Corredores biológicos, ante el déficit de vegetación en
Cochabamba
Jessica Vargas
La frondosa copa de un chilijchi es difícil de observar hoy
en día. En el recuerdo, y algunos rincones de la ciudad, han quedado las taras
y las jarkas que componían el paisaje cochabambino y bordeaban los ríos
ocupando plazas y plazuelas o en La Alameda.
El verde paisaje de la ciudad jardín se ha reducido a
parques cuyos defensores se ocupan de impedir su invasión mientras buscan
alternativa al alarmante déficit de vegetación que sufre Cochabamba.
La falta de árboles se hace evidente para los ciudadanos y
expertos que consideran un problema principal del municipio, sumado a la escasa
valorización de las áreas verdes que se aferran al suelo
cochabambino.
De acuerdo al diagnóstico del plan municipal de forestación
y reforestación, los únicos pulmones verdes del municipio son el Jardín
Botánico, Parque Nacional Tunari, Cerro San Pedro, Corronilla, Parque Lincoln,
Demetrio Canelas, Bicentenario, Excombatientes, Fidel Anze, El Prado, Parque
Mariscal Santa Cruz, Parque de la Torre y el antiguo Parque del Niño.
Según los expertos, cumplen una función más recreativa y su
composición arbórea dista de las características de la ciudad para un bosque
urbano.
De las 32.253,84 hectáreas que conforman la superficie total
del municipio 13.854,44 corresponden a la mancha urbana y solo 357,40 son
superficie arbórea.
El coordinador de la fundación Gaia Pacha, Rodrigo Meruvia,
asegura que en el municipio aún no se cuenta con espacios que puedan ser
considerados como bosques urbanos. Los parques aún tienen una cobertura muy reducida
en relación a la extensión urbana.
La investigadora del Centro de Biodiversidad y Genética de
la Universidad Mayor de San Simón (UMSS), Susana Arrázola, coincide en que solo
se puede hablar de arbolado urbano.
"En una área urbana todo lo que hay verde vale, los
parques, los jardines, el ornamento", explica.
La comuna Adela Zamudio, al norte de la ciudad es la menos
afectada por la falta de árboles con una cobertura vegetal de 102 hectáreas,
coincidentemente es la que posee más parques naturales y plazuelas.
A pesar de que son espacios reducidos, el arbolado de
Cochabamba brinda beneficios al ofrecer sombra y enfriar el aire, reducir las
temperaturas extremas y mitigar los efectos del cambio climático. Sin embargo
su función puede llegar a ser mucho más amplia formando corredores biológicos
junto a ríos y senderos de vegetación.
Corredores biológicos
Meruvia considera que el parque Fidel Anze, el cerro San
Pedro, las lagunas Coña Coña y Alalay pueden conectar y formar varios
corredores que ayuden a mitigar los efectos y la formación de islas de calor y
la contaminación en Cochabamba.
Otra de las zonas contempladas para un corredor se encuentra
al borde del río Tamborada donde el municipio ha emprendido una campaña de
forestación.
Según Meruvia para formar un corredor biológico se debe
considerar su función ecosistémica con especies arbustivas para los insectos de
tierra, plantas con flores para los
insectos polinizadores y
árboles de porte alto para las aves.
"Es la mejor opción, hay ventajas muy importantes
porque hablamos de áreas donde toda la biota está interactuando, están juntos
respondiendo los factores del clima, a la limpieza del aire, el control de
erosión", dice Arrázola.
La ingeniera forestal Sarah Jiménez explica que el único
lugar que se puede considerar un bosque urbano en la ciudad es el Jardín
Botánico Martin Cárdenas, los demás espacios son parques que si bien cuentan
con áreas verdes tienen una función principal de expansión social. En otras
zonas son reemplazadas por obras de equipamiento.
Pero Jiménez coincide en proponer la creación de corredores
como una pronta medida a la falta de vegetación. "En Cochabamba
necesitamos corredores verdes. Estos cumplen la función de bosque urbano, de
mitigación de la contaminación, barreras del área urbana. Franjas de seguridad
de las torrenteras, de los ríos y de las lagunas, con especies endémicas, que
podemos aprovechar", detalla.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) indica que
idealmente por cada habitante debe haber de 11 a 15 metros cuadrados de área
verde para contar con una calidad de aire óptima. Sin embargo, según el plan
maestro de 2017, en Cochabamba apenas se tiene en promedio 5,67 m2 por cada
habitante.
La cifra muestra un nivel más crítico cuando se despliegan
los datos por comunas. En las comunas Valle Hermoso, Itocta y Alejo Calatayud
existen 3 metros cuadrados de área verde por persona.
Tanto los parques urbanos como los corredores biológicos
coadyuvan a que exista mayor humedad en el ambiente y a la filtración de agua
en el suelo.
“Los parques, los ríos pueden ayudar a conectar ecosistemas
a albergar vida, insectos, retener agua humedad y actuar como reguladores del
clima", explica Meruvia.
De acuerdo a la FAO de la mitad de la población mundial vive
ahora en ciudades, y para 2050 ese porcentaje alcanzará casi el 70 por ciento.
Aunque las ciudades ocupan solo el 3 por ciento de la superficie terrestre,
consumen el 78 por ciento de la energía y emiten el 60 por ciento del dióxido
de carbono.
"En una ciudad de tamaño medio, los árboles urbanos
pueden -por ejemplo-, reducir la pérdida de suelo en alrededor de 10 000
toneladas al año", explica la FAO.
En ese estudio ya se identificó que la densidad poblacional
es mayor en los distritos 9, 10 y 11 al centro y sur de la ciudad.
En cambio en el Distrito 12 al oeste y norte de la ciudad
existe mayor presencia de arbolado y espacios verdes urbanos.
Según el plan maestro de 2017, en Cochabamba apenas se tiene
en promedio 5,67 metros cuadrados de área verde por habitante, cuando la
Organización Mundial de la Salud (OMS) indica que idealmente debe haber de 11 a
15 m2 por persona para contar con una calidad de aire óptima.
La cifra muestra un nivel más crítico cuando se despliegan
los datos por comunas. En las comunas Valle Hermoso, Itocta y Alejo Calatayud
existen 3 metros cuadrados de área verde por persona.
A pesar de que esto Champarrancho, el Hipódromo e incluso
Kara Kara o avenidas como la Petrolera, la Beijing y la Blanco Galindo son
áreas potenciales para la forestación urbana. Sumadas a algunos cuerpos de agua
están en situación vulnerable pueden ser recuperados para formar parte de un
corredor verde o biológico, dice Jimenez.
Rescatar las especies
nativas Hace 40 años aproximadamente, el paraíso, una especie proveniente
de Asia, fue introducida a Cochabamba por su belleza ornamental.
Sin embargo con el paso del tiempo presentó un problema
fitosanitario, pues las especies foráneas están más expuestas a las plagas.
"Cuando plantamos ficus u otras especies de este tipo vamos generando un
desequilibrio”, explica De la Barra.
Mientras que el eucalipto fue traído al departamento con
fines económicos, para la extracción de madera y uso como postes, además de sus
características de absorción de agua.
Una parte importante de la formación de los corredores
consiste en incorporar especies nativas, enfatizan los expertos.
“Las especies nativas deberían ser las primeras en reponerse
en medio de un panorama de cambio climático, pero también se las debe producir
con las condiciones de una ciudad”, explica Jiménez.
En un ambiente natural como el de las especies nativas tanto
fauna y flora interactúan a diversos niveles, en las raíces, en los nutrientes,
la repelencia a los insectos y la protección.
En el libro "Ornamentales de Cochabamba", que será
presentado el siguiente mes, se lograron registrar 123 especies arbóreas
ornamentales en la zona urbana de Cochabamba. De ellas solo 40 son nativas.
En el diagnóstico del
municipio el 2017 se evidenció que solo el 10 por ciento del arbolado urbano
corresponde a plantas nativas de Cochabamba.
La tara (Caesalpinia spinosa), tipa (Tipuana tipu),
chillijchi (Erythrina falcata), cedro (Cedrela lilloi) y el algarrobo son
algunas de las especies que se vieron afectadas por la introducción de plantas
foráneas, según explica el ambientalista, Dennis de la Barra.
El takho o algarrobo tiene propiedades que aportan a los
suelos, esta especie estaba distribuida en la zona sur y en el valle central y
en Colcapirhua, Carcaje y San Benito.
La vaina es comestible y década atrás se utilizaba como
parte de platillos cochabambinos.
Pero con los años “la gente lo fue retirando porque tiene
espinas en las ramas que caen y como son en V molestan a las personas”,
detalla.
Mientras tanto la Jarka se desarrollaba en suelos arenosos y
húmedos en las zonas de Quillacollo, y la franja norte de Cercado, Vinto.
De la Barra considera que en los bosques urbanos y parques
de Cochabamba las plantas nativas deben ocupar el 80 por ciento por ciento de
la vegetación para interactuar con la fauna y coadyuvar en el control de
plagas.
Contrario a lo que se piensa las especies nativas se adaptan
con más facilidad a los suelos de la zona sur con escaso abastecimiento de agua
y suelos secos, “precisamente porque las especies nativas están ya adecuadas a
nuestras condiciones de clima”. dice el ambientalista.
Beneficios Adaptación.
Las especies nativas se adaptan mejor al cambio climático y responden a las
condiciones adversas de los entornos urbanos.
Abono. La hojarasca que se observa debajo de los molles es
uno de los abonos más fértiles, lo que no pasa con el pino o el eucalipto que
crea lo que se llama alelopatía, un cierto rechazo a otras especies que
considera invasivas.
Equilibrio. Las especies
nativas aportan un mejor ambiente para la vida otras especies endémicas del
lugar como las aves propias de Cochabamba. Es el caso de la kewiña y la
monterita en el Parque Tunari.
Especies. La Karalawa, o el guaranguay son otros ejemplos de
especies nativas de Cochabamba que sirven para espacios pequeños y pueden ser
usadas por los ciudadanos para forestar espacios urbanos.
Los expertos coinciden en que las especies nativas y las
áreas verdes están siendo destruidas conforme avanza la mancha urbana.
La única forma de revertir esta situación es a través de la
educación y la valorización del entorno ambiental. “Si perdemos el valor de los
árboles perdemos lo que nos representa
como cochabambinos y cochabambinas, ser un valle y ser la ciudad jardín
de Bolivia”, concluye Meruvia.
Tomado de los tiempos de Bolivia
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