viernes, 16 de octubre de 2020

¿PORQUE LOS PECES DEL ATLÁNTICO HUYEN AL SUR?

 ¿Porque los peces del Atlántico huyen al Sur?

Por Osvaldo Nicolás Pimpignano


La Corriente de Brasil en el Atlántico Sur viene aumentando la temperatura desde hace unas cuatro décadas. Esto genera que algunas especies de peces e invertebrados se desplacen hacia el Sur en busca de aguas más frías. Estas alteraciones que repercuten en el equilibrio marino y en la industria pesquera.

Hace unas cuatro décadas las playas de la costa atlántica estaba  llena de vida. Dos agujeritos juntos sobre la arena mojada delataban la presencia de escondidizas almejas amarillas. Era cotidiano ver familias con baldes repletos de estos moluscos en una rutina más de las vacaciones y no pocas las que munidas de un limón las comían crudas en la misma playa. Con el tiempo comenzaron a disminuir y los municipios prohibieron esta cosecha, pero el problema era mayor. A partir de los 90, estos bivalvos desaparecieron por décadas. Tuvieron eventos de mortandad masiva que culminaron en la Argentina pero que habían comenzado lejos, en Brasil.

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Uno de los posibles motivos de esta mortandad masiva y de otras alteraciones que afectan a distintas especies acuáticas en estas latitudes de Sudamérica, apuntan al cambio climático y a sus consecuencias en el mar. “La Corriente de Brasil, en los últimos 40 años, se está calentando y avanza más hacia el Sur. En algunas regiones, la temperatura aumentó más de un grado por década. Esto genera un impacto importante en poblaciones de peces e invertebrados marinos. Algunas se desplazan hacia el Sur en busca de aguas más frías con un consecuente cambio en el equilibrio marino y en la industria pesquera”, señala la oceanógrafa Bárbara Franco, del Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera (CIMA UBA-CONICET).

Desde el Departamento de Ciencias de la Atmósfera y los Océanos de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, Alberto Piola remarca: “Según los análisis globales, la Corriente de Brasil es uno de los hotspots, o sea, es una de las áreas más calientes del planeta”. Las razones que conducen a esta parte del Atlántico casi al rojo vivo se deben “a cambios en los patrones de viento cerca de la superficie, lo que lleva a un intenso calentamiento del océano a lo largo del camino de la Corriente de Brasil que va desde el sur de Brasil, Uruguay y el Río de la Plata”, precisa la revisión recién publicada en Climate Change.

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Este trabajo, que recopila toda la evidencia científica, reunida hasta el momento, del impacto del cambio climático sobre la circulación atmosférica, oceánica, y sobre las pesquerías de esta zona, comenzó a gestarse hace dos años en la Semana del Mar, en Exactas UBA. “Con expertos de Brasil, Uruguay y Argentina, estábamos preocupados por evaluar cómo los cambios climáticos están afectando al océano e impactando en los recursos pesqueros regionales, así como en los sectores socioeconómicos asociados”, historia Franco, primera autora del trabajo. “Nos reunimos para colaborar con especialistas de distintas disciplinas a preparar un texto entendible”, resalta Piola.

Aguas inquietas

La necesidad de salir del sofoco lleva al jurel del Atlántico a nadar, en verano, cada vez más en dirección al polo, y llegar hasta el paralelo 47. “La sardina brasileña en los últimos 30 o 40 años se desplazó 4 grados de latitud, más de 400 kilómetros al sur. Y con ello se corrió el mercado de pesca”, ejemplifica Franco.

“Algunas especies -dice Franco- empiezan a enfermarse, disminuyen su talla o peso, su capacidad de resiliencia es muy baja, o sea, no logran recuperarse”. Un clásico del menú nacional, la merluza argentina “es de afinidad con el agua fría y su extensión hacia el norte se verá limitada por la aparición de estas aguas más cálidas”, marca Piola.

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Mientras algunos peces son empujados por este mar caldeado a trasladarse más lejos, otros son rehenes del avance de estas aguas cálidas. “La Corriente de Brasil ya alcanza a la vieira patagónica, un molusco fijo al fondo del mar, que no se puede mover y tiene afinidad por las aguas frías. Lo mismo ocurre con corales que no presentan importancia comercial pero son importantes para la conservación marina”, describe Franco.

Como un dominó, los efectos se concatenan. “Estamos ante una clara señal que arranca con el calentamiento global y termina afectando el bolsillo del pescador o la dieta de quienes se alimentan con productos del mar”, subraya Piola. No faltan tampoco repercusiones geopolíticas o diplomáticas. “¿Qué va a pasar cuando especies de Brasil pasen a ocupar el área costera de Uruguay? ¿Y cuándo las de Uruguay se trasladen a la Argentina? Esto genera planteos políticos y económicos, entre otros”, se pregunta Franco.

Escenarios futuros

Cardúmenes que viajan a destinos cada vez más australes; especies de aguas frías sin movilidad que comienzan a verse invadidas por mares tibios; animales como la tortuga verde, oriunda del norte de Brasil, que puede aparecer a miles de kilómetros de casa, en las cercanías de Bahía Blanca, en la provincia de Buenos Aires. Cada uno corre hacia donde puede.

Las diferencias entre una y otra corriente dejan marcas en el agua. “Las corrientes frías como Malvinas o sus análogas en el mundo, son las más ricas biológicamente. Una región que está invadida por aguas cálidas, además de estar invadida por una atmósfera con otras características, también tiene menos contenido de nutrientes o alimentos para las especies que habitan en ella. Si avanzan las corrientes cálidas se produce un impacto biológico que repercute por donde se mire”, observa Piola.

Sobre la base de modelos climáticos que proyectan escenarios futuros, Franco puntualiza: “Se prevé una baja de la captura en Brasil, Uruguay y la Argentina. Se podrá pescar menos”. Y no deja de observar la dificultad para acceder a la información que enfrentan los investigadores. “La escasez de datos pesqueros impide una evaluación más eficaz del impacto del cambio climático en la pesca y obstaculiza la capacidad de los gobiernos y las comunidades para adaptarse a estos cambios”, concluye el estudio.

Fuente: NEX Ciencias de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA


Por Osvaldo Nicolás Pimpignano

Periodista de Investigación – FLACSO

Para: ASOCIACION ECOLOGISTA RIO MOCORETA

osvaldopimpignano@gmail.com

Las imágenes fueron tomadas de la Web

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