“Hay una exigencia social por vivir en ambientes libres
de tóxicos”
Universidad dialogó con Nicolás Pablo Borrelli acerca del
estudio, la investigación y el desarrollo de alternativas sustentables para el
manejo de la sanidad de cultivos.
Nicolás Pablo Borrelli es Ingeniero Agrónomo de la
Universidad de Buenos Aires (UBA), Doctorando en Ciencias Agrarias y Forestales
de la Universidad Nacional de la Plata (UNLP) y emprendedor de Arandu Recursos
Biológicos.
En el año 2015, comenzó a trabajar en su tesis de grado
buscando soluciones biológicas para enfermedades en el cultivo de especies
hortícolas y florícolas. Desde entonces, frente a la problemática del uso de
agroquímicos en las producciones hortícolas del conurbano bonaerense, investiga
y trabaja en el desarrollo de sistemas productivos alternativos como la
agroecología.
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En diálogo con Universidad, Borrelli profundizó acerca de su
labor en el equipo de investigación al que pertenece, reflexionó sobre las
problemáticas que investiga y destacó el rol de la universidad en el desarrollo
de estos proyectos.
¿Cómo está conformado el equipo de investigación al que
pertenecés? ¿Cómo surge? ¿Qué problemáticas investigan?
En 2015, en búsqueda de una temática de mi interés para
realizar el trabajo de tesis de grado, me comentó un docente amigo que Eduardo
Wright, profesor asociado de la cátedra de Fitopatología, se encontraba
trabajando en temas referidos al control biológico de enfermedades en cultivos
hortícolas de la zona metropolitana de Buenos Aires. Me interesó la propuesta y
me acerqué a la cátedra para comenzar a trabajar. Allí conocí a varios alumnos
más, entre ellos al hoy ingeniero agrónomo Patricio Ivan Wigdorovitz con el que
al tiempo decidimos comenzar a trabajar en conjunto. Durante el desarrollo de
la tesis de grado y luego de catorce meses de trabajo intenso, surgieron
resultados más que interesantes en la búsqueda de soluciones biológicas para el
manejo de una enfermedad fúngica que ocasiona podredumbres en el cultivo de
lechuga y en otras especies hortícolas y florícolas. El interés conjunto se
centró en la necesidad de tomar una posición sólida y de acción frente a la
problemática del uso de agroquímicos en las producciones hortícolas del
conurbano bonaerense, sabiendo que hoy día son evidentes los problemas de salud
tanto de los trabajadores expuestos a tales productos, como de los consumidores
que ingerimos hortalizas, en algunos casos sin certezas de su inocuidad.
¿Cómo surge la idea de pensar en sistemas productivos
alternativos como la agroecología y la inclusión de insumos biológicos para la
práctica agrícola? ¿Cómo se impulsa un proyecto que va a contramano de la
tendencia predominante del sistema productivo nacional?
A pesar de que el modelo productivista predominante en el
país se base en la utilización de paquetes tecnológicos de base química con los
consecuentes efectos socio-ambientales mencionados, existe una tendencia hacia
la incorporación de tecnologías menos nocivas en ciertos esquemas productivos.
A esto se le suma la creciente exigencia social por vivir en ambientes libres
de tóxicos y poder adquirir alimentos inocuos y a precios justos. De tales
situaciones y bajo la premisa de que esta es una tarea que le cabe a los centros
de investigación públicos, comenzamos a buscar apoyo y fuentes de
financiamiento tales como la formulación de proyectos de extensión,
investigación y de vinculación tecnológica para avanzar en el desarrollo de
sistemas productivos alternativos. En tal sentido, se ha obtenido
financiamiento a través de proyectos de los Ministerios de Educación y
Deportes, y de Agroindustria, y se participa en proyectos de la Universidad de
Buenos Aires.
¿Tienen vinculación con el trabajo de organizaciones
sociales y los productores en el campo? ¿Ya tienen en marcha experiencias
concretas?
Desde el año 2015 se está trabajando con una organización de
productores hortícolas de la zona de La Plata, acompañándolos en la aplicación
de prácticas agroecológicas y distintos insumos biológicos para el manejo de la
sanidad de sus cultivos. Allí desarrollamos varias experiencias de aplicación
de biocontroladores basados en hongos nativos del género Trichoderma para
potenciar el crecimiento y mejorar la sanidad de cultivos de lechuga, apio,
rabanito, puerro, remolacha y cebolla de verdeo con resultados muy alentadores.
Actualmente nos encontramos finalizando el desarrollo de un fertilizante
biológico de manera de poder atender la necesidad de los productores familiares
de la zona. En la misma sintonía, nos encontramos ampliando nuestra red de
trabajo hacia distintos grupos de productores nucleados bajo el Programa de
Extensión en el AMBA, herramienta de articulación de la Facultad de Agronomía
de la UBA que permite vincular y potenciar distintas experiencias de diferentes
grupos de trabajo en el territorio. En el marco de dicho Programa, también
formo parte del Sistema Participativo de Garantía, que incluye a organizaciones
de productores, alumnos, docentes, técnicos de otras instituciones y
consumidores, para lograr consensos en modos de producción y comercialización
más saludables y justos. En relación con la floricultura, finalizada la etapa
de diagnóstico y ensayos de laboratorio, se planea acordar con algunos
productores la implementación de evaluaciones en invernáculos.
¿Existen estudios locales o internacionales que muestren
resultados positivos en relación al sistema que ustedes proponen?
Existe vasta bibliografía tanto a nivel internacional como
nacional que sustenta la eficacia del desarrollo que se está llevando a cabo
por el equipo. En la mayoría de los casos en nuestro país, si bien existen
numerosos trabajos científicos de muy buen nivel, solo en algunos casos se ha
llegado a aplicaciones a campo en producciones comerciales. La particularidad
del equipo es que, a partir de la detección de una problemática sanitaria
importante, se pudo ingresar en un círculo virtuoso de investigación, docencia,
extensión y desarrollo, y cumplir así con todos los roles de la Universidad
Pública, al brindar soluciones específicas a una problemática actual.
Al hablar de contaminación, suele pensarse que el impacto
es tardío y por ese motivo muchas veces sale de la agenda de las preocupaciones
actuales. En ese sentido, ¿es vital divulgar experiencias como las que llevan
adelante ustedes para promover una mayor concientización?
Totalmente, creemos que no solo es vital, sino que es un
requisito indispensable tanto en la toma de conciencia acerca de la existencia
de este tipo de conflictos como en la búsqueda de políticas públicas que
acompañen desarrollos de este estilo. Estamos seguros de que el camino para
avanzar hacia una sociedad más involucrada en la resolución de estas
cuestiones, comienza con la identificación del problema y sus causas a partir
del trabajo conjunto en el terreno con todos sus actores. A partir de esto, es
requisito indispensable que los organismos públicos pongan a disposición de la
sociedad las herramientas necesarias para la resolución de tales problemáticas.
Tomado de pagina 12 de ar
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