sábado, 25 de agosto de 2018

ENVENENANDO CON GLIFOSATO


ENVENENANDO CON GLIFOSATO
Una novela de intrigas, mentiras y demasiado dinero de por medio es la que se ha venido escribiendo con el glifosato, ese ingrediente químico del reconocido Roundup, que hoy lo usan más de una veintena de pesticidas.
La decisión del jurado de la Corte Superior de California de condenar a la firma Monsanto a pagar una millonaria suma a un jardinero que desarrolló cáncer por el uso continuo del producto es solo la punta del iceberg. Es, de paso, la primera decisión judicial de decenas de litigios contra esa empresa, hoy de Bayer.
En 2015, la Agencia Internacional de Investigación del Cáncer, órgano de la Organización Mundial de la Salud, determinó que ese matamalezas no selectivo, que inhibe una enzima específica requerida en el crecimiento vegetal, era probablemente carcinógeno.
La compañía trató de desvirtuar el informe citando otra investigación, encontrándose que había sido escrita por un científico suyo, firmada por otro, un típico caso de ‘ghostwriting’ común en estos asuntos donde hay involucradas poderosas empresas y mucho dinero: en 2015 reportó US$ 4760 millones en ganancias. En 2014 se usaron en el mundo 825 millones de kilos.
Ya en los 90 se había demostrado fraude de dos laboratorios contratados por esa firma para evaluar la seguridad del producto, de acuerdo con el bufete de abogados Baum Hedlund, que llevó el caso del jardinero Dewayne Johnson, condenado a una muerte pronta por cáncer.
La resistencia al producto se nota incluso en la Unión Europea, que no pudo ponerse de acuerdo para extenderle la licencia 5 años más, por lo que deberá votar de nuevo en unos meses, aunque el Parlamento Europeo en una decisión no vinculante sugirió eliminar su uso a partir de 2022.
Mientras su relación del cáncer por el uso directo la sugiere aquella Agencia, no se ha demostrado un efecto a través de la dieta ingiriendo productos en donde se ha usado el herbicida de acuerdo con una declaración de Naciones Unidas con base en informes de la misma OMS y de la FAO.
Mientras en el mundo desarrollado se duda de su uso, acá se revive la posibilidad de su aspersión aérea para imponerla a la fuerza, con las consecuencias que pueda generar.
Ir en contravía de las mejores evidencias de la ciencia no solo es necio sino que afecta la salud de los campesinos y sus cultivos de manera indiscriminada. Un atropello.
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por ramiro velazques gomez // tomado de el colombiano  

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