POLVO DEL SAHARA
Bajo escrutinio de los científicos
Generalmente las nubes de polvo arriban a esta región
geográfica a los seis días aproximadamente de registrada la tormenta en el
Sahara, señaló el doctor Mojena
Autor: Orfilio Peláez | Los avances de la tecnología
satelital propician observar desde el espacio la formación de las nubes de
polvo y su avance sobre el océano Atlántico.
foto: Cortesía del doctor C.
Eugenio Mojena
Tomando en cuenta su desfavorable repercusión sobre el
estado del tiempo y la salud del hombre, los animales y las plantas, las nubes
de polvo generadas por las tormentas del desierto del Sahara ocupan ya un lugar
prominente dentro de los problemas ambientales.
Según muestran las investigaciones desarrolladas en los
últimos años a nivel internacional, las mismas se caracterizan por contener
altas concentraciones de partículas PM 10 y PM 2,5, consideradas de muy alto
riesgo para la aparición de dolencias respiratorias, además de atesorar una
elevada carga de compuestos biológicos que incluyen hongos, virus, bacterias y
ácaros, muchos de ellos transmisores de diversas enfermedades.
Como refiere a Granma el doctor en Ciencias Físicas Eugenio
Mojena, quien desde el Centro de Pronósticos del Instituto de Meteorología ha
estudiado el tema durante más de 30 años, las nubes de polvo procedentes del
Sahara contribuyen a la diseminación o transporte a larga distancia de los
mencionados microorganismos patógenos.
Por eso, resaltó, en la actualidad no se descarta que
algunos brotes epidémicos en la región del Caribe estén asociados a la
presencia del polvo. Incluso pueden afectar la ganadería y la agricultura.
Baste señalar que en las nubes de polvo llegadas a esta zona geográfica se han
identificado bacterias dañinas del arroz, frijoles, frutas y algunas especies
de árboles, junto con hongos capaces de atacar a la caña de azúcar y el
plátano.
Al venir cargadas también de hierro, sílice, sal y otros
minerales, favorecen asimismo la salinización de los suelos y la aparición de
las llamadas mareas rojas (concentraciones masivas de algas muy tóxicas),
causantes de la muerte de diferentes organismos marinos.
Desde el punto de vista de las condiciones meteorológicas,
producen un marcado deterioro de la calidad del aire en las zonas donde
irrumpen, y provocan una disminución de las precipitaciones al inhibir la
formación de nubes de gran desarrollo vertical generadoras de lluvias,
contribuyendo así a la aparición de eventos de sequía, añadió el doctor Mojena.
Precisó que tras emerger del continente africano, las nubes
de polvo, cuya altura varía entre cinco y siete kilómetros, son transportadas
en dirección oeste por el flujo de los vientos alisios, que las hacen avanzar
sobre el océano Atlántico hasta llegar a Centroamérica y Cuba.
«En su desplazamiento conforman una masa de aire caliente y
seco con bajos valores de humedad relativa, condición ambiental sumamente
hostil al surgimiento de ciclones tropicales en la cuenca del Atlántico
tropical, a lo cual se suma que tienden a aumentar la denominada cizalladura
vertical del viento, impidiendo la concentración de la energía del sistema en
la altura».
Igualmente la irrupción de aire seco en la circulación y las
bandas espirales de un organismo ciclónico ya formado suele debilitarlo en
muchas ocasiones, o limita en gran medida las posibilidades de fortalecerse.
De acuerdo con lo expresado por el investigador, a partir de
la sequía crónica presente en el Sahara desde la década del 70 del pasado
siglo, el número de tormentas se ha incrementado allí notablemente. Como es de
esperar, la cantidad de polvo expulsado a la atmósfera viene registrando
asimismo un crecimiento alarmante, aseveró.
Tal condición propició una expansión del desierto a razón de
unos 1 340 kilómetros cuadrados por año, mientras se estima en alrededor de 90
millones de toneladas el volumen de polvo que arriba anualmente a la zona del
Caribe, convirtiéndolo en un verdadero «corredor» del asma bronquial.
Algunos estudios refieren que el polvo diseminado hacia la
atmósfera por el desierto del Sahara aumentó diez veces entre 1960 y el 2010,
calculándose que la cifra total ronde entre 2 000 y 3 000 millones de
toneladas.
Para el profesor Mojena, los avances de la tecnología
satelital permiten hoy el monitoreo y estudio de la ocurrencia de las tormentas
de polvo en el desierto, la formación y el posterior traslado, y finalmente su
caracterización.
VERANO CON MUCHO POLVO EN CUBA
Las investigaciones realizadas por el doctor Eugenio Mojena
lograron determinar que en nuestro país el máximo de frecuencia de días con
polvo del Sahara suele presentarse de mayo a agosto, pero los picos tienen
lugar entre junio y julio.
Indicó que este año las primeras nubes de polvo sobre el
archipiélago cubano fueron avistadas en marzo, manteniéndose su permanencia con
bajo perfil hasta el quinto mes del calendario.
Ya en junio, acotó, se observó un significativo incremento
de su presencia en las tres regiones (oriente, centro y occidente), cuando
resultó frecuente observar los típicos días de mucha bruma con cielos
blanquecinos lechosos, acompañados de temperaturas sumamente cálidas y escasas
precipitaciones.
«Con mayor o menor intensidad, esas condiciones han
prevalecido durante gran parte del verano, incluso en la primera decena de agosto,
estimándose valores de concentración de polvo en la atmósfera sobre Cuba muy
superiores a las cifras normales», aseguró.
Llama la atención el hecho de que en el 2017 alrededor de
las dos terceras partes de los compuestos nocivos contenidos en las «malignas»
nubes en la zona del Caribe corresponden a partículas PM 10 y PM 2,5, ya
descritas como factores desencadenantes de enfermedades respiratorias agudas.
Dijo, además, que se han mantenido contactos con el
Instituto de Higiene y Epidemiología del Ministerio de Salud Pública, dirigidos
a coordinar la ejecución de diversos estudios para corroborar los presuntos
vínculos entre la presencia del Polvo del Sahara y la aparición de brotes de
asma bronquial y otras dolencias respiratorias en el país.
Resulta interesante apuntar que en mucha menor medida a Cuba
puede llegar polvo del desierto de Namibia y de los existentes en Asia,
mientras en los meses de invierno también arriban determinadas cantidades
procedentes de los desiertos de América del Norte. TOMADO D E LA GRANMA DE CUBA
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