Santiago, Chile, por Luis Alberto Gallegos, editorial Boletín GAL.-
Son cada vez mayores las coincidencias entre los partidos de la Nueva Mayoría,
a la hora de hacer sus “reflexiones”, en admitir que las causas más relevantes
de la derrota electoral se debe a privilegiar lo propio antes que las causas y
compromisos comunes; a la falta de unidad real y cooperativa entre los partidos
y sus líderes; en haber descuidado a la ciudadanía en aras de la administración
del gobierno y el Estado; y, en definitiva, no haber percibido que el Chile
contemporáneo ha cambiado, y no es el mismo de hace cinco, diez o veinte años.
También hay otras
causas
Probablemente hay otras causas que también han gatillado
estos resultados. Uno de ellos se refiere al sistema político. Si bien es
motivo de satisfacción que la institucionalidad democrática funcione y no hayan
evidencias de mal uso de los mecanismos electorales, la ciudadanía votante no
confía plenamente en ella. Prueba de ello es la alta abstención y, en
particular, la percepción de que el sistema político y partidario está
distorsionado, existen indicios de corrupción y de la utilización funcional y
pragmática del voto ciudadano. Para el ciudadano común, el sistema político
partidario no lo representa, no le brinda credibilidad y no le permite
participar a cabalidad.
Otra causa importante se refiere al tema cultural. En estos
años y décadas recientes en Chile hemos asistido a un complejo proceso de
reconfiguración de los componentes culturales de la ciudadanía. Debido a la
globalización y al neoliberalismo estamos transitando desde identidades
culturales del Estado nacional-popular donde el sentido de comunidad, clase y
pertenencia colectiva tenían un rol y peso específico, hasta la construcción de
nuevas identificaciones en donde los valores, creencias y conductas presentes
en la ciudadanía pierden rigidez y se desarman, dando lugar a nuevos sujetos e
incluso a una nueva forma de ciudadanía. Es, por cierto, un proceso complejo,
contradictorio e impredecible. Hay que admitir, que los partidos políticos no
han estado preparados ni intelectual, ni programática, ni orgánicamente para
entender estos procesos y menos para integrarlos.
Movimiento del medio
ambiente
Por cierto, son los partidos líderes, grandes y
tradicionales los que cargan con las mayores responsabilidades en estas
circunstancias. Pero hay orgánicas que, no por ser pequeñas, dejan de asumir
parte de las mismas. Nos referimos al movimiento del medio ambiente.
El 52,8% de consultados en la Tercera Encuesta Nacional del
Medio Ambiente se manifiestan dispuestos a participar en mesas de trabajo para
decidir sobre temas ambientales en sus comunas. Se movilizan decenas de miles
de ciudadanos y activistas contra proyectos hidroeléctricos, termoeléctricos,
gasíferos, mineros y de otras áreas que afectan el medio ambiente. Según el
Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH), en Chile se han desplegado hasta
más de 100 conflictos socio ambientales en estos últimos años. Se han creado
cinco Zonas de Sacrificio Ambiental en Tocopilla-Mejillones (Región de
Antofagasta), Huasco (Región de Atacama), Puchuncaví-Quintero (Región de
Valparaíso), Coronel (Región del Bío Bío) y Til Til (Región Metropolitana).
Es decir, estamos ante un movimiento socio ambiental
sensible, consciente, amplio, extendido, masivo y de carácter nacional.
Las inquietudes e
interrogantes
Pero,
inevitablemente, surgen interrogantes:
1. ¿Qué han hecho los líderes, las orgánicas políticas y los
organismos no gubernamentales ambientalistas ante estas favorables e
inmejorables condiciones objetivas brindadas por el movimiento socio ambiental?
2. ¿Se ha generado formas de articulación efectivas y
sólidas con la ciudadanía socio ambiental de las Zonas de Sacrificio y/o con
las comunas en donde se han instalado los más de 100 conflictos, según el INDH?
3. ¿Han desarrollado programas de educación y habilitación
de capacidades técnico políticas que fortalezcan la gestión del conocimiento y
la cultura ambiental, más allá de eventos puntuales de algunas horas?
4. ¿Le han dotado de un programa político que integre las
demandas locales, inmediatas y más sentidas con las estrategias y planes de un
desarrollo sustentable y Buen Vivir?
5. ¿Se han creado vínculos de cooperación sólidos en materia
técnico política entre las distintas instituciones y organizaciones socio
ambientales que ejercen roles de liderazgo en este sector?
¿Cómo quisieran los ambientalistas de Europa disponer de
estas inconmensurables y objetivas condiciones sociales y políticas para
desarrollar exponencialmente su movimiento? Aun así, sin disponer de tales
condiciones favorables, Islandia es una lección de país donde recientemente ha
resultado electa una Primera Ministra ecologista y feminista que promete
grandes cambios en materia ambiental y en igualdad social. En tanto que en
Alemania, los ambientalistas han conquistado en 2017 el 9% de la intención de
voto; tienen 11 eurodiputados y 63 escaños en el parlamento federal; y se han establecido como la tercera fuerza en
el país.
Nuevas oportunidades
Este 2018 y los siguientes años se presentan como una nueva
oportunidad para corregir aquello que ha estado débil, se ha omitido o
simplemente se ha hecho mal por parte de los componentes del sistema socio
ambiental de Chile. Hay varios temas de agenda que pueden convertirse en ejes
de las acciones colectivas. La Ley de Cambio Climático, entre otros, es uno de
ellos.
En este contexto, se valora los logros del Frente Amplio y
en particular del Partido Ecologista Verde, que pueden constituirse en señales
de este promisorio proceso estratégico. Simultáneamente a la reflexión de las
orgánicas partidarias de la Nueva Mayoría y del centro político, bien estaría
hacer lo propio al interior de las estructuras de recambio político
generacional, y de los nuevos roles y desafíos que se avizoran y que hay que
asumir y enfrentar. (FIN) VER: http://luisalbertogmz.blogia.com/
Tomado de envio de boletín gal de chile
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