“Por la creciente del
río muchas personas estuvieron obligadas a abandonar sus hogares pero otras
decidieron quedarse para cuidar sus pertenencias. Un grupo de vecinos afectados
fue alojado en escuelas, capillas y carpas instaladas a pocas cuadras de sus viviendas.
Otros, fueron asistidos por sus propios familiares en casillas donde se produce
un hacinamiento ya que son espacios reducidos donde en su mayoría la cocina y
el baño están fuera de estas paredes”. Con este relato describía El Litoral la
situación de cientos de familias ribereñas a mediados de enero de 2016.
TOMADODE EL LITORAL DE CTES AR
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