jueves, 21 de junio de 2018

CULTIVAN ARROZ EN E DESIERTO de Dubái


Cultivan arroz en el desierto de Dubái
Por Osvaldo Nicolás Pimpignano *
La historia de la humanidad está colmada de situaciones donde el ingenio del hombre, dirigió el curso del agua para regar tierras áridas, pero siempre desde donde en algun punto existía agua.
Ejemplos de esto tenemos en la región argentina de cuyo, donde los Huarpes, primitivos pobladores regaban mediante acequias, método que actualmente se continúan utilizando, o el de las civilizaciones andinas precolombinas donde los Aztecas, Mayas, Aimara e Incas sembraban en terrazas por las que circulaba el agua. También antes de nuestra era en la Mesopotamia Asiática se empleaban metodos semejantes y el Imperio Romano dejó muestras de canales y acueductos, algunos de los cuales todavía están en uso. En todos los casos cultivaban especies que eran propias de la región, pero nos encontramos ante un caso novedoso, sembrar arroz en un desierto.
 En general el común de las personas, sabe o escucharon alguna vez, que el arroz se cultiva en terrenos anegados o anegables, pero que se cultive en un desierto de arena donde el agua es prácticamente inexistente, es sin duda una novedad. 
Se trata de enfrentar a dos de los tantos desafíos que están poniendo en problemas a la Humanidad y que los más pesimistas pronostican como catástrofe. Una es la  desertificación de las tierras que se consideran las más aptas para los cultivos, un fenómeno causado por el uso abusivo de las mismas y el descontrolado avance de las urbanizaciones que ocupan tierras de cultivo.
El otro problema es la escases de agua dulce, imprescindible para animales (incluido el hombre) y vegetales. Si bien el agua es el elemento más abundante en la tierra, solo una mínima fracción de la misma es dulce o potable y el uso que se le da, tanto agrícola, industrial o para consumo la están
contaminando rápidamente.
Si además atendemos al exponencial crecimiento de la población mundial, el desafío es obtener tierras de cultivo y agua dulce para regarlas y producir alimentos. En esto trabajan cientos de científicos desde hace varias décadas en todo el mundo. Se ha conseguido, a muy elevado costo, desalinizar el agua marina, pero todavía no es una solución factible a gran escala. Se han obtenido especies que resisten sequias moderadas y otras que en igualdad de condiciones tienen mayor rendimiento, pero nunca se intentó, hasta ahora,  sembrar en un desierto y regar con agua de mar salada. Digo hasta ahora porque en China parece han logrado solucionar los dos problemas.
 El científico chino Yuan Longping, llamado “padre del arroz híbrido”, ha liderado un proyecto hasta ahora inimaginable, ha conseguido cultivar arroz en el desierto de Dubái regándolo con agua de mar salada. La técnica es de un valor incalculable para la humanidad y en particular para Oriente Medio, donde las tierras de cultivo y el agua potable son bienes escasos y muy valiosos.
La primera prueba a escala se realizó sembrando en enero de 2018, regado con agua de mar y fue cosechado a mediados de este mes de junio, según informa la agencia de noticias china, Xinhua.
El cultivo no solo ha sido abundante, sino que además ha sido de gran calidad, superando las expectativas de los responsables del equipo.
Siempre según Xinhua el rendimiento fue de  7.500 kilos por hectárea, lo que duplica la media mundial que es de 3.000 kilos por hectárea. Estos rendimientos han animado a los científicos y los dubaities a poner en marcha una nueva campaña que llegue a las 100 hectáreas. Si se repite el éxito de la cosecha de 2018, estaríamos ante una posible cosecha de 750.000 kilos de arroz salidos de un paraje absolutamente yermo.
Si esta segunda campaña tuviera el resultado deseado el proyecto siguiente sería sembrar el 10% del suelo de los Emiratos Árabes Unidos, unos 83.000 kilómetros cuadrados con campos de cultivo.
El proyecto está impulsado por Shoah Sabed Bien Ahmed Al Maktoum, un billonario miembro de la Casa Real de Dubái que aspira a vencer al desierto y convertirlo en campos de cultivo. Para ello ha creado un emprendimiento con científicos chinos expertos en este tipo de cultivo de arroz regado con agua salada.
No hay que desconocer que los países árabes deben su fabulosa prosperidad al petróleo, pero son conscientes que en un plazo todavía no determinado este recurso desaparecerá y les resulta perentorio buscar alternativas productivas. La primera ha sido el turismo para lo cual construyeron y siguen haciéndolo, hoteles espectacularmente suntuosos, al punto que una noche de alojamiento puede costar, un pozo de petróleo.
Los científicos chinos han tomado nota de los resultados de los estudios para modificar los suelos y
potabilizar agua y tomaron el camino inverso, han estado buscando modificar genéticamente las plantas para hacerlas más resistentes al agua con sal y suelos pobres. Habría que especular que la prueba de campo se realizara en Dubái por razones de financiamiento, ya que en China existen grandes áreas de tierras secas, pero con suelos ricos en nutrientes naturales para la vegetación.
En esas regiones las autoridades chinas promueven la plantación de campos de arroz modificado. Estas plantaciones han generado hasta 50 millones de toneladas de arroz por año. Lo necesario para alimentar a 200 millones de personas durante ese mismo lapso.
Por su parte el profesor Huang Shiwen, líder del equipo de investigación sobre la enfermedad del arroz en el Instituto Nacional de Investigación de Arroz de China en Hangzhou, Zhejiang, dijo que la sal es un desinfectante que podría reducir o cortar la transmisión de algunas enfermedades causadas por bacterias
El arroz modificado empezó a ser investigado en los años 70 por el científico Chin Risheng. El año pasado, una tonelada de este producto se envió al mercado, tras ser cultivado en una playa del china, una playa de arena a orillas del Mar Amarillo, en Qingdao, Shandong, donde superó las 4,5 toneladas por hectárea
Mientras estos prodigios de la ciencia obtienen logros de esta cuantía, en Argentina desalentamos la ciencia y desfinanciamos al CONICET, el INTA y el INTI. Sin duda, diferentes proyectos de país.
FUENTES: Agencia Xinhua,  Sout China Morning Post,  FAO y propias.

Por Osvaldo Nicolás Pimpignano
Periodista de Investigación – FLACSO
Para: ASOCIACION ECOLOGISTA RIO MOCORETA
Las imágenes fueron tomadas de la Web

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