nauta o llamar y
enviar mensajes. Acá también se sufre con fuerza el impacto del bloqueo.
En el último informe del Ministerio de Relaciones Exteriores
sobre esta política hostil de Estados Unidos contra nuestra Isla, se informa
que esta empresa sufrió en el último año pérdidas por más de 60 millones de
dólares, y se afectaron sensiblemente las contrataciones de servicios de
roaming, además nos vemos imposibilitados de acceder a marcas y equipamientos
de altas prestaciones que son líderes en el mercado de las infocomunicaciones y
se impide el acceso desde Cuba a algunos de los contenidos más importantes en
internet y a servicios de descarga de información.
En Varadero también se sufren los efectos del cerco
comercial, y es este, además, uno de los sectores más golpeados por esa
política. Desde enero y hasta principios de marzo el arribo de turistas
norteamericanos disminuyó en un 43 % y se cancelaron más de 240 reservaciones
de grupos turísticos hacia Cuba.
El bloqueo interno, el mal trabajo y la falta de iniciativa
nos han hecho mucho daño también en estas décadas de periodo especial, no
obstante, el otro, el que nos aplican los yanquis, está ahí, permanece como una
espada de Damocles y nos limita, más allá de nuestros errores. Según el informe
del Minrex, entre abril del 2017 y marzo de este año, la aplicación del bloqueo causó pérdidas superiores a los 4 321
millones de dólares.
Este engendro, herencia anacrónica de la Guerra Fría, es hoy
el sistema de sanciones unilaterales más injusto, severo y prolongado que se
haya aplicado contra país alguno, y se convierte en un enorme desafío para que
nuestro país cumpla los Objetivos de
Desarrollo del Milenio. Por eso, pese a la impotencia, mi amigo Julio nunca se
detiene. La vida de uno de sus niños no puede depender del odio y la sinrazón
de los norteamericanos. // TOMADO DE LA GRANMA DE CUBA
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