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ENVIADO POR LUC CHRISTIAENSEN
COAUTORES: WILL MARTIN
A Cambodian farmer
Agricultor camboyano. Fotografía: Chor Sokunthea/Banco
Mundial
La idea de que un sector agrícola productivo es fundamental
para la creación de empleo y la reducción de la pobreza es ahora ampliamente
compartida en la comunidad dedicada a la tarea del desarrollo. Sin embargo,
esto no ha sido siempre así. Con anterioridad a la crisis mundial de los
precios de los alimentos de 2008, muchos profesionales del desarrollo,
funcionarios públicos y economistas dudaban de que la agricultura aún pudiera
cumplir esa función, sobre todo en África. El pesimismo en torno a la
agricultura se había instalado en las décadas de 1990 y 2000, acompañado de una
disminución tanto de la atención prestada a las políticas agrarias como de la
inversión agrícola. Las alzas de los precios de los alimentos ocurridas en 2008
pusieron de manifiesto la necesidad de tomar más medidas para fortalecer la
agricultura en los países en desarrollo.
En los ocho trabajos incluidos en la edición especial de
World Development (de próxima aparición) (i) se presentan las evidencias más
recientes. Mediante el uso de diversas técnicas analíticas (derivaciones
teóricas, modelo de equilibrio general computable [EGC], econometría), se
confirma la permanente importancia del desarrollo agrícola para reducir la
pobreza. Los trabajos también agregan importantes matices. Las siguientes son
cinco conclusiones (i) de esta edición especial.
El crecimiento en el sector agrícola continúa reduciendo la
pobreza en mayor medida que el crecimiento en otros sectores
En el sector agrícola, el crecimiento sigue siendo, en
general, dos a tres veces más eficaz en reducir la pobreza que un crecimiento
equivalente generado en otros sectores. Esta proposición es válida
independientemente del método empírico o de los indicadores de pobreza
empleados para hacer los cálculos, y coincide con las conclusiones señaladas
hasta ahora en la literatura. (i)
Los más pobres son los más beneficiados con el crecimiento
agrícola
Los efectos de la agricultura en la reducción de la pobreza
son mayores entre las personas más pobres de la sociedad y la ventaja del
crecimiento agrícola sobre el crecimiento no agrícola en la reducción de la
pobreza a la larga va desapareciendo a medida que los países se vuelven más
ricos (véase el gráfico). Además, mientras más bajas son las tasas de
alfabetismo, mayor es la progresividad del efecto reductor de la pobreza que
tiene el crecimiento agrícola en comparación con el crecimiento no agrícola.
Esto respalda la atención que se presta actualmente a la agricultura en las
políticas para África y Asia meridional, regiones que en conjunto hoy albergan
a más del 80 % de la población extremadamente pobre de todo el mundo.
Simulación de la variación de la pobreza a partir de un
aumento de la productividad sectorial del 1 % del producto interno bruto (PIB)
(simulaciones para un solo país) con diferentes niveles de PIB per cápita.
Fuente: Ivanic y Martin (2018). (i)
La ventaja comparativa de la agricultura no se limita a los
países sin litoral
Cuán comerciables son los productos alimentarios (y no
alimentarios) que experimentan el aumento de la productividad es un aspecto
importante que se debe considerar a la hora de determinar la reducción de la
pobreza atribuida al crecimiento del sector de que se trate. Ello influye en
cuánto pueden disminuir los precios y, por lo tanto, en cuánto pueden
beneficiarse los productores y los consumidores. Simulaciones de un modelo de
EGC de alrededor de 300 000 hogares de 31 países indican que la ventaja de la
agricultura se mantiene, independientemente de si el producto alimentario se
considera comerciable o no. El crecimiento agrícola parece ser prioritario para
la reducción de la pobreza en las economías tanto costeras como sin litoral.
Sin embargo, la ventaja de la agricultura sobre los sectores
no agrícolas varía según los subsectores de estos últimos
Los efectos de los subsectores no agrícolas en la reducción
de la pobreza son muy heterogéneos. Las elasticidades de la pobreza en relación
con el crecimiento en el comercio y los servicios de transporte son más
cercanas a las de la agricultura, y las correspondientes a las manufacturas —en
especial, la elaboración de productos agrícolas— en algunos casos pueden
incluso superarlas. En cambio, los efectos de la minería, las finanzas y los
servicios empresariales y gubernamentales en la reducción de la pobreza son
mucho más limitados. El crecimiento de la productividad del comercio y los servicios
de transporte puede tener una relación directa con los pobres, pero también una
relación indirecta, por ejemplo, al reducir los costos de transacción de los
productos comercializados. Esto es especialmente beneficioso en los sectores
con márgenes más altos, como la agricultura y los alimentos.
Las ventajas de la agricultura frente a los sectores no
agrícolas también dependen de las fuentes de financiamiento, un aspecto
altamente ignorado
La forma en que se financian las inversiones públicas tiene
consecuencias distribucionales de primer orden que pueden llegar a anular los
beneficios subyacentes de una mayor productividad. Por ejemplo, un aumento de
la formación de capital público para la agricultura puede afectar negativamente
los salarios reales (de consumo) de la mano de obra rural no calificada si la
modalidad de financiamiento es mediante un arancel, pero puede tener un efecto
positivo si se financia por medio de un impuesto sobre el consumo, que afecta
principalmente a la mano de obra calificada de las zonas urbanas. Por otra
parte, una fuerte dependencia de inversiones financiadas con fondos de
asistencia externa puede provocar una apreciación del tipo de cambio real y
favorecer al sector no agrícola más tradicional orientado al mercado interno
antes que al sector moderno más productivo y más abierto. El hecho de que los
sectores informales de la economía cerrada (no agrícola) contraten más mano de
obra no calificada también puede resultar en una mayor reducción de la pobreza
que cuando el financiamiento de la inversión pública es menos dependiente de
donaciones externas, lo que propiciaría el crecimiento en la economía moderna y
abierta y redundaría en una mayor productividad del trabajo. // TOMADO DE ENVIO
DE BANCO MUNDIAL
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