Para erradicar la pobreza hay que cerrar las brechas de género
foto Carpinteras en México. Foto: Jessica Belmont/Banco Mundial
“Si de por sí es difícil, imagínense para mí”. Así es como
respondió una joven cuando se le preguntó por qué razón no estudiaba ni
trabajaba.
Ella vive en una comunidad pobre del noreste brasileño y
refleja lo difícil que puede ser encontrar trabajo en un contexto de
condiciones económicas complicadas y ahora mucho más inciertas. Ella carece de
las calificaciones y sistemas de apoyo para poder acceder a las oportunidades.
Como mujer, se siente
particularmente desfavorecida.
Luego de más de diez años de caída constante, la tasa de
reducción de la pobreza en América Latina y el Caribe está estancada desde
2014. Mientras que la región redujo la pobreza a una tasa
promedio de 1,4 puntos porcentuales por año durante la década de 2000
(utilizando la línea de pobreza internacional de $5,50), esta descendió a una
tasa promedio de 0,8 puntos porcentuales por año en la década de 2010.
Entre otros factores, los avances de la región en términos
de igualdad de género fueron un impulsor clave para la reducción de la pobreza.
De todas formas, la pobreza afecta desproporcionadamente a las mujeres: en 2018,
existían aproximadamente cinco millones (una cifra equivalente a la población
de Costa Rica) más de mujeres pobres que hombres pobres , lo que
subraya la necesidad de mantener e incluso redoblar los esfuerzos por lograr una mayor
igualdad de género.
El duro camino hacia la igualdad de género
En términos de largo plazo, América Latina avanzó de manera
significativa hacia la igualdad de género. Las tasas de fertilidad y mortalidad
descendieron, la paridad de género se alcanzó en términos de tasa de
inscripción en la escuela primaria y la participación de la mujer en la fuerza
laboral aumentó en las últimas dos décadas, comparado con un leve descenso en
la tendencia mundial. Asimismo, los números indican que entre 2000 y
2010, los
ingresos laborales de la mujer en Latinoamérica representaron el 28% de la
reducción de la desigualdad en la región y el 30% de la caída en la pobreza
extrema.
Sin embargo, aún persisten grandes desafíos estructurales.
La tasa de fertilidad adolescente es la segunda más elevada del mundo. La
mortalidad materna en países como Haití y Guyana se compara a la de los países
del África subsahariana. Las mujeres soportan la “doble carga” del empleo y el
trabajo en el hogar. En promedio, dedican tres horas más por día que los
hombres al trabajo no remunerado y los cuidados en el hogar. Y la violencia de
género sigue siendo un problema grave en toda la región. Se calcula que
alrededor de 1 de cada 3 mujeres (de entre 15 y 49 años) experimentó violencia
física o sexual por parte de una pareja, una estadística asombrosa. Las mujeres
indígenas, afrodescendientes y rurales enfrentan desafíos aún mayores.
La COVID-19, una de las peores crisis en la historia de la
región, supone nuevos desafíos en términos de reducción de la pobreza y
desigualdad. Se
prevé que la pobreza aumente de forma significativa, pudiendo comprometer
los avances anteriores si no se toman medidas para proteger a los más
vulnerables. La COVID-19 podría ampliar las brechas de género existentes y
revertir décadas de avances en términos de igualdad de género. Esto, a su vez,
representa un desafío significativo para la erradicación de la pobreza extrema.
Mitigar el impacto negativo de la COVID-19 sobre la
igualdad de género
Revertir el impacto negativo de la pandemia sobre la pobreza demandará
esfuerzos oportunos y focalizados destinados a reducir las brechas de género.
Para lograr una recuperación sostenible, se debe analizar una serie de
políticas tendientes a solucionar los obstáculos entrelazados que frenan a las
mujeres.
La igualdad de género en el acceso a las oportunidades
económicas, el capital humano y la capacidad de actuar son componentes clave de
las operaciones del Grupo del Banco Mundial , diseñadas para apoyar la
recuperación y el retorno a una senda de reducción de la pobreza en América
Latina y el Caribe.
Estos esfuerzos incluyen una focalización sobre las
necesidades financieras de las mujeres.
- En
México, por ejemplo, uno de los países de la región con las mayores
brechas de género en acceso financiero, se llevan a cabo esfuerzos por
incrementar el acceso de las mujeres al financiamiento productivo a través
de apoyo a iniciativas del gobierno por priorizar programas centrados en
las necesidades financieras de las mujeres a través de bancos de desarrollo
estatales.
- En
Bolivia, el proyecto Redes de Protección Social para la Emergencia en la
Crisis de la COVID-19 apoya el desarrollo de un sistema de redes de
protección social adaptables con el fin de activar programas ampliados de
transferencias en efectivo que respondan a las necesidades y
vulnerabilidades de padres y niños pequeños de cara a los shocks
económicos. Las mujeres representan la mayor parte de los beneficiarios
del programa. Este programa también apoya campañas de comunicación,
incluidas estrategias de adaptación para minimizar el impacto psicosocial.
- En
Uruguay, el Banco Mundial apoya esfuerzos tendientes a fortalecer la
respuesta institucional a la violencia contra las mujeres y los niños,
particularmente la violencia doméstica. En el contexto de la pandemia de
COVID-19, el gobierno desplegó medidas adicionales para prevenir y atender
el aumento en el riesgo de violencia doméstica, que incluyen, entre otras,
una mayor capacidad para la línea de atención a denuncias de violencia de
género, la inclusión de un sistema en línea que les permite a los niños
solicitar ayuda cuando enfrentan abuso doméstico, y la ampliación del
programa de monitoreo electrónico de potenciales agresores.
La pandemia supone nuevos desafíos para le región en
términos de reducción de la pobreza. Erradicar la pobreza extrema y recuperarse
de la crisis requiere de oportunidades para que todos los individuos,
especialmente las mujeres, accedan a oportunidades económicas. Para alcanzar
este objetivo, se debe poner mayor énfasis en la igualdad de género y la
eliminación de los obstáculos que afectan de forma desproporcionada a las
mujeres.
En otras palabras, no erradicaremos la pobreza sin cerrar
las brechas de género.
Autores
Robert Taliercio O'Brien
Regional Director Equitable Growth, Finance, and
Institutions (EFI) for Latin America and Caribbean
Tomado de envio del banco mundial
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