Después del exitoso lanzamiento del Saocom 1B
Luego del despegue del Saocom 1B, el país tiene otros objetivos en carpeta. Arsat III, Sabia-Mar y el Satélite Latinoamericano de Meteorología serán las próximas apuestas. Lo anticipan el ministro Roberto Salvarezza y Raúl Kulichevsky, director ejecutivo de Conae.
Por Pablo Esteban
Tras el lanzamiento exitoso del 1B, se completó
la misión
Saocom (el 1A había despegado en octubre de 2018) y los satélites
de observación de bandera ya conquistaron el espacio. A éstos, deben sumarse
los Arsat, geoestacionarios y dedicados a las telecomunicaciones (el I y el II,
colocados en órbita en 2014 y 2015, y el Arsat III interrumpido durante la
administración macrista), el Sabia-Mar (que se dedicará a la prospección
oceánica) y el Satélite Latinoamericano de Meteorología. “Con el gobierno de
Alberto Fernández hemos girado 180 grados y recuperado el propósito de que la
ciencia sea una de las herramientas para construir futuro. El gobierno actual
está decidido a marchar en esa dirección. Más allá de todas las dificultades
económicas que tengamos la decisión política es fundamental”, afirma Roberto
Salvarezza, ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación.
La Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae)
es la agencia espacial argentina, un organismo descentralizado que depende del
MinCyT y tiene el objetivo de proponer y ejecutar un Plan Espacial
Nacional. Se trata de un Plan Estratégico para las actividades espaciales, una
política de Estado de altísima prioridad, cuyos ejes fundamentales son la
observación de la Tierra, la exploración y la utilización pacífica del espacio
ultraterrestre, así como también los desarrollos tecnológicos para uso
espacial. El propósito, en este sentido, es generar información oportuna sobre
el territorio continental y marítimo, para beneficio del país y de la región.
Contar con más datos también es una manera de entrenarse en
el ejercicio de la soberanía. Bajo esta premisa, habrá Saocom para rato.
“Tendremos una nueva generación de satélites
Saocom, todavía mejores que los que ya construimos. Queremos seguir
manteniendo toda nuestra capacidad en lo que se refiere a satélites de radar,
por eso ya hemos firmado con Italia una carta de intención para un nuevo
acuerdo y crear una otra constelación. Ya estamos trabajando en el diseño
conceptual de los nuevos”, anuncia Raúl Kulichevsky, director ejecutivo y
técnico en Conae. La misión Saocom forma parte de un programa más ambicioso: el
Sistema Ítalo Argentino de Satélites para la Gestión de Emergencias (Siasge) es
el fruto de la cooperación entre Conae y ASI de Italia. Ambas naciones asumieron
el compromiso de conformar una constelación de seis satélites y por intermedio
del 1B (complementario al 1A lanzado en octubre de 2018) logró completarse. En
el futuro cercano podría concretarse el Siasge II y una nueva alianza con el
socio europeo para la fabricación una serie adicional de satélites.
“En este momento, el Plan Espacial debe ser ajustado. Hay
que elaborarlo con nuevos horizontes y en eso, precisamente, están trabajando
desde la Conae. Ahora debemos pensar en cómo seguirá todo lo nuevo vinculado a
Saocom y concentrar el trabajo en otras iniciativas de envergadura como
Sabia-Mar”, señala Salvarezza. El Sabia-Mar es un satélite de observación del
océano, cuya ingeniería ya está en proceso y para el que se inició la compra de
insumos extranjeros. Tiene fondos presupuestarios asignados que deberán ser
aprobados por el Congreso de cara al 2021 y se proyecta su lanzamiento hacia
2023. El conocimiento del Mar Argentino es clave; el gobierno de Alberto
Fernández lo tiene muy en claro, ya que en junio pasado relanzó el Programa
Pampa Azul, también suspendido durante la gestión macrista. Al respecto,
Kulichevsky apunta: “Sabia-Mar es un proyecto satelital que nosotros ya tenemos
bastante avanzado. Prácticamente hemos recorrido la mitad del trabajo, hemos
realizado la ingeniería de detalle y dentro de poco empezaremos a construir el
modelo para evaluar los distintos instrumentos”.
A diferencia de la Misión Saocom --satélites
de observación-- los Arsat pertenecen a otra familia tecnológica: son geoestacionarios
(fijos en el espacio), se ubican a una órbita mucho mayor y son útiles para las
telecomunicaciones. “El Arsat debía construirse en los últimos años, porque
nuestro país contaba con una banda de frecuencia que debía ocupar, a riesgo de
perderla. Macri decidió en primera instancia que el proyecto lo terminará una
compañía estadounidense. Luego, por las críticas, la iniciativa no prosperó y
todo quedó inconcluso”, narra el ministro. Y continúa: “Ahora Arsat III, que
depende directamente de Jefatura de Gabinete, acordó junto a Invap para
continuar su desarrollo con la expectativa de ser lanzado en 2023”.
Además del Sabia-Mar y de retomar la serie Arsat, hay otros
objetivos en la mira. “Estamos muy interesados en conseguir que el Banco
Interamericano de Desarrollo financie el Satélite Latinoamericano de
Meteorología, en el marco de la Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y
Caribeños). Es un proyecto muy interesante porque si bien es de alcance
regional, será nuestro país el que se encargue de la fabricación del satélite.
Nuestra nación es la más capacitada en el rubro”, dice el ministro. De
concretarse esta iniciativa significaría una muy buena noticia para el
desarrollo espacial local porque, al fabricarse en el territorio, el crédito
otorgado por la Celac también sería administrado en el país.
Más allá de las misiones satelitales, el Plan también
incluye el desarrollo de la capacidad de lanzamiento. La referencia, desde
aquí, es para la producción de lanzadores autóctonos como el Tronador. Desde este
punto de vista, afirma Kulichevsky: “Buscamos fabricar nuestros propios
vehículos lanzadores porque ello nos permitirá un mejor acceso al espacio. En
tres años nos gustaría contar con la capacidad de poder lanzar nuestros
satélites y de servir de referencia para las naciones latinoamericanas que
busquen usar las instalaciones argentinas para los propios. Para ello avanzamos
en Tronador que podrá poner en órbita satélites de 600 o 700 kilos”, hace un
pausa y expresa con orgullo: “Estamos en el club privilegiado de países que
pueden diseñar sus propios satélites, si también los podemos lanzar sería un
lujo”.
“Hoy en día dependemos de lanzadores extranjeros como los de
Space-X, o bien, del acuerdo con algún socio europeo. El Tronador fue congelado
durante el macrismo y no se siguió avanzando en las siguientes etapas
previstas. La idea nuestra es que volvamos a poner en marcha el programa de
acceso al espacio”, explica Salvarezza. Con un lanzador propio, Argentina no
tendría la necesidad de esperar las órdenes de empresas foráneas. Un caso
ilustrativo fue el del Saocom 1-B, que fue pospuesto en diversas
ocasionesporque la empresa que lidera el magnate Elon Musk tenía otras
prioridades. “La demora con el Saocom y los cambios de fecha se debieron a que
el área en la que actúa Space-X es de dominio de la Fuerza Área de
EstadosUnidos. Como tenían un satélite propio que poner en órbita, retrasaron
todo porque temían que el Saocom explotara y complicara su misión. Con un
lanzador autóctono, nos evitamos éstos problemas y dejamos de depender de lo
que digan otros”, plantea Salvarezza.
En este marco de desarrollos científicos y tecnológicos
autóctonos, el rol estatal resulta fundamental. Las políticas de Estado deben
prolongarse más allá de los gobiernos y los poderes de turno. ¿Por qué? Porque
el área de CyT requiere de planificación y presupuesto sostenido para poder
rendir sus frutos. Con el área espacial ocurre lo mismo: para citar un caso, la
Misión Saocom fue incluida en el plan estratégico de 1994 y comenzó a ser
craneada de manera programática por los expertos de Conae, Invap, universidades
nacionales y compañía en 2007. Tarda en llegar pero cuando llega realmente
causa orgullo.
pablo.esteban // tomado de agina12.com.ar
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