lunes, 20 de agosto de 2018

LA COLOMBIANA QUE SALVA FELINOS EN EL PAÍS ARRASADO POR UN VOLCÁN


Yani Mateus hizo parte del equipo de la ONG Animal Defenders Internacional que liberó a los felinos. FOTO CORTESÍA ADI
La colombiana que salva felinos en el país arrasado por un volcán
A falta de mecanismos aptos, para países que vetan el uso de animales en circos, existen ONG que se encargan de su liberación, traslado y relocalización en un hábitat adecuado.
A la bogotana Yani Mateus la explosión del volcán de Fuego de Guatemala, el 3 de junio pasado, la sorprendió en Villa Nueva, a 40 kilómetros de la región de Chimaltenango, epicentro de la tragedia que dejó 319 muertos, según cifras oficiales.
Sin embargo, un grupo de cinco leones y nueve tigres la mantuvo ajena al desastre por algunos días más, solo hasta cuando fue necesario ayudar con el desastre.
Estos grandes felinos pertenecían al Circo Hermanos Navarro, toda una institución de su tipo en Guatemala desde su creación en 1884, pero por cuenta de la Ley de Protección y Bienestar Animal se prohibió todo tipo de espectáculos con animales silvestres desde el 11 de abril de este año.
Por ello, un mes antes de la tragedia, un equipo de la ONG británica Animal Defenders International, ADI, llegó al sitio para ayudar con la relocalización segura de estos animales. En el grupo estaba Yani.
Lidiando con felinos
No es la primera vez que la colombiana se veía frente a frente con un león o un tigre confinado en una jaula de barrotes oxidados y madera astillada. Al ver reducida su majestuosidad a su mínima expresión, el sentimiento es el mismo que en Perú y en Colombia, en donde ayudó con el rescate de más animales de circos.
“La situación se repite en todos los países: jaulas pequeñas, situaciones dentales graves, varios con partes mutiladas. Encontramos uno sin cola y otro león con un labio colgando por una pelea con un tigre. Animales con crisis nerviosas y muy flacos, como consecuencia del maltrato psicológico y físico que se vive en los circos”, relata.
Para llegar a la carpa de los Hermanos Navarro se debe tomar una carretera destapada a las afueras de Villa Nueva. Según Yani, con la vigencia de la ley, los circos se habían estado moviendo por las afueras, lejos de la comunidad. Hasta la puerta de una gran carpa azul y amarillo tuvieron que llegar camiones y grúas, tratando de acomodarlos lo más cerca posible de las jaulas donde se encontraban los felinos.
No se usan sedantes, por medio de juegos y la experiencia que da haber lidiado varias veces con situaciones similares, logran pasar a cada animal a una jaula más resistente, que está amarrada a una grúa que la eleva y luego la ubica en la plancha de cada camión.
“Esto es un nuevo comienzo para estos animales”, aseguró Jan Creamer, presidenta de ADI en la primera supervisión del rescate, que el circo aceptó voluntariamente. Todavía está pendiente conseguir una orden judicial para quitarle a otro circo 25 animales. “Nunca más serán forzados a actuar ni serán maltratados para someterlos”, afirma.
Todos los miembros de ADI deben trabajar rápido y sin demasiado escándalo, para no alterar más a los tigres y leones, que mientras se bambolean en la jaula, siguen caminando de un lado a otro, más nerviosos que de costumbre.
Una vez han logrado ser cargados, son trasladados hacia un refugio adaptado por la ONG en el centro de rescate de reptiles de Antigua Exotic, en la población de la Democracia, en el occidente de Guatemala.
Según el ministro de Agricultura de ese país, Mario Méndez Montenegro, decidieron cederle el terreno a la organización mientras se coordina el papeleo para llevar a los animales a un santuario en Sudáfrica, tal como se hizo en el caso de Colombia (ver paréntesis), información que corroboró Creamer.
Las primeras en salir, a comienzo de junio, fueron Sasha, Nena y Kimba, tres leonas que llevaban desde que nacieron viviendo en una gran jaula rodante, ya estropeada por el exceso de uso y coronada por una carpa de lona azul rasgada. Luego vino el turno de los tigres Sun, Moon, Sasha, Kumal, Luna, Jade, Kimba, Simba y Max, que vivían en jaulas de iguales condiciones.
Cuenta Yani que lo que más le asombra es ver a un animal, programado biológicamente para moverse por las hectáreas de la sabana africana, saliendo a tocar por primera vez el pasto tras haber estado toda su vida entre rejas y madera, es su reacción a cosas simples como el pasto o el cielo.
“Tras el rescate de nueve leones en Colombia, en 2016, viajé con ellos hasta su liberación en un santuario en Sudáfrica. El primer león que vi salir, lo primero que hizo fue mirar al cielo. Es ahí cuando uno se da cuenta de que no pueden verlo en cautiverio”, dice.
Aunque en Guatemala aún están entre rejas, se les adaptaron hábitats con más espacio para moverse y jugar.
Ayuda de emergencia
A las 6:00 a.m. de ese domingo 3 de junio, con el país aún en pijama y saliendo a recoger el periódico, el volcán de Fuego se despertó. Sobre las 4:00 p.m., diez horas después del primer aviso y con el país cubierto por cenizas, inició la fase explosiva.
Durante los siguientes cuatro días se produjo el colapso en nueve departamentos del país y se conocieron en el mundo las imágenes de viviendas, personas y animales enterrados bajo tierra, lodo y ceniza.
Como los protocolos de rescate priorizan la búsqueda de humanos y el tratamiento de las víctimas mortales, solo hasta pasado el 7 de junio empezaron a trabajar en la búsqueda de animales.
Aunque el rescate de los leones es un proceso con mucho papeleo y siempre con el peligro de ser boicoteados, de ADI se designó a una comisión para ayudar en la búsqueda de perros, gatos y aves que pudieran haber sobrevivido a la erupción. En el grupo también estaba Yani.
“Fue terrible ver casas destruidas y familias buscando sus muertos sin siquiera encontrar sus hogares”, relata.
Armados con guacales, se internaron a la zona impactada junto a los grupos de socorro. La búsqueda era complicada pues los animales que por su instinto pudieran haber huido, seguramente no iban a estar allí y los que sí, tenían pocas posibilidades de estar con vida.
“Hubo una imagen que me impactó”, recuerda Yani, tras una breve pausa para pasar saliva. Respira y dice: “Fue encontrar el cuerpo de un gato amarrado en el jardín de una casa destruida. Pensar que tal vez pudo haber escapado si no hubiera sido atado. Pensar en las angustia que debió sentir al verse condenado a morir”.
No obstante, hubo finales felices. En un criadero de gallinas tapadas con ceniza y abandonadas a su suerte, encontraron a todas estas aves con vida.
De regreso
Hace una semana Yani se encuentra de regreso en Bogotá. Según informó a ADI, por ahora no tienen a nadie en Guatemala. Ella dice que a fin de mes volverá y estará por lo menos hasta octubre, junto a los demás miembros del equipo.
En este país centroamericano tienen por rescatar a 18 tigres, dos leones más, dos pumas, un camello, dos monos araña y un puercoespín, para los que ya hay una orden judicial en marcha por el Consejo Nacional de Áreas Protegidas, Conap.
Ante la perspectiva de nuevas historias de maltrato y confinamiento, confiesa que le asombra de estos enormes mamíferos “su capacidad de superar el pasado. Vienen de ser maltratados, pero les das un juguete y uno empieza a ver cómo superan su pasado. No sienten rencor”.
EL CASO COLOMBIANO
Desde 2014, cuando la Corte Constitucional avaló la Ley 1638 de 2013, es ilegal en Colombia la tenencia y uso de animales en los circos. Desde esa fecha se le dio dos años a quienes tienen estas especies para salir del país o entregarlos a las autoridades.
El caso más emblemático de la ley data de 2015, cuando al Circo África, que iba de paso por Piedecuesta, Santander, les fueron incautados nueve leones, que fueron dejados en mitad de un barrio residencial. En ese entonces las autoridades locales confesaron que carecían de instrumentos, instalaciones y personal para manejar esta especie africana y que, si bien la ley ordenaba, no decía cómo hacer. En ese entonces, ADI intervinó y tras recoger fondos en abril de 2016 fueron llevados a un santuario de flora y fauna en Sudáfrica.
INFORME ANIMALES EN CIRCOS
 JULIÁN AMOROCHO BECERRA Periodista bumangués del área digital de El Colombiano. Busco historias que demuestren que la realidad siempre supera a la ficción.

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