Mientras que desde distintos lados se alzan voces sobre la necesidad de relanzar la integración latinoamericana, para campear las consecuencias de la crisis económica y sanitaria producto de la pandemia, en base a objetivos comunes para mejorar la calidad de vida de nuestros pueblos, en Argentina estamos lejos como Nación, de haber internalizado estas cuestiones y el proceso de dispersión sectorial e individual se agudiza.
Frente a ello debemos preguntarnos: ¿Podemos avanzar en un
proceso de complementación regional externo, sin antes haber ordenado las
cuentas internas?
Es evidente que como país no hemos zanjado nuestras
diferencias profundas, desde lo histórico, social, económico e institucional y
en este devenir, las fracturas y los divorcios se han profundizado a niveles
nunca vistos.
Nos hemos convertido en la acumulación de compartimientos
estancos y sin visiones de conjunto, nada nos integra y todo nos separa.
Mirar el pasado ayuda al futuro, pero vivir en el pasado o
en lo peor del pasado, llevan a que el futuro se torne incierto.
En esa dirección, debemos entender que los pueblos que no
logran sintetizar sus aspiraciones en un mecanismo de compatibilización de
intereses básicos, difícilmente pueden resolver las cuestiones que hacen a su
marcha como sociedad organizada, en paz y con justicia social de cara al
futuro.
Argentina, en otras épocas históricas apeló a pactos
fundacionales para superar crisis, desfasajes y la falta de gobernabilidad que
lo ha caracterizado, pero siempre lo hizo con una visión de transcendencia,
grandeza y de consolidación jurídica institucional, más allá de que se puedan
compartir o no las filosofías de esas concepciones estratégicas.
Dentro de esos acuerdos o hitos primigenios podemos citar el
Congreso de Tucumán, los Pactos Federales y la Constitución del 53, la pujanza
de la generación del 80, el alumbramiento de la Unión Cívica Radical y a
mediados del siglo pasado el fenómeno del peronismo. Sin dejar de mencionar a
Raúl Alfonsín, en su defensa irrestricta de la Democracia.
Insisto, podemos adherir y aceptar o no, a la filosofía o
necesidades de esas profundas transformaciones ideológicas, económicas y
sociales, lo que no se puede es desconocer su importancia en la vida de nuestro
país.
También podríamos preguntarnos si en la actualidad, esas
ideas fuerzas de tal naturaleza y que ayudaron a nuestra identidad, cohabitan
entre nuestras prioridades, urgencias o la materialización de políticas?. La
respuesta debe ser: indudablemente que no.
Si nos preguntáramos cuál es nuestro problema como pais?,
desde distintos ámbitos y según los intereses y la característica de quién
responda, la respuesta sería; la situación económica, el dólar, la falta de
seguridad jurídica, la inseguridad, etc.
Si el análisis se profundizara y no nos quedáramos en lo
anecdótico, veríamos que cada uno de esos problemas son nada más y nada menos
que distintas manifestaciones del único y verdadero problema que padece la
República, que es la falta de un pacto de gobernabilidad en un sentido amplio,
que fije reglas de juego claras, hoy inexistentes, que pergeñe una idea de país
viable y factible, con compromisos puntuales de parte del gobierno, pero
también de todos los sectores sociales y de la oposición política, que en
muchos casos más que un adversario, ha devenido en enemigo al que se debe
aniquilar.
Solo los grandes estadistas en el mundo pergeñaron estos
acuerdos, pese a que algunos lograron materializarlos y otros no, pero merece
destacarse a Winston Churchill que frente a la crisis de la guerra, dijo: “Ya
he completado la parte más importante de esa tarea. Se ha formado un gabinete
que representa, con el laborismo, la oposición y los liberales, la unidad de la
nación.”, o el Pacto de La Moncloa en España.
Cuando se trata de salvar a una Nación de grandes
adversidades, ningún esfuerzo es poco, ya que nadie se salva solo.
En esa dirección, la vice presidenta Cristina Fernández
acaba de decir: “la Argentina es ese extraño lugar en donde mueren todas las
teorías. Por eso, el problema de la economía bimonetaria que es, sin dudas, el
más grave que tiene nuestro país, es de imposible solución sin un acuerdo que
abarque al conjunto de los sectores políticos, económicos, mediáticos y
sociales de la República Argentina. Nos guste o no nos guste, esa es la
realidad y con ella se puede hacer cualquier cosa menos ignorarla.”
Esta afirmación está marcando el verdadero camino que se
debe transitar en nuestro país, el tiempo será testigo de si hemos tenido la
inteligencia suficiente para hacerlo realidad.
Por Ricardo Mascheroni –Docente-
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