El trabajo fue en un modelo animal; podría usarse en humanos
En el célebre Canto a mí mismo, el poeta norteamericano Walt
Whitman afirma: "Yo contengo multitudes". Whitman vivió en el siglo
XIX, pero la ciencia de los siglos XX y XXI le dan la razón. Cada uno de
nosotros contiene billones de minúsculos alquimistas en su tracto digestivo:
una miríada de bacterias intestinales que se ocupan de innumerables procesos
que nuestras propias células no pueden realizar.
Por su trascendencia en la salud, la "microbiota",
como se conoce a este ecosistema que nos habita, despertó un enorme interés
entre los investigadores y dio sustento al campo de los
"probióticos", esos
microorganismos que cuando llegan vivos al
intestino tienen efectos beneficiosos.
Ahora, investigadores del Conicet y la Universidad Nacional
de Rosario (UNR) realizaron un hallazgo singular: mostraron en un modelo de
laboratorio que una bacteria probiótica llamada Bacillus subtilis, consumida
desde hace miles de años por ciertos pueblos asiáticos, retardaría el
envejecimiento y prolongaría la vida. Acaba de publicarse en Nature
Communications.
El trabajo se hizo en un gusano llamado Caenorhabditis
elegans, pero todo indica que podría abrir el camino para su aplicación en
humanos.
"Hace años que venimos estudiando la biología molecular
de esta bacteria -cuenta Roberto Grau, investigador independiente del Conicet
en la Facultad de Ciencias Bioquímicas y Farmacéuticas de la UNR y director del
estudio-. Ya se sabía que mejora las defensas inmunológicas. Para esta
investigación nos preguntamos si, además de eso, en un individuo «normal» puede
agregar un plus de
salud y, en particular, de longevidad."
Según explica Grau, si uno deja de lado las muertes
violentas, los individuos mueren por enfermedad o por el envejecimiento de
órganos y tejidos.
Con un promedio global de varias décadas más que hace un par
de siglos, se puede concluir que la ciencia tuvo éxito en combatir muchas
enfermedades, pero aún queda como asignatura pendiente combatir el
envejecimiento.
En su experimento, los investigadores pudieron comprobar que
el probiótico alargaba la vida de C. elegans y que también retardaba su
envejecimiento. Pero, además, desentrañaron las bases moleculares del mecanismo
benéfico.
Biofilms de diferentes cepas de Bacilus subtilis silvestres
("wild-type") desarrollados sobre un medio de cultivo sólido. Puede
apreciarse la alta organización estructural de los biofilms que representan
verdaderas comunidades ("ciudades") de microbios. Foto: Roberto Grau,
investigadorBiofilms de diferentes cepas de Bacilus subtilis silvestres
("wild-type") desarrollados sobre un medio de cultivo sólido. Puede
apreciarse la alta organización estructural de los biofilms que representan
verdaderas comunidades ("ciudades") de microbios. Foto: Roberto Grau,
investigadorFoto 1 de 4
"Sabemos qué genes de la bacteria están implicados en
regular genes del hospedador que llevan al aumento de la longevidad y
encontramos que existe una correlación directa con los que se encuentran
afectados en personas centenarias", dice Grau.
Si a esto se le suma la ventaja de que esta bacteria forma
esporas (es decir, células en reposo altamente resistentes a los procesos
industriales), crece aún más el interés del descubrimiento. "No requieren
cadena de frío -explica-. Se pueden mantener en forma líquida o en polvo y
agregarse a pastas, barritas de cereal, yerba mate o cualquier otro tipo de
alimento o bebida. Podría llegar a los
cuatro rincones del planeta sin
problema."
Por su parte, Gabriela Perdigón, responsable del Centro de
Referencia para Lactobacilos, que no participó del trabajo, se pregunta cuál
puede ser la influencia de estas esporas "en un ecosistema tan complicado
como el intestino. Tenemos que ser cautos", afirma.
Martín Vázquez, investigador del Conicet que estudia el
microbioma humano y que tampoco intervino en el estudio, opina que los
hallazgos son prometedores: "Todavía tengo mis dudas de que los
probióticos normales, basados en organismos vivos, puedan superar la barrera
del estómago, entre otras cosas porque tiene un pH bajísimo. Las esporas sí lo
superan."
Los científicos de Rosario, mientras tanto, están preparando
sus próximos pasos: además de seguir explorando los mecanismos moleculares de
la bacteria y la relación que establece con su anfitrión, ya cuentan con un
subsidio para desarrollar alimentos, bebidas y golosinas con este probiótico.
Desliza Grau: "El B. subtilis se emplea desde hace
siglos en una comida tradicional de Japón llamada «natto» (brotes de soja
fermentados con este probiótico), precisamente uno de los países con población
más longeva. Los japoneses también están al tope del ranking de años de vida
saludable: 77 vs. 67, en promedio, de los argentinos."
Bacterias benéficas
Microbioma intestinal
Billones de bacterias en nuestras mucosas y, principalmente,
en nuestro intestino; cumplen tareas de gran trascendencia para nuestra salud
Bacillus subtilis
Es el nombre de la bacteria probiótica que estudiaron
científicos de la Universidad Nacional de Rosario
Hallazgo
Por primera vez, la vincularon con la longevidad y pudieron
comprobar que tiene efecto antienvejecimiento en un modelo animal
Biofilm
B. subtilis tiene la particularidad de formar esporas que germinan
al llegar al intestino y forman un biofilm que mejora la inmunidad innata del
anfitrión, la neuroprotección y aumenta la longevidad
Aplicaciones
Esperan poder desarrollar alimentos, bebidas y golosinas que
la contengan POR NORA BAR , TOMADOD E LA NACION DE AR
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