Chiquitanía: desde 2013 el desmonte creció 317% y hubo mil asentamientos
País
Personal de bomberos, la ABT y el INRA en un foco de fuego
cerca de un asentamiento en Taperas, Roboré.
| JOSUÉ HINOJOSA
Vista de la comunidad Juan Evo, en Roboré. | JOSUÉ HINOJOSA
Desde la gestión 2013 a agosto de este año, el Instituto
Nacional de Reforma Agraria (INRA) otorgó al menos 974 resoluciones de
asentamientos a nuevas comunidades campesinas, interculturales e indígenas en
la región de la Chiquitanía (Santa Cruz). Además,en los últimos seis años el
desmonte subió aproximadamente un 317 por ciento. En 2013 la Autoridad de
Fiscalización y Control Social de Bosques y Tierra (ABT) autorizó desmontar 62
mil hectáreas, mientras que en 2018 aprobó 259 mil.
Sin embargo, solamente en 2019 se ha desmontado cerca de 1,5
millones de hectáreas producto de los incendios forestales en la Chiquitanía.
Esta superficie equivale a más de la mitad del área desmontada desde 1980,
cuando inició en Bolivia el cultivo de soya, pues esta actividad requirió de
2,5 millones de hectáreas desmontadas hasta 2018.
Instituciones dedicadas o relacionadas a la investigación de
asuntos agrarios como Fundación Tierra, el Centro de Investigación y Promoción
del Campesinado (Cipca) y el Centro de Estudios Jurídicos e Investigación
Social (Cejis) refieren que en los últimos años el Gobierno nacional ha
impulsado una política de fomento a la producción de soya y ganado bovino con
fines comerciales y eso implicó la expansión de la frontera agropecuaria.
Por ello, consideran que el desastre en la Chiquitanía es
una consecuencia de dichas políticas.
El pasado 27 de marzo, el entonces director del INRA, Juan
Carlos León, informó que en la Chiquitanía se otorgaron al menos 900
autorizaciones de asentamiento entre el 2013 y 2018 y anunció que los permisos
continuarán dándose en cumplimiento a las normas.
León precisó que en dicho periodo se otorgó aproximadamente
1.400 resoluciones de asentamientos a comunidades campesinas, interculturales e
indígenas en tierras fiscales ubicadas en distintas regiones del país. Con este
dato se puede inferir que más del 64 por ciento de los asentamientos
autorizados están en la Chiquitanía.
Los Tiempos solicitó al INRA información actualizada sobre
la dotación de tierras, ya que a fines de abril -posterior a los datos
brindados por León- se entregó 48 resoluciones de asentamientos a nuevas
comunidades, mientras que a fines de agosto circuló por las redes sociales una
lista de 26 resoluciones para que un total de 753 familias se asienten en los
municipios de Roboré, Concepción, San José de Chiquitos, Charagua, Pailón,
Puerto Suárez, Carmen Rivero Torrez y Santa Rosa del Sara, zonas que
actualmente son devastadas por los incendios forestales.
Sin embargo, el director general de administración de
tierras del INRA, Roly Yujra, informó a este medio que todavía están trabajando
en el tema junto al director nacional, Roberto Polo, y que en los próximos días
se proporcionará los detalles en conferencia de prensa. “Por el momento estamos
recabando toda esa información para poder brindar una información correcta y
fidedigna”, señaló.
En el documento, la ABT refiere que las autorizaciones de
desmonte en 2018 fueron otorgadas a actores privados en un 63 por ciento, a
campesinos en 31 por ciento y a comunidades indígenas en un 6 por ciento.
Además, señala que los focos de quema en 2018 llegaron a 49.839 a nivel
nacional, de los cuales el 61 por ciento se concentra en Santa Cruz. “Los focos
de quemas se produjeron en un 60 por ciento en tierras ganaderas y en un 40 en
tierras agrícolas”, explica el informe.
Al respecto, el director de la Fundación Tierra, Gonzalo
Colque, sostuvo que los incendios forestales en la Chiquitanía son consecuencia
de una serie de causas acumuladas que permitieron “crear incentivos perversos
para la quema y la deforestación”.
Explicó que el 70 por ciento del área quemada en la
Chiquitanía (cerca de 1,5 millones de hectáreas) corresponde a tierras fiscales
-donde están asentadas las comunidades- y a predios privados con reciente
titulación y consolidación de derecho propietario pertenecientes a empresas
agropecuarias.
En opinión del investigador del Cejis, Leonardo Tamburini,
los incendios en la Chiquitanía se producen por una serie de normas aprobadas
desde 2013, año en que también se puso en vigencia la Ley 337 que establece un
“régimen excepcional para el tratamiento de predios con desmontes que se hayan
realizado sin autorización entre el 12 de julio de 1996 y el 31 de diciembre de
2011”. Tamburini califica a esta ley como un perdonazo forestal.
“Con la Ley 337 lo que se hace es poder hacer un borrón y
cuenta nueva de la cantidad de desmontes y las multas acumuladas y los procesos
administrativos que tenían fundamentalmente los medianos y grandes
propietarios”, explicó.
Por su parte, la directora del Cipca regional Santa Cruz, Sheyla
Martínez, aseguró que los incendios en la Chiquitanía representan un “desastre
que se veía venir” en un contexto político en Bolivia caracterizado por la
aprobación de leyes en favor del agronegocio exportador de soya y carne bovina,
actividades que involucran quema y deforestación.
La investigadora resaltó el impacto de los incendios en el
cambio climático, puesto que, en cuestión de un mes y “de un solo golpe”, se
han deforestado más de un millón de hectáreas (1,5 millones según datos de la
Gobernación de Santa Cruz), una cantidad significativa en relación a los 2,5
millones de hectáreas desmontadas en casi 40 años, desde el ingreso del cultivo
de soya en Bolivia.
Indicó que los incendios surgen no solamente por
responsabilidad de las nuevas comunidades asentadas, sino también de quienes
fomentan su traslado.
Bomberos combaten un foco de fuego.
El INRA informó que en la presente gestión no se autorizan
asentamientos de nuevas comunidades en el país, pero que después se retomará
este trabajo.
Pausa ecológica
El Gobierno prohibió temporalmente la venta de tierras en
esta región, así como la suspensión de desmontes y quemas en la Chiquitanía.
Instan a soyeros a
usar tecnologías amigables
La directora del Cipca, Sheyla Martínez, dijo que el
Gobierno nacional debe exigir al sector oleaginoso a utilizar tecnologías
amigables con la naturaleza para evitar la ampliación de la frontera agrícola.
50 hectáreas de
tierra
es el área que recibe cada familia que forma parte de una
comunidad a la cual se autoriza su asentamiento.
Supertanker operó en comunidad Juan Evo
Aunque el director nacional del INRA, Roberto Polo, negó que
los incendios en la Chiquitanía se hubieran generado a raíz de los
asentamientos autorizados en esta región, Los Tiempos constató que la primera
operación del avión Supertanker, el 23 de agosto, se realizó en proximidades de
la comunidad agropecuaria campesina Juan-Evo, ubicada en Taperas, municipio de
San José de Chiquitos.
El ministro de la presidencia, Juan Ramón Quintana,
militares, bomberos y medios de comunicación ingresaron por el sendero de dicha
comunidad para registrar el paso de la aeronave. Sin embargo, el cambio de
dirección del viento hizo que elfuego avanzara a un ritmo mayor con dirección
al sendero, por lo que se instruyó abandonar la zona, incluso a los bomberos.
El 49% de los
desmontes son ilegales, según ABT
El informe de audiencia pública inicial de rendición de
cuentas 2019 de la Autoridad de Fiscalización y Control social de Bosques y
Tierra (ABT) revela que el área desmontada en Bolivia durante la gestión 2018
llegó a 245.867 hectáreas, cuyo 49 por ciento -unas 120.474 hectáreas- es
ilegal.
El documento señala que a partir del año 2015 se incrementa
en 200 por ciento la deforestación a raíz de la puesta en vigencia de la ley
337 y la flexibilización del sistema de aprobación.
El director de Fundación Tierra, Gonzalo Colque, afirmó que
la flexibilización de las normas es “una invitación” a desmontar y quemar, ya
que la sanción es menor en costo y tiempo en relación a un trámite legal. Dijo
que esta puede ser una causa de los actuales incendios en la Chiquitanía.
TOMADO DE LOS TIEMPOS DE BOLIVIA
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