viernes, 6 de septiembre de 2019


Corredores biológicos, ante el déficit de vegetación en Cochabamba
Jessica Vargas
La frondosa copa de un chilijchi es difícil de observar hoy en día. En el recuerdo, y algunos rincones de la ciudad, han quedado las taras y las jarkas que componían el paisaje cochabambino y bordeaban los ríos ocupando plazas y plazuelas o en La Alameda.
El verde paisaje de la ciudad jardín se ha reducido a parques cuyos defensores se ocupan de impedir su invasión mientras buscan alternativa al alarmante déficit de vegetación que sufre Cochabamba.
La falta de árboles se hace evidente para los ciudadanos y expertos que consideran un problema principal del municipio, sumado a la escasa valorización de las áreas verdes que se aferran al suelo
cochabambino.
De acuerdo al diagnóstico del plan municipal de forestación y reforestación, los únicos pulmones verdes del municipio son el Jardín Botánico, Parque Nacional Tunari, Cerro San Pedro, Corronilla, Parque Lincoln, Demetrio Canelas, Bicentenario, Excombatientes, Fidel Anze, El Prado, Parque Mariscal Santa Cruz, Parque de la Torre y el antiguo Parque del Niño.
Según los expertos, cumplen una función más recreativa y su composición arbórea dista de las características de la ciudad para un bosque urbano.
De las 32.253,84 hectáreas que conforman la superficie total del municipio 13.854,44 corresponden a la mancha urbana y solo 357,40 son superficie arbórea.
El coordinador de la fundación Gaia Pacha, Rodrigo Meruvia, asegura que en el municipio aún no se cuenta con espacios que puedan ser considerados como bosques urbanos. Los parques aún tienen una cobertura muy reducida en relación a la extensión urbana.
La investigadora del Centro de Biodiversidad y Genética de la Universidad Mayor de San Simón (UMSS), Susana Arrázola, coincide en que solo se puede hablar de arbolado urbano.
"En una área urbana todo lo que hay verde vale, los parques, los jardines, el ornamento", explica.
La comuna Adela Zamudio, al norte de la ciudad es la menos afectada por la falta de árboles con una cobertura vegetal de 102 hectáreas, coincidentemente es la que posee más parques naturales y plazuelas.
A pesar de que son espacios reducidos, el arbolado de Cochabamba brinda beneficios al ofrecer sombra y enfriar el aire, reducir las temperaturas extremas y mitigar los efectos del cambio climático. Sin embargo su función puede llegar a ser mucho más amplia formando corredores biológicos junto a ríos y senderos de vegetación.
Corredores biológicos
Meruvia considera que el parque Fidel Anze, el cerro San Pedro, las lagunas Coña Coña y Alalay pueden conectar y formar varios corredores que ayuden a mitigar los efectos y la formación de islas de calor y la contaminación en Cochabamba.
Otra de las zonas contempladas para un corredor se encuentra al borde del río Tamborada donde el municipio ha emprendido una campaña de forestación.
Según Meruvia para formar un corredor biológico se debe considerar su función ecosistémica con especies arbustivas para los insectos de tierra, plantas con  flores para los insectos polinizadores y
árboles de porte alto para las aves.
"Es la mejor opción, hay ventajas muy importantes porque hablamos de áreas donde toda la biota está interactuando, están juntos respondiendo los factores del clima, a la limpieza del aire, el control de erosión", dice Arrázola.
La ingeniera forestal Sarah Jiménez explica que el único lugar que se puede considerar un bosque urbano en la ciudad es el Jardín Botánico Martin Cárdenas, los demás espacios son parques que si bien cuentan con áreas verdes tienen una función principal de expansión social. En otras zonas son reemplazadas por obras de equipamiento.
Pero Jiménez coincide en proponer la creación de corredores como una pronta medida a la falta de vegetación. "En Cochabamba necesitamos corredores verdes. Estos cumplen la función de bosque urbano, de mitigación de la contaminación, barreras del área urbana. Franjas de seguridad de las torrenteras, de los ríos y de las lagunas, con especies endémicas, que podemos aprovechar", detalla.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) indica que idealmente por cada habitante debe haber de 11 a 15 metros cuadrados de área verde para contar con una calidad de aire óptima. Sin embargo, según el plan maestro de 2017, en Cochabamba apenas se tiene en promedio 5,67 m2 por cada habitante.
La cifra muestra un nivel más crítico cuando se despliegan los datos por comunas. En las comunas Valle Hermoso, Itocta y Alejo Calatayud existen 3 metros cuadrados de área verde por persona.
Tanto los parques urbanos como los corredores biológicos coadyuvan a que exista mayor humedad en el ambiente y a la filtración de agua en el suelo.
“Los parques, los ríos pueden ayudar a conectar ecosistemas a albergar vida, insectos, retener agua humedad y actuar como reguladores del clima", explica Meruvia.
De acuerdo a la FAO de la mitad de la población mundial vive ahora en ciudades, y para 2050 ese porcentaje alcanzará casi el 70 por ciento. Aunque las ciudades ocupan solo el 3 por ciento de la superficie terrestre, consumen el 78 por ciento de la energía y emiten el 60 por ciento del dióxido de carbono.
"En una ciudad de tamaño medio, los árboles urbanos pueden -por ejemplo-, reducir la pérdida de suelo en alrededor de 10 000 toneladas al año", explica la FAO.
En ese estudio ya se identificó que la densidad poblacional es mayor en los distritos 9, 10 y 11 al centro y sur de la ciudad.
En cambio en el Distrito 12 al oeste y norte de la ciudad existe mayor presencia de arbolado y espacios verdes urbanos.
Según el plan maestro de 2017, en Cochabamba apenas se tiene en promedio 5,67 metros cuadrados de área verde por habitante, cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) indica que idealmente debe haber de 11 a 15 m2 por persona para contar con una calidad de aire óptima.
La cifra muestra un nivel más crítico cuando se despliegan los datos por comunas. En las comunas Valle Hermoso, Itocta y Alejo Calatayud existen 3 metros cuadrados de área verde por persona.
A pesar de que esto Champarrancho, el Hipódromo e incluso Kara Kara o avenidas como la Petrolera, la Beijing y la Blanco Galindo son áreas potenciales para la forestación urbana. Sumadas a algunos cuerpos de agua están en situación vulnerable pueden ser recuperados para formar parte de un corredor verde o biológico, dice Jimenez.
Rescatar las especies nativas Hace 40 años aproximadamente, el paraíso, una especie proveniente de Asia, fue introducida a Cochabamba por su belleza ornamental.
Sin embargo con el paso del tiempo presentó un problema fitosanitario, pues las especies foráneas están más expuestas a las plagas. "Cuando plantamos ficus u otras especies de este tipo vamos generando un desequilibrio”, explica De la Barra.
Mientras que el eucalipto fue traído al departamento con fines económicos, para la extracción de madera y uso como postes, además de sus características de absorción de agua.
Una parte importante de la formación de los corredores consiste en incorporar especies nativas, enfatizan los expertos.
“Las especies nativas deberían ser las primeras en reponerse en medio de un panorama de cambio climático, pero también se las debe producir con las condiciones de una ciudad”, explica Jiménez.
En un ambiente natural como el de las especies nativas tanto fauna y flora interactúan a diversos niveles, en las raíces, en los nutrientes, la repelencia a los insectos y la protección.
En el libro "Ornamentales de Cochabamba", que será presentado el siguiente mes, se lograron registrar 123 especies arbóreas ornamentales en la zona urbana de Cochabamba. De ellas solo 40 son nativas.
En el diagnóstico  del municipio el 2017 se evidenció que solo el 10 por ciento del arbolado urbano corresponde a plantas nativas de Cochabamba.
La tara (Caesalpinia spinosa), tipa (Tipuana tipu), chillijchi (Erythrina falcata), cedro (Cedrela lilloi) y el algarrobo son algunas de las especies que se vieron afectadas por la introducción de plantas foráneas, según explica el ambientalista, Dennis de la Barra.
El takho o algarrobo tiene propiedades que aportan a los suelos, esta especie estaba distribuida en la zona sur y en el valle central y en Colcapirhua, Carcaje y San Benito.
La vaina es comestible y década atrás se utilizaba como parte de platillos cochabambinos.
Pero con los años “la gente lo fue retirando porque tiene espinas en las ramas que caen y como son en V molestan a las personas”, detalla.
Mientras tanto la Jarka se desarrollaba en suelos arenosos y húmedos en las zonas de Quillacollo, y la franja norte de Cercado, Vinto.
De la Barra considera que en los bosques urbanos y parques de Cochabamba las plantas nativas deben ocupar el 80 por ciento por ciento de la vegetación para interactuar con la fauna y coadyuvar en el control de plagas.
Contrario a lo que se piensa las especies nativas se adaptan con más facilidad a los suelos de la zona sur con escaso abastecimiento de agua y suelos secos, “precisamente porque las especies nativas están ya adecuadas a nuestras condiciones de clima”. dice el ambientalista.
Beneficios Adaptación. Las especies nativas se adaptan mejor al cambio climático y responden a las condiciones adversas de los entornos urbanos.
Abono. La hojarasca que se observa debajo de los molles es uno de los abonos más fértiles, lo que no pasa con el pino o el eucalipto que crea lo que se llama alelopatía, un cierto rechazo a otras especies que considera invasivas.
Equilibrio. Las especies nativas aportan un mejor ambiente para la vida otras especies endémicas del lugar como las aves propias de Cochabamba. Es el caso de la kewiña y la monterita en el Parque Tunari.
Especies. La Karalawa, o el guaranguay son otros ejemplos de especies nativas de Cochabamba que sirven para espacios pequeños y pueden ser usadas por los ciudadanos para forestar espacios urbanos.
Los expertos coinciden en que las especies nativas y las áreas verdes están siendo destruidas conforme avanza la mancha urbana.
La única forma de revertir esta situación es a través de la educación y la valorización del entorno ambiental. “Si perdemos el valor de los árboles perdemos lo que nos representa  como cochabambinos y cochabambinas, ser un valle y ser la ciudad jardín de Bolivia”, concluye Meruvia.
Tomado de los tiempos de Bolivia

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