La Argentina que no nos importa a los propios argentinos
Virgilio
Gregorini A 200 años de nuestra independencia vale preguntarse: ¿es
libre un país en el cual una de cada 10 personas vive en un asentamiento con
derechos humanos básicos vulnerados?
Vivir hoy en un asentamiento implica no tener agua
corriente, luz segura, saneamiento adecuado. Además, es no contar con la
seguridad en la tenencia de tu lote y vivienda. Es tener mayor probabilidad de
morir, ya que con mayor frecuencia se inundará tu barrio o tu familia estará
más cerca de algún factor de riesgo (basural, vías de tren, cables de alta
tensión) y no tendrás alumbrado cuando salís o volvés de trabajar o estudiar.
Es vivir sin asfalto, adonde ambulancias, bomberos y policías no entran cuando las
necesitás.
Si existen barrios con estas características desde hace 100
años es porque, como sociedad, no nos duele. Y esto es porque quienes viven el
problema no tienen poder político y económico para solucionarlo y quienes
teniendo el poder de solucionarlo, no viven el problema. Solucionar el problema
del injusto acceso al suelo y al hábitat es urgente por varias razones: es el
único camino posible para el desarrollo económico a largo plazo, mejora la
democracia atacando de lleno el vínculo clientelar político y reduce la
desigualdad, causa fundamental de la violencia social, que tanto nos preocupa.
Hay que cambiar reglas de juego, fundamentalmente vinculadas
a la justa regulación del mercado de suelos. Hay que involucrar y confiar en
los vecinos de los asentamientos, que saben cómo superar la situación que les
toca vivir y ya lo están haciendo. Hay experiencias exitosas en la Argentina y
América latina para analizar y escalar.
Desde el sector social del hábitat, reunidos en el colectivo
Habitar Argentina hemos elaborado hace tiempo propuestas de política pública:
reformas y propuestas legislativas, lineamientos para el Poder Ejecutivo en sus
tres niveles (consenso nacional para un hábitat digno, acuerdo por la
urbanización) y el Poder Judicial. Es posible una Argentina más justa, sin la
desigualdad actual que se ve expresada en los asentamientos. Sólo tiene que
tener más relevancia en la agenda política. Sólo tiene que importarnos de
verdad. El autor es director ejecutivo de Techo Argentina TOMADO DE LA NACION
DE AR
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