miércoles, 2 de noviembre de 2016

DEUDA SOCIAL

 CHARLA DEL DIRECTOR DEL OBSERVATORIO DE LA DEUDA SOCIAL
Advierten que sin cambios en la matriz económica se profundizará la pobreza
MAS QUE NUMEROS. “Unas 4 millones de personas experimentaron hambre en Argentina”, señaló Salvia.
El académico Agustín Salvia brindó una conferencia ayer en Corrientes. Expuso estadísticas sobre el flagelo. Diagnosticó que con sólo bajar la inflación no basta y que en 2017 habría un 26 por ciento de personas con privaciones.
 Agustín Salvia es sociólogo y realizó su doctorado en México. Como investigador obtuvo la máxima categorización del Conicet. Es docente, director de programas y proyectos, entre ellos el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA). No cree en la teoría del derrame para llegar a la pobreza cero pero tampoco en fijar la mirada en el consumo. Asegura que la economía requiere del compromiso de la dirigencia y de los ciudadanos, y políticas activas para microempresas.  Cuestionó la matriz que lleva a reproducir una sociedad desigual.
Invitado por la Cámara de Diputados de Corrientes, el especialista dio ayer una charla abierta sobre pobreza estructural en el Club Regatas. Compartió la mesa con el dirigente de Encuentro Liberal, Pedro Cassani, quien señaló la necesidad de que la dirigencia política “vaya más allá de la coyuntura y comience a discutir los problemas estructurales de la sociedad”. Dicha conferencia se basa en el compromiso firmado por representantes políticos y partidarios el 17 de agosto. Además, estuvo presente el arzobispo de Corrientes, monseñor Andrés Stanovnik.
Exponiendo los datos del informe 2010- 2015 del Observatorio de la Deuda Social, Salvia aseveró que la pobreza estructural no cambiará en la medida en que se mantenga la matriz del modelo económico que la genera. Es que “sistemáticamente pese a los procesos de crecimiento no se logró retrotraer la pobreza”.
“Luego de la crisis de 2001 hasta el año pasado Argentina transitó por un proceso de crecimiento económico a partir del cual parece que agotó la capacidad de autosustentarse”, señaló el investigador. “Estamos en una etapa de transición”, indicó respecto a los virajes en las decisiones, por lo que es tiempo de “analizar los avances y retrocesos, reflexionar sobre cuáles son las deudas sociales persistentes”.
El análisis del informe del Bicentenario del Observatorio de la Deuda Social comprendió a  5,7 millones de hogares en 20 aglomerados urbano con más de 80 mil habitantes. “Tomamos la pobreza como tema central de la agenda, mucho más cuando nos habíamos planteado la meta de pobreza cero”, indicó el director del programa.
Este flagelo se “presenta como una deuda social” y según aclaró Salvia, no se lo entiende únicamente según los ingresos de una familia para suplir sus necesidades básica, sino que se define la pobreza como “privaciones injustas que afectan el pleno ejercicio de las capacidades de desarrollo humano y de integración social”.
“El ingreso por sí solo (como en las encuestas del Indec) no es una buena medida para entender estas privaciones  injustas”, explicó el Salvia. Sucede que en ocasiones “un hogar que tenga más ingreso, más consumo, no implica que no sea pobre”, ya que esto no garantiza “la capacidad de desarrollo humano y de integración”, según aclaró el investigador, quien sostuvo que se trata de una mirada “moral y ética frente al desarrollo”.
Por ello la propuesta del Observatorio fue medir la pobreza no sólo desde una perspectiva tradicional, según los ingresos de una familia, sino también desde una visión alternativa, una perspectiva multidimensional. Así, tuvieron en cuenta seis derechos: seguridad alimentaria, protección de la salud, acceso a servicios básicos, vivienda digna, educación y empleo digno. Próximamente agregarán seguridad ciudadana y derecho a la información.
Algunos resultados de este informe arrojaron que el 12 por ciento de los hogares no tienen seguridad alimentaria. “Estamos hablando de que 4 millones de personas experimentaron hambre”, indicó el director del Observatorio. El 18 por ciento no tiene acceso a la protección a la salud. El 15 por ciento carece de conexiones a servicios básicos, es decir aproximadamente 10 millones de personas. El 16 por ciento no tiene una vivienda digna, el 17 por ciento tiene privaciones de educación. “En el 22 por ciento, ningún integrante de la familia tiene un empleo digno con acceso a la seguridad social”, señaló Salvia.
Lo que significa que “el 47 por ciento de los hogares carecen de al menos uno de estos derechos”, expuso. “Entre 10 y 12 millones de personas están afectadas por estas carencias”, indicó el investigador.
Si se divide a la población por cuartiles (25 por ciento) se observa una concentración de estas privaciones en las clases con menores recursos. “Estamos percibiendo dos Argentinas. Una Argentina integrada, con mejores empleos, con posibilidades de enviar a los hijos a la escuela, con acceso a una vivienda digna. Y hay una Argentina que padece, que no puede atender sus necesidades básicas”, señaló el director del Observatorio. “Esto nos muestra cómo la pobreza se va concentrando multidimensionalmente en los segmentos más bajos”, sostuvo.
“Ya en diciembre teníamos entre 9 y 12 millones de personas en situación de pobreza, medido por ingresos. Al menos un tercio de la población está afectada por situaciones de privación injusta de derechos”, indicó el investigador.
Salvia explicó que “ante ciclos económicos positivos mejora levemente el consumo, soluciona la indigencia pero no la pobreza”. Sostuvo que por el momento se tomaron decisiones de compensación, lo cual puede ser “conveniente para un régimen político y para una sociedad que no quiere discutir sobre la violencia social”.
Anticipó que de no tomarse medidas concretas, con bajar la inflación no basta. “Incluso con mejoras económicas, como académico diagnostico que el año que viene la pobreza se mantendrá entre un 25 y 26 por ciento, medida por ingreso”.
Sin embargo, ante una posible salida de la recesión, “uno de los riesgos es que la clase media compre espejitos de colores y se olvide de que hay un tercio de argentinos estructuralmente marginados”, indicó. Por lo que consideró necesario “pensar en una política de Estado de largo plazo”.
Explicó que una de las posibles salidas es una política activa de aliento a las microempresas, que generan aproximadamente el 50 por ciento del empleo del país, aunque son las de mayor precarización. El objetivo sería crear puestos laborales de calidad.
Salvia advirtió que “si no cambiamos la matriz económica que produce y reproduce la desigualdad, tendremos más violencia social”. Por lo que la sociedad debiera “exigir un compromiso a las clases dirigentes para que tengan un papel histórico y no coyuntural”.

Tomado de el litoral de ctes ar 

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