La intrusión del agua salada ya es una realidad en Guyana
Por Jewel Fraser
Cataratas de Kaieteur, en Guyana. Agricultores de este país
caribeño denuncian la intrusión de agua salada desde hace años, lo que ocurre
especial mente en la temporada seca y en las regiones donde el agua para
irrigar procede de ríos y arroyos que desembocan en el océano Atlántico.
Crédito, Cortesía: Dan Sloan/CC By 2.0
Cataratas de Kaieteur, en Guyana. Agricultores de este país
caribeño denuncian la intrusión de agua salada desde hace años, lo que ocurre
especial mente en la temporada seca y en las regiones donde el agua para
irrigar procede de ríos y arroyos que desembocan en el océano Atlántico.
Crédito, Cortesía: Dan Sloan/CC By 2.0
PUERTO ESPAÑA, 15 ago 2018 (IPS) - Mikesh Ram tendrá que ver
su cultivo de arroz pudrirse en la estación seca en Guyana, donde el agua
salada del océano Atlántico desplaza a la dulce del río Mahaica con la que él y
otros arroceros solían inundar sus granos.
La intrusión de agua salada en los arrozales viene pasando
desde hace 10 años y él, como muchos otros arroceros en las regiones cuatro y
cinco de Mahaica, vienen registrando pérdidas económicas porque el mar rebasa
el muro de 200 años que frena su avance. La cosecha de arroz tuvo un buen año
en 2015, pero en el siguiente la producción registró una caída de 16 por
ciento. La caída de 2016 no puede
atribuirse totalmente a la intrusión de agua salada, aunque sí fue parte del
problema, coinciden especialistas. El informe Inteligencia de la Materia Prima,
del Servicio de Agricultura Exterior del Departamento de Agricultura de Estados
Unidos, explicó que “se debió a una miríada de problemas como sequía,
racionalización del agua, intrusión de agua salada, falta de rotación de
cultivos, menos insumos de fertilizantes y retornos más lentos y menores para
los agricultores”.
En 2016, “20 por ciento de la primera cosecha de arroz
sufrió el impacto de la sequía y otro 15 por ciento de la intrusión de agua
salada en el terreno”, añade.
Las regiones arroceras de Demerara-Mahaica y Berbice-Mahaica
son particularmente vulnerables a las consecuencias del cambio climático por
estar a 1,8 metros por debajo del nivel del mar en la costa norte de Guyana,
sobre el Atlántico.
“Los agricultores denuncian la intrusión de agua salada
desde hace años, quizá desde 10 años (o más) en ciertas regiones del país”,
indicó Heetasmin, magíster de la Universidad de Guyana.
Singh presentó un trabajo al respecto en el Congreso de
Biología de la Conservación de América Latina y el Caribe, realizado del 25 al
27 de julio, en la trinitense Universidad de las Indias Occidentales.
“Eso ocurre especialmente en los períodos de sequía, y en
esas regiones donde el agua para riego se extrae de ríos y arroyos que
desembocan en el océano Atlántico (a diferencia del agua de conservación o
sistema de captación); la intrusión de agua salada no es solo una amenaza, es
una realidad para muchos de ellos”, explicó a IPS tras su presentación en el
congreso.
La intrusión de agua salada suele ocurrir en la estación
seca, cuando hay menos agua dulce porque no ha llovido, explicó el hijo de
Mikesh, Mark Ram, colega de Singh, además de científico del Centro para el
Estudio de la Diversidad Biológica en la Universidad de Guyana.
La salinidad tiene uno de dos efectos en el cultivo de
plantas, las mata o retrasa su crecimiento, precisó.
“Por lo general, el agua salada afecta la planta cuando
recién se planta porque es necesario inundar el campo. Entonces lo que hacemos
es esperar hasta que llueva un poco, luego inundamos el campo y agregamos
fertilizantes”, explicó.
“Luego largamos el agua y entonces tratamos de inundarlo de
vuelta. En ese momento es que el agua se vuelve salada porque no llovió y eso
afecta a los cultivos y mata a los arrozales”, precisó.
Por otro lado, también “puede demorar la temporada de
cosecha porque el arroz no va a crecer tan rápido como debería”, acotó.
A veces, “de hecho, se pudre la planta” por la salinidad,
añadió.
Para contrarrestar los problemas de la intrusión de agua
salada, los agricultores en la región de Mahaica dependen del suministro de
agua dulce de la Autoridad Nacional de Irrigación y Drenaje.
Según el informe de Inteligencia de la Materia Prima, Guyana
“se divide en regiones de conservación de agua, y desarrolló infraestructura de
diques y de irrigación para ayudar a los agricultores a utilizar sistemas
complementarios de depósitos, a la vez que proteger con diques a ciertas áreas
de las fuertes lluvias fuera de estación, que podrían anegar y erosionar la
tierra”.
“Para ayudar al sector agrícola, a partir de enero de 2016,
la Autoridad Nacional de Irrigación y Drenaje comenzó a bombear agua dulce
hacia los depósitos de conservación más secos”, añade el informe.
“Los agricultores le pidieron a la autoridad que liberara
agua de los depósitos”, recordó Ram. “Una vez que les llega, reduce la
salinidad y el agua se puede usar”, apuntó.
Sin embargo, los agricultores no han tomado otras medidas de
adaptación o mitigación, añadió.
“El conocimiento de los oficiales de extensión agrícola en
medidas de adaptación y mitigación frente a la intrusión del agua salada es
cuestionable”, opinó Singh. “Una verdadera campaña de educación y
concienciación debe comenzar por esos funcionarios, quienes interactúan más
frecuentemente con los agricultores”, apuntó.
“Muchos agricultores que entrevisté vieron las consecuencias
de la salinización del suelo en sus cultivos, pero muchos no estaban
familiarizados con el término cambio climático o no adaptaban las mejores
prácticas para mejorar la salinización del suelo”, añadió.
“En cambio, trataron de resolver su baja productividad con
más fertilizantes, pero terminan haciendo más daño que bien”, añadió.
Pero algunos descargarán agua sobre sus campos y permitirán
que el agua y las sales se filtren y lleguen a la zona de las raíces de los
cultivos.
Otros se asegurarán de hacer surcos profundos en el suelo
para garantizar una filtración más rápida de las sales hasta las raíces.
Se pronostica que el nivel del mar en Guyana aumentará de 14
centímetros a 5,94 metros para 2031, de 21 centímetros a 6,02 metros para 2051,
y de 25 centímetros a 6,19 metros, en 2071, lo que vuelve más urgente las
medidas de adaptación y mitigación. Traducción: Verónica Firme // tomado de ips
, enviado por red foroba
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