Tuberculosis y sífilis, dos males que siguen al acecho
El abandono y los problemas de acceso al tratamiento, más el
no uso del preservativo son una amenaza latente; el país, lejos de las metas
establecidas por la OMS
Nora Bär
Carlos (no es su nombre real) tiene trabajo estable, vive en
Belgrano, está bien alimentado y pertenece a la denominada clase media. Por su
condición de diabético insulinodependiente vigila de cerca su salud. Pero a
pesar de su estilo de vida saludable, un día del año pasado lo asaltó una tos
que no lo abandonaba. Los exámenes médicos le depararon un diagnóstico
inesperado: tuberculosis.
"Uno cree que esta enfermedad es algo del pasado o que
ataca solamente a personas que viven en un medio muy vulnerable", comenta,
mientras cuenta que por este problema debió pasar cinco meses sin trabajar.
Sin embargo, el mal que aquejó a las hermanas Brontë, a
Anton Chejov, a Bécquer, a Chopin y a Paganini, por citar sólo algunas figuras
legendarias, dista mucho de haber sido eliminado.
Las metas de la Organización Mundial de la Salud para 2015
pedían reducir la prevalencia y mortalidad de esta patología en un 50% con
respecto a 1990 y eliminarla como problema de salud pública (llegar a menos de
10 casos por cada 100.000 habitantes). Pero la realidad es muy distinta: a
pesar de que la mayoría de las muertes por esta enfermedad son evitables, la
cifra de casos sigue siendo inaceptablemente alta y el país está lejos de
llegar al objetivo.
Se calcula que el último año 10,4 millones de personas
contrajeron tuberculosis en el mundo; 10.700 de ellas, en la Argentina.
"Es una tasa de 24,8 cada 100.000 habitantes, que no registra cambios
significativos respecto de 2014 -explica Adriana Durán, directora de Programas
Sanitarios del Ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires-. El 50%, aproximadamente,
corresponde a residentes de la provincia, fundamentalmente del conurbano
bonaerense. Si bien hubo un descenso progresivo en los últimos 30 años, no se
alcanzó en el país ni en la provincia la reducción esperada de
nuevos casos y
de mortalidad."
Y esto no es todo: según informa Durán, de acuerdo con
información disponible en el boletín de vigilancia de la Dirección de
Epidemiología del Ministerio de Salud de la Nación, los casos de sífilis en
mayores de 18 meses registrados en la provincia de Buenos Aires aumentaron un
30% entre 2015 y 2016.
Determinantes sociales
En el caso de la tuberculosis, la situación no puede
justificarse si se tiene en cuenta que es una enfermedad prevenible, curable y
de tratamiento gratuito.
En la provincia hay alrededor de 5000 casos nuevos de
tuberculosis por año; entre ellos, de 200 a 250 surgen en las cárceles, algo
particularmente grave porque en condiciones de hacinamiento la enfermedad se
transmite con mayor facilidad entre los internos, el personal y sus familias.
La tasa de tuberculosis en esta población es 10 veces más alta que la de la
provincia de Buenos Aires y es la principal causa de muerte no traumática entre
los internos.
"La incidencia local de tuberculosis, comparada con la de
otros países de América latina, sigue siendo relativamente baja -opina Fernando
Rubinstein, director del Departamento de Educación del Instituto de Efectividad
Clínica y Sanitaria (IECS) y subdirector de la Maestría en Efectividad Clínica
de la UBA-. Lo que preocupa es que las cifras de éxito terapéutico son muy poco
satisfactorias. Estamos curando a entre el 50 y el 60%, cuando lo esperable, si
se cumple el tratamiento, es que se cure más del 95%. Es decir, en términos
absolutos tenemos menos tuberculosis que Perú y Bolivia, pero la manejamos
mal."
Según el especialista, esta patología presenta varios
problemas. Entre ellos, la falta de seguimiento y un subregistro que ronda el
30%.
"De los casos que sí tenemos información, sabemos que
el proceso para recibir la medicación y los controles es largo y engorroso, y
hay mucha dificultad de acceso -destaca-. Además, se usan poco los métodos
rápidos de diagnóstico y muchos se pierden."
En la modalidad de "tratamiento directamente
observado", el más eficaz, alguien tiene que controlar que el paciente
tome la medicación diariamente durante seis meses. Incluso se sugiere que éste
vuelva todos los días al hospital, algo que se cumple muy poco.
"El sistema de atención primaria falla porque, por
ejemplo, no hay agentes de salud comunitaria -dice Rubinstein-. Según nuestros
estudios, uno de cada cinco abandona el tratamiento, una cifra horrorosa."
Al interrumpir la terapia, el bacilo resurge y se vuelve
resistente a la medicación. El tratamiento de segunda o tercera opción es mucho
más prolongado (alrededor de dos años vs. seis meses) y más caro.
"Requiere una asociación de seis o siete antibióticos y tiene más efectos
adversos", subraya el médico.
"Según los registros del Instituto Nacional de
Enfermedades Respiratorias Doctor Emilio Coni, en 2015 se detectaron 128 casos
de tuberculosis con algún tipo de resistencia. La mitad corresponde a
residentes de la provincia de Buenos Aires -informa Durán-. Sin embargo, este
dato podría estar subestimado ya que la fuente del Instituto Coni son los
registros del Sistema Nacional de Vigilancia en Salud (SNVS) al cual no adhiere
la ciudad autónoma de Buenos Aires, donde se atiende un porcentaje importante
de pacientes de la provincia de Buenos Aires."
Cuando se presenta un caso de multirresistencia se activa la
cadena de alarmas sanitarias. El Anlis-Malbrán lleva desde 2003 una base de
datos de aislamiento de bacilos multirresistentes tipificados genéticamente.
Esto permitió determinar que casi un 56% provienen de brotes que hubo hace dos
décadas.
Domingo Palmero, jefe de la división neumotisiología y
profesor titular de neumonología de la UBA y la Universidad del Salvador, una
autoridad en tuberculosis resistente, indica que las bases de datos del Malbrán
tienen registrados 130 casos resistentes por año, pero la OMS estima 400.
Alrededor del 50% de los pacientes con esta forma de la enfermedad se infecta
de entrada con alguna de las cepas resistentes que están circulando. Una se
llama Muñiz y otras se originaron en Rosario. El ser humano tiene algo más de
100.000 años y el bacilo de Koch, tres millones, o sea que se defiende muy
bien. Pero la gente no le da importancia y si uno cree que no existe, no lo
busca. Al Muñiz nos llegan muchos casos avanzados. La ciudad diagnostica por
año alrededor de 1200 casos que tienen domicilio en la Capital y otros tantos
del conurbano. Un paciente pasa entre cuatro y seis meses sin diagnóstico, y de
los infectados el 10% se enferma. Eso permite que la enfermedad siga
solapada". Tomado de la nación de ar
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