No, montar en bus no es atractivo
Me preguntaba un médico si creía en las ciclorrutas y la
reorganización del transporte, además qué pensaba del auto particular.
Este no se puede desestimular, me decía, porque no hay
transporte público bueno ni suficiente.
No estoy de acuerdo con todo. Creo que hay que desestimular
el uso del auto particular y estimular la bici, así sea a regañadientes, aunque
la ciudad aún es muy pobre en rutas seguras para ciclistas.
Pero concuerdo en que el transporte de buses es malo. Los estudios
muestran que hay más de los que se necesitan, pero uno ve que no cubren toda la
ciudad.
A pesar de todo lo que hablan el Alcalde y sus funcionarios,
poco se avanza en el tema. Lo dice una pequeña lista que uno puede hacer del
tormento que es montar en bus (del cual soy usuario frecuente).
Comencemos con el arriero. El bus va despacio y el conductor
mira por el retrovisor, cuando ve otro detrás, arranca a la lata y ya no
interesa recoger pasajeros. Es común en muchas rutas.
Radio a volumen alto, sean noticias o música, independiente
de si gusta o no.
Cada vez el espacio entre sillas es más pequeño. Es difícil
sentarse, hay que hacerlo de lado o viajar de pie. Eso nadie lo regula y en
este asunto vale citar las registradoras estrechas que hacen difícil abordar o
descender.
En busetas que no deben llevar pasajeros de pie, hasta doble
fila obligan a hacer.
El conductor juega con el tiempo del pasajero: se para en
ciertos sitios tres, cinco o más minutos. Y ni modo de pedirle que continúe.
A pesar de que recogen pasajeros por la derecha (aún en
cualquier sitio) y por ahí se bajan los usuarios, transitan por la izquierda.
Y no se les exige cumplimiento de frecuencias. Produce rabia
y tristeza ver largas filas temprano en hora pico y en la tarde-noche, gente
apurada para ir al trabajo o llegar a casa y los buses ausentes, una tortura
diaria común hasta en las rutas integradas al metro.
Podríamos seguir. Se viaja en bus porque toca, no porque se
crea que el servicio es bueno. Las anormalidades, e irregularidades, son
muchas, tantas que no caben en la cabeza de los funcionarios que deberían
atenderlas. Por eso no lo hacen, suponemos.
Así es difícil que se deje el auto en casa. Claro que todas
esas emociones negativas por $1900 son baratas.
Maullido: el mentiroso siempre dirá que no lo es.
POR RAMIRO VELÁSQUEZ GÓMEZ, TOMADO DE EL COLOMBIANO
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